LA RESTAURACION DE LA PRIMICIA

primicias
Durante mucho tiempo se ha prestado una atención especial al diezmo y la ofrenda, pero se ha dado poca atención a la primicia. Aunque muchos creyentes conocen la primicia, muy pocos la han puesto en práctica, y raramente se dedican reuniones específicas para dar primicias en las iglesias. Sin embargo, el Señor está moviendo su Espíritu en muchas iglesias llamando a sus creyentes a dar la primicia. ¿Por qué lo está haciendo precisamente en un año de crisis? Porque el Señor sabe que la primicia tiene un poder liberador sobre la tierra; la primicia desencadena la fuerza en nuestra tierra.

LOS TRES ELEMENTOS DE BENDICIÓNEl Señor utiliza tres elementos para bendecirnos: la tierra, el cielo y la semilla. Esta es la ley que Dios estableció desde el principio para el sustento del hombre. El hombre trabajaría la tierra, sembraría la semilla y esperaría la lluvia del cielo para recibir el fruto. Sin estos tres elementos, no hay fruto. Puedes sembrar la semilla en la tierra, pero si no hay lluvia, no habrá fruto. Puedes tener tierra y lluvia, pero si no tienes semilla, no habrá fruto. Puedes tener semilla y lluvia, pero si no tienes la tierra donde depositarla, no habrá fruto.


La ofrenda es la semilla que nos permite cosechar según sembramos. Como dice Lucas 6:38, "da, y se te dará". Tus ofrendas te permiten recibir según la cantidad que das. Si das generosamente, recogerás generosamente (2 Corintios 9:6). Así que según la semilla que siembras, eres consciente de lo que recibirás; no puedes esperar más ni menos cuando sabes cuánto has sembrado. También tus ofrendas te permiten recibir según la naturaleza de lo que das. Toda semilla produce según su género (Génesis 1:12). Esto significa que no solo importa la cantidad, sino también la calidad de lo que das. Tiene que ver con lo que estás dando. Muchos creyentes dan lo que no utilizan o lo que no les sirve, como billetes rotos o monedas de centavos que ya no son aceptados en ningún lugar. En otras palabras, están dando ovejas ciegas o perniquebradas. De acuerdo a lo que siembras, cosecharás. No debemos temer sembrar (ofrendar) porque el Señor continuará proveyendo para que podamos seguir sembrando (ofrendando) (2 Corintios 9:10).

El diezmo abre los cielos sobre nuestras vidas. Los cielos traen la lluvia a nuestra semilla para que comience a germinar (Isaías 55:10). Muchos viven sembrando (ofrendando) sin ver multiplicación porque sus cielos están cerrados. Sus frutos nacen débiles y empobrecidos, y cosechan según siembran. Pero cuando los creyentes diezman además de ofrendar, las ventanas de los cielos se abren (Malaquías 3:10; Deuteronomio 28:12).

La primicia libera nuestra tierra. Podemos sembrar y tener la lluvia del cielo, pero esto no es suficiente si nuestra tierra está llena de espinos y en maldición. El pecado abre la puerta a la maldición, produciendo espinos que representan el afán y el sobreesfuerzo (Génesis 3:18; Marcos 4:18). Una tierra con espinos es difícil de cultivar; necesitamos liberar nuestra tierra. El Señor dio la orden a los hijos de Israel de dar las primicias al entrar en la tierra que Él les daría, consagrando de esta manera la tierra que el Señor les entregaba (Deuteronomio 26:1-4). Al entregar nuestra primicia, el Señor hará abundar el grano y el fruto de la tierra (Proverbios 3:9). Al dar la primicia, santificamos todo el resto de nuestra provisión (Romanos 11:16). La primicia consagra y santifica nuestra tierra.

LA PRIMICIA DE LA VIUDA (1 Reyes 17:9- )
9 Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he aquí, yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente.
Elías había declarado que no llovería sobre la tierra, y el Señor lo estuvo sustentando durante un tiempo hasta que lo envió a la casa de una viuda para que ella lo sustentara. Esto también enseñó una lección sobre lo que ocurre cuando se le da el primer lugar.

La primicia anula la crisis. La mujer era viuda, es decir, estaba desamparada y solo tenía una pequeña provisión para ella y su hijo estaba en una completa crisis (versículo 12). A pesar de esto, vemos cómo no rechazó dar agua a Elías, incluso en medio de la sequía. Elías sabía que esta era la mujer que lo ayudaría porque era generosa. El Señor espera recibir de ti tanto en tiempos de prosperidad como de escasez (Marcos 11:13-14). Puedes pensar: "El Señor conoce mi necesidad y sabe que no puedo dar". La realidad es que precisamente porque Él conoce tu necesidad, quiere que des para liberar tu tierra y bendecirte. La primicia que Elías estaba pidiendo era necesaria para la viuda. Dios busca lo que es necesario para ti, no lo que te sobra (véase el ejemplo de otra viuda en Lucas 21:1-4). Das lo que necesitas actuando con fe, o das lo que no necesitas confiando en lo que te queda a ti. El año 2009 es un año de crisis, pero el Señor está pidiendo la primicia para anular la crisis.

La primicia debe ser traída ante el profeta. Elías le dijo: "No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo." Traer la primicia es un acto de fe, es creer en el ministerio de quien es tu autoridad. Puedes pensar que es solo para enriquecer al pastor o apóstol y no darla, o puedes creer que el Señor te quiere bendecir y darla con fe (2 Crónicas 20:20). Para recibir la bendición en este año, tienes que creer en la palabra profética. Para recibir la bendición de la primicia, debes llevarla a tu pastor y reconocer su ministerio (Mateo 10:41). Si no reconoces su ministerio, no puedes recibir la recompensa de parte de él. Si lo menosprecias o lo tuteas sin darle su posición, pierdes tu recompensa.

La primicia es para bendecir a quienes te sustentan espiritualmente. Las primicias servían para el sostenimiento de los sacerdotes y sus familias. De la misma manera, la primicia hoy es para bendecir la vida de pastores y apóstoles. Muchos creyentes se rehúsan a dar porque ven que sus pastores están prosperando y eso les produce envidia y molestia. Prefieren ver a sus pastores empobrecidos y dando lástima. No entienden que no se debe dar por necesidad sino como para el Señor (2 Corintios 9:7). Estos creyentes se incomodan cuando el pastor comienza a prosperar, cuando comienza a vestir bien, compra un carro y ya no está dependiendo de ellos. La realidad es que cuanto más próspero sea tu pastor o apóstol, más próspero serás tú. La bendición que él reciba descenderá sobre ti, y el mal que él viva vendrá sobre ti (Salmo 133:2; Oseas 4:9). La viuda dio de comer primero a Elías, y el Señor no se olvidó de ella.

La primicia multiplica la provisión. Cuando la viuda obedeció a Elías y le dio la pequeña torta cocida debajo de la ceniza como primicia, experimentó un milagro sorprendente. A pesar de que estaban en un tiempo de sequía y escasez, la harina de la tinaja no se agotó, y el aceite de la vasija no disminuyó, tal como Jehová lo había prometido por medio de Elías (1 Reyes 17:15-16). El Señor obra de maneras sorprendentes en tiempos de crisis. Cuanto más consumían, más aumentaba la provisión. Esto nos enseña que no es el ahorro, sino la dependencia en Dios lo que nos sostiene en tiempos difíciles.

Recordamos las palabras del Señor Jesús, que dijo: "Más bienaventurado es dar que recibir" (Hechos 20:35). Estamos comenzando el año 2009 y no se sabe cuándo terminará la crisis. Algunos tienen esperanzas en los cambios políticos o en las acciones gubernamentales. Sin embargo, la realidad es que el Señor sigue multiplicando la provisión para aquellos que confían en Él. Si no has dado tu primicia en la primera semana del año, no te preocupes, aún puedes hacerlo con fe y el Señor la aceptará y te bendecirá. En tiempos de crisis, como lo hizo la viuda, puedes liberar tu tierra a través de la primicia para que la bendición fluya, independientemente de las circunstancias en el mundo.

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