Incluir tiempos de oración en nuestro servicio infantil que realmente lleven a los niños a Dios es fundamental para que se conecten espiritualmente y desarrollen una relación personal con Él. Aquí te dejo algunos consejos prácticos para hacerlo de manera efectiva:
1. Haz que la oración sea sencilla y significativa
Utiliza un lenguaje que los niños puedan entender. No es necesario hacer oraciones largas o complejas. De hecho, las oraciones sencillas y directas son más efectivas para que los niños se conecten con lo que están diciendo. Puedes comenzar con algo como:
“Gracias, Dios, por este día. Te pedimos que nos ayudes a aprender más de Ti y a ser mejores amigos para los demás. Amén.”
Estas oraciones son fáciles de seguir y permiten que los niños comprendan lo que están pidiendo y agradeciendo.
2. Involucra a los niños en la oración
Invita a los niños a participar activamente en la oración. Pídeles que den gracias a Dios por algo específico, como su familia, sus amigos o algo que hayan aprendido. También puedes pedirles que oren por algo que les preocupe.
Ejemplo: “¿Alguien quiere decir algo por lo que está agradecido?” o “Vamos a orar por nuestros amigos que están enfermos. ¿Quién quiere decir una oración por ellos?”
3. Utiliza gestos para acompañar la oración
A veces, los niños responden bien cuando hay un componente físico en la oración. Puedes sugerirles que cierren los ojos, junten las manos o se arrodillen. Esto les ayuda a concentrarse y tomar en serio el momento de la oración. Incluso podrías enseñarles gestos como levantar las manos hacia el cielo cuando oran por algo especial, representando la adoración a Dios.
4. Haz la oración breve pero enfocada
La duración es clave. Los niños, especialmente los más pequeños, pueden perder la concentración si la oración es muy larga. Mantén la oración enfocada y breve, permitiendo que los niños también sientan que pueden hacer una oración rápida y sincera.
Por ejemplo, una oración de acción de gracias puede ser: “Gracias, Dios, por este día y por todo lo que nos das. Te amamos mucho. Amén.”
5. Enseña a orar de manera espontánea
Ayuda a los niños a entender que pueden hablar con Dios en cualquier momento, no solo cuando están en la iglesia o en la clase bíblica. Enséñales que pueden hablar con Dios de manera sencilla y espontánea. Puedes pedirles que oren en su lugar con voz muy bajita (No los oímos pero Dios los oye) por algo personal que tengan en mente, como una preocupación o un agradecimiento.
Ejemplo: “Vamos a tomar unos minutos de silencio. ¿Qué les gustaría decirle a Dios en este momento que sientan en su corazón? Pueden agradecerle por algo o pedirle ayuda.”
6. Conecta la oración con la lección del día
Relaciona la oración con el tema o versículo que se está enseñando. Si el tema es el amor de Dios, puedes hacer una oración enfocada en eso, pidiendo que Dios ayude a los niños a amar a los demás.
Ejemplo: “Gracias, Dios, porque nos amas. Ayúdanos a mostrar ese amor a nuestros amigos y a nuestra familia. Amén.”
7. Haz oraciones grupales
A los niños les encanta formar parte de algo grande. Las oraciones grupales donde todos oran juntos pueden ser poderosas. Puedes decir una oración en voz alta y pedirles que repitan después de ti, creando un sentido de unidad.
Ejemplo: “Repitan después de mí: ‘Gracias, Dios, por este día. Te pedimos que nos ayudes a ser amables. Amén.’”
8. Crea un ambiente de paz y reverencia
Antes de empezar la oración, invita a los niños a calmarse. Puedes decir algo como: “Vamos a hablar con Dios, así que vamos a sentarnos tranquilos y cerrar los ojos”. Esto les ayuda a prepararse mentalmente para el momento de oración, creando un espacio de respeto a su presencia y conexión con su Espíritu.
Incluir estos elementos en los tiempos de oración puede ayudar a los niños a acercarse más a Dios, hacer que la oración sea un momento importante y proporcionarles herramientas para orar ellos mismos en su vida diaria.
Te comparto algunas recomendaciones para diferentes momentos y grupos de edad:
1. Repetir la oración (para niños pequeños)
Para niños más pequeños (por ejemplo, de 4 a 7 años), es muy útil que repitan la oración después del maestro. Esto les ayuda a comprender cómo se hace una oración, lo que es apropiado decir y cómo enfocarse en lo que están pidiendo o agradeciendo a Dios. Además, les da una estructura para empezar a orar por sí mismos cuando sean más grandes.
Ejemplo: El maestro dice: “Gracias, Dios, por este día. Ayúdanos a ser amables con nuestros amigos.” Los niños repiten después de él: “Gracias, Dios, por este día. Ayúdanos a ser amables con nuestros amigos.”
2. Orar por sí mismos (para niños mayores)
A medida que los niños crecen (alrededor de los 8 a 12 años), es recomendable fomentar que oren por sí mismos. Esto les da una oportunidad de conectar personalmente con Dios y les ayuda a desarrollar una relación más íntima con Él. El maestro puede guiarlos inicialmente con una breve introducción, pero luego es mejor darles un espacio para que oren de manera espontánea.
Ejemplo: “Ahora, tomemos un momento de de voz baja para que cada uno hable con Dios en su corazón. Pueden agradecerle, pedirle ayuda o hablarle sobre algo que les preocupa.”
3. Silencio mientras el maestro ora (para grupos pequeños o grandes)
Si el maestro está dirigiendo una oración grupal, especialmente con niños más pequeños, es recomendable que los niños guarden silencio mientras el maestro ora. Esto crea un ambiente de respeto y concentración, donde los niños pueden escuchar lo que se dice y conectarse con el momento.
El maestro puede dirigir una oración breve y clara, y los niños pueden seguir con su mente y corazón, sin necesidad de hablar en voz alta.
Al final todos dicen Amén.
4. Orar bajito (para momentos de oración grupal o individual)
Si la oración se hace en grupo y el maestro da un tiempo para orar individualmente, los niños pueden orar en voz baja. El maestro puede dar una instrucción clara para que oren en voz baja para no distraer a los demás, mientras cada niño expresa su oración de manera personal.
Ejemplo: “Ahora, vamos a tomar un momento de silencio para que cada uno ore a Dios en su corazón. Recuerda que puedes hablar con Él en cualquier momento, de cualquier manera.”
En resumen:
- Niños pequeños: Es mejor que repitan la oración, ya que les ayuda a aprender y entender cómo orar.
- Niños mayores: Fomentar la oración espontánea les da la oportunidad de hablar con Dios de manera personal.
- Durante una oración grupal: Guardar silencio y seguir la oración del maestro o permitir que oren en silencio en su corazón.
Lo importante es que cada niño se sienta cómodo y tenga la oportunidad de conectarse con Dios en oración de acuerdo a su edad y nivel de madurez.
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