El que te corona de favores


El que te corona de favores

En la serie anterior hablamos de cómo los hombres de Dios lograron grandes cosas a través de la *emuná*, pero esa es solo una cara de la moneda. Necesitamos entender el otro lado, porque aunque los hombres puedan creer con todas sus fuerzas, ¿qué son sin el favor de Dios? Aunque tengamos fe, estamos limitados por nuestras capacidades, habilidades y recursos. Nuestro esfuerzo solo nos llevará hasta donde podemos llegar por nuestros propios medios. Pero esto no es así cuando hablamos del favor de Dios. El favor de Dios es lo que puede hacer aquello que va más allá de nuestras capacidades. Para nuestra bendición, Dios nos ha dado su favor.

El que te corona de favores y misericordias. Salmo 103:4b

El salmista llama a su alma a bendecir a Dios por todos los beneficios que ha recibido, tanto espirituales como físicos, de los cuidados que Dios ha tenido con él. Pero en especial, el salmista bendice a Dios por las veces en que lo ha favorecido. Si hay algo que debemos anhelar y pedir a Dios es su favor.

La semana pasada hablamos sobre Ester y su valentía para cumplir el propósito de Dios. Sin embargo, su valentía no sería suficiente si no hubiera hallado gracia ante el rey, y esa gracia fue el resultado del favor de Dios sobre ella. Así que, por un lado, necesitamos fe y seguridad para lograr grandes cosas, pero por otro lado, necesitamos el favor de Dios sobre nuestras vidas, y Ester es un claro ejemplo de esto.

 El favor de Dios te llevará donde no te imaginas

Y la doncella agradó a sus ojos, y halló gracia delante de él, por lo que hizo darle prontamente atavíos y alimentos, y le dio también siete doncellas especiales de la casa del rey; y la llevó con sus doncellas a lo mejor de la casa de las mujeres. Ester 2:9

Todos queremos oportunidades en la vida. Queremos que, en algún momento, la vida nos sonría, y tengo una buena noticia: el favor de Dios hace eso en nuestra vida. A veces, las oportunidades llegarán de forma notable y debemos aprovecharlas, pero tengo la impresión de que las oportunidades más importantes de nuestras vidas no siempre se presentan de manera evidente. Pueden parecer parte de nuestra normalidad o surgir en circunstancias difíciles, pero aun así, es posible que estemos experimentando el favor de Dios.

Esto es lo que sucedió con Ester. Dejando a un lado lo complejo de la elección de la nueva reina, esta era una oportunidad única, ya que estamos hablando de una selección de jóvenes vírgenes de todo el vasto imperio persa, que abarcaba 127 provincias, desde la India hasta Etiopía. Posiblemente fueron cientos o incluso miles de doncellas en un imperio con unos 50 millones de habitantes en su apogeo. Aun así, la oportunidad de Ester representaba el favor de Dios sobre ella.

Poco a poco, Ester se abrió paso con el favor de Dios de su lado, agradando primeramente al eunuco Hegai, quien fue clave para que Ester se posicionara mejor en la elección. ¿Cómo sucedió? Por el puro favor de Dios. Ester no conocía a nadie en ese lugar, pero Dios sí. Muchas veces nos frustramos porque no contamos con los recursos o influencias que creemos necesitar, pero recuerda: Dios tiene más influencia que cualquiera en este mundo, y sus recursos son ilimitados. Esta es una lección para nosotros: a veces no tenemos que buscar personas que nos favorezcan, a veces ellas llegan solas a nuestra vida. Y si alguien no ha llegado, es posible que no lo necesitemos.

El favor de Dios te puede llevar muy lejos, sin recursos ni influencias, más allá de lo que puedas imaginar.

 Todo se está moviendo a tu favor

Cuando le llegó a Ester, hija de Abihail, tío de Mardoqueo, quien la había tomado por hija, el tiempo de venir al rey, ninguna cosa procuró sino lo que dijo Hegai, eunuco del rey, guarda de las mujeres; y ganaba Ester el favor de todos los que la veían. Ester 2:15

Algo que resuena en mi corazón sobre esta historia es cómo Dios muchas veces obra en silencio. He encontrado tantas lecciones maravillosas sobre la manifestación de Dios en nuestras vidas en un libro que ni siquiera menciona su nombre.

Tal vez el favor de Dios no te dará los recursos, pero el favor de Dios puede llevarte a donde tus recursos no pueden. Como ya dijimos, eran muchas las candidatas, y seguramente algunas tenían mejor educación, más recursos o mejor vida, y no tenían que ocultar su nacionalidad. ¿Qué probabilidad tenía Ester de ganar? Pero en lo secreto, Dios estaba moviendo su favor hacia ella. Hay cosas que aspiramos porque creemos que somos aptos para lograrlas, pero estoy seguro de que Ester no aspiró a ser reina cuando era niña, y la vida la sorprendió. A veces llegamos a lugares que no imaginábamos, ¿cómo? Con el favor de Dios.

Tal vez el camino te parece difícil o te preocupa no tener la preparación suficiente, pero Ester tampoco la tenía y aun así ganó.

Como dice el canto: Dios va al frente abriendo caminos. Él está obrando en el silencio de nuestras vidas, haciendo sus movimientos para que seamos favorecidos. Él está acomodando todo para que llegues a donde su favor quiere colocarte.

Favor para cumplir el propósito de Dios

El rey amó a Ester más que a todas las mujeres, y ella halló gracia y favor delante de él más que todas las demás jóvenes vírgenes. Él puso la corona real sobre su cabeza y la proclamó reina en lugar de Vasti. Ester 2:17 (RVA 2015)

Me encanta cómo lo dice la versión PDT:

Al rey le gustó Ester mucho más que cualquier otra. Ester se convirtió en su favorita, y el rey le puso una corona en la cabeza y la nombró nueva reina en lugar de Vasti. Ester 2:17 (PDT)

Hay sueños que solo Dios puede cumplir, puertas que solo Dios puede abrir, lugares que solo Dios puede entregar. Hay bendiciones que no nos tocaban, pero estábamos ahí en el momento justo. ¿Fue casualidad? No, fue el favor de Dios.

Debemos reconocer también que Ester tenía cualidades como humildad, sabiduría, obediencia y valor, que la hicieron el canal adecuado para el favor de Dios. No buscó su propio beneficio, sino que fue fiel a lo que Dios le pidió. El favor de Dios sobre ella no se basó únicamente en lo que tenía o hacía, sino en Su plan soberano y el propósito que tenía para ella desde el principio. Esto nos enseña que el favor de Dios no depende solo de nuestras habilidades, sino de nuestra disposición a cumplir Su voluntad y ser instrumentos en Sus manos.

Como sabemos, con su valentía, Ester salvó a todo su pueblo de la aniquilación.

Si quiero el favor de Dios, debo estar dispuesto primero a cumplir su propósito en mi vida.

La coronación de Ester como reina fue la manifestación visible del favor de Dios que estuvo con ella y la rodeó desde el principio.

Antes de que Ester fuera coronada reina del imperio persa, ya había sido coronada con los favores de Dios. Los favores no llegaron con la corona, sino la prepararon para recibirla. Desde su vida en la casa de Mardoqueo hasta su selección como candidata para la realeza, el favor de Dios guiaba cada paso y cada decisión, abriendo puertas y creando oportunidades en momentos claves de su vida.

El Salmo 103:4 dice: "El que te corona de favores y misericordias". Dios nos rodea con Su gracia y Su amor, mucho antes de que podamos ver o entender las bendiciones que están por venir. Al igual que Ester, cada uno de nosotros ha sido precedido por el favor divino que prepara nuestro camino y nos da la gracia necesaria para enfrentar los desafíos y aprovechar las oportunidades que se nos presenten en la vida.


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