Emuná más allá de la lógica


Emuná más allá de la lógica


En días anteriores, mientras preparaba una clase, me encontré con una palabra hebrea con un significado profundo: emuná. Tal vez ya la has escuchado antes, pero es importante entender que no es lo mismo hablar de “fe” en términos generales que profundizar en el concepto de “emuná”. La palabra “fe” puede ser familiar, pero puede dejarnos cortos en cuanto a su profundidad. Por eso, es esencial recordar “emuná”.


Algunos dicen que “emuná” significa “estar en calma a pesar de no tener aún todas las respuestas”. Si bien es una forma poética de definir la palabra, *emuná* es mucho más que eso. Es una confianza profunda y constante que no solo implica creer en algo, sino vivir esa creencia con firmeza y lealtad. Se trata de una fe activa, que se manifiesta en nuestras acciones diarias, manteniéndonos fieles a lo que creemos, incluso frente a las dificultades.


Durante este mes, hablaremos de algunas historias que espero nos inspiren a vivir la emuná en nuestras vidas, porque son precisamente esas historias las que requieren más que fe, requieren acción, lealtad y perseverancia. Nos recuerdan que para triunfar no solo se trata de creer, sino de esforzarnos más allá de la fe.


En la Biblia, una historia que ilustra cómo funciona la emuná es la famosa batalla de Jericó. Aunque es una historia antigua y diferente de lo que vivimos hoy, enfrenta situaciones que a menudo experimentamos en nuestra vida actual, desafiándonos a ir más allá de la fe común. Veamos cuáles son esas situaciones y cómo nos enseñan sobre emuná:


Confianza en Instrucciones Divinas Inusuales


Ahora, Jericó estaba cerrada, bien cerrada, a causa de los hijos de Israel; nadie entraba ni salía. Mas Jehová dijo a Josué: "Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó y a su rey, con sus varones de guerra. Rodearéis, pues, la ciudad todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez; y esto haréis durante seis días" (Josué 6:1-2).


La ciudad de Jericó estaba fuertemente fortificada debido a su muralla; tomar la ciudad era una tarea prácticamente imposible de lograr. La estrategia que Dios les dio contra Jericó era completamente irracional desde un punto de vista militar y humano por varias razones.


La idea de marchar alrededor de una ciudad fortificada durante siete días, sin utilizar armas de asedio ni intentar escalar o derribar los muros, era completamente absurda si planeaban tomar la ciudad. No se realizaba ningún ataque directo, ni se minaban los muros, ni se utilizaban arietes, lo que habría sido esperado en una batalla contra ese tipo de ciudad.


En lugar de un ataque físico, el plan era realizar actos simbólicos y espirituales, como el toque de trompetas y el grito del pueblo. Esto debió parecer una broma para los habitantes de Jericó y, sin duda, los colocaba como un blanco seguro para los ataques desde una posición elevada.


Así que la estrategia dependía completamente de la intervención divina para el éxito. Sin la obra de Dios, no había ninguna garantía física o lógica de que pudieran ganar esa batalla.


Por todas estas razones, la estrategia contra Jericó parecía irracional desde la perspectiva humana, pero era precisamente esta irracionalidad lo que requería una fe profunda en la dirección divina y en el poder de Dios.


Eso es emuná: una confianza profunda en Dios, especialmente en momentos en los que lo que Él nos pide parece no tener sentido desde nuestra perspectiva. Hay ocasiones en las que nuestra fe es desafiada, Dios nos da indicaciones que, a primera vista, parecen ilógicas o irracionales. Nos pide hacer cosas que no entendemos completamente, y es en esos momentos cuando emuná debe hacerse presente.


Creo que alguna vez te has visto en una situación donde tomar una decisión lógica parecería la mejor opción, pero sientes que Dios te está guiando por un camino diferente, uno que no tiene sentido para ti o para los que te rodean. Por ejemplo, dejar un trabajo seguro por uno incierto, pero que sientes que es donde Dios te quiere.


O quizás Dios te está pidiendo que renuncies a algo que valoras mucho, algo que te cuesta dejar atrás. Aunque parece ilógico, la emuná nos ayuda a confiar en que hay un propósito mayor detrás de lo que Dios nos está pidiendo.


De eso se trata emuná: es confiar en Dios incluso cuando los métodos o resultados no son evidentes o lógicos para nosotros. Es creer que Dios tiene un plan mayor, incluso cuando no podemos verlo.


Más adelante leemos: "Y dijo al pueblo: Pasad, y rodead la ciudad; y los que están armados pasarán delante del arca de Jehová" (Josué 6:7).


Leer todo el pasaje de cómo Josué obedeció sin titubear nos llevaría tiempo, pero es claro que, inmediatamente, puso en marcha el mandato de Dios.


Perseverancia en el Propósito


Además de confiar en Dios en situaciones que parecen irracionales, lo siguiente es la importancia de la perseverancia en el propósito. Los israelitas marcharon alrededor de Jericó durante seis días sin ver resultados inmediatos. Esta falta de resultados inmediatos puede ser desalentadora y muy frustrante; sé lo difícil que es continuar haciendo algo que no da señales de mejoría o cambios, pero los israelitas perseveraron en su propósito porque confiaban en lo que Dios había prometido.


La perseverancia es señal de fidelidad. Los israelitas siguieron las instrucciones de Dios al pie de la letra, sin desviarse ni cuestionar el proceso. Esta fidelidad fue el reflejo de su confianza en que el plan divino, aunque parecía inusual, llevaría al éxito.


Perseverar en el propósito, aun cuando los problemas se acumulen y no haya señales claras de éxito, demanda una fe inquebrantable y un espíritu firme. Es en esos momentos de incertidumbre donde se forja el verdadero carácter, y la resiliencia se convierte en la llave que abre puertas a victorias inimaginables. Mantenerse fiel al objetivo divino, a pesar de todo, es lo que nos lleva a experimentar el poder transformador de Dios en nuestras vidas.


Confianza en la Poderosa Intervención Divina


Al séptimo día se levantaron al despuntar el alba, y dieron vuelta a la ciudad de la misma manera siete veces; solamente este día dieron vuelta alrededor de ella siete veces (Josué 6:15).


Entonces el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron las bocinas; y aconteció que cuando el pueblo hubo oído el sonido de la bocina, gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó. El pueblo subió luego a la ciudad, cada uno derecho hacia adelante, y la tomaron (Josué 6:20).


No hay otra explicación para esto que la mano poderosa de Dios interviniendo. Sabemos que Dios interviene cuando actúa directamente en una situación, alterando el curso normal de los eventos para cumplir su propósito y salvando a quienes confían en Él. Esta intervención puede manifestarse de muchas formas, desde milagros evidentes y palpables hasta soluciones inesperadas a problemas que parecen imposibles de resolver, y no podemos decir que no es otra cosa más que un milagro.


Pero para ver la obra de Dios en nuestras vidas es necesario creer que Él tiene control sobre todas las situaciones, incluso aquellas que parecen imposibles o fuera de tu alcance, y debemos estar seguros de que su intervención será en el momento y de la manera correctos; Dios tiene tiempos perfectos.


Debemos aprender a orar con fe; la oración fortalece nuestra confianza en Dios, recordándonos que no estamos solos en la lucha. Satanás no quiere que ores porque cada vez que oras tu fe se fortalece.


Debemos estudiar y, sobre todo, meditar en las promesas que Dios ha hecho en la Biblia. Hacerlo nos da una base sólida para confiar en que Dios actuará a nuestro favor.


Y una de las cosas más poderosas que podemos hacer es reflexionar sobre momentos anteriores en los que hemos visto a Dios actuar en nuestra vida o en la vida de otros; eso reforzará nuestra fe y nos recordará que Dios puede hacerlo de nuevo. 


Como cristianos muchas veces nos enfrentamos a situaciones que desafían nuestra comprensión y ponen a prueba nuestra confianza. La historia de la batalla de Jericó nos recuerda que emuná es más que una simple creencia; es una confianza profunda y activa en Dios, incluso cuando Su dirección parece ilógica y sus métodos inusuales.


Hoy pido a Dios que cada desafío que enfrentes sea una oportunidad para fortalecer tu emuná. Que cada paso que des, aunque no veas el camino claramente, te acerque más a una fe viva y activa, y que cada prueba sea una oportunidad para ver la mano de Dios intervenir de maneras sorprendentes y poderosas que no imaginabas.


Permite que la  emuná te inspire a vivir con una fe valiente y obediente, a confiar en los planes de Dios y a experimentar Su poder en tu vida. Que, así como las murallas de Jericó cayeron, cualquier obstáculo que enfrentes sea derribado por el poder de Dios obrando en tu vida.

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