Un dios a nuestra imagen


Un dios a nuestra imagen

Como mencionamos en temas anteriores, la iglesia es muy diversa y, al serlo, es natural que haya una amplia variedad de gustos dentro de ella. Sin embargo, cuando no entendemos esto, surge uno de los mayores peligros para la salud de la iglesia: crear un dios conforme a nuestra imagen.

Quiero aclarar que no hay nada de malo en tener gustos diferentes; esto contribuye a la gran variedad de iglesias alrededor del mundo que buscan alcanzar a diferentes personas, cumpliendo así la gran comisión de llegar a todo el mundo. El problema surge cuando nuestras preferencias se convierten en reglas y comenzamos a condenar a quienes no están de acuerdo con nosotros.

Una clave para la salud de la iglesia es aprender a convivir con las diferencias de los demás, especialmente en cuanto a gustos. El problema real surge cuando alguien no está dispuesto a ceder en este aspecto, y esto puede deberse a varias razones:

1. Falta de flexibilidad: A veces, los creyentes se aferran demasiado a sus preferencias personales y no están dispuestos a adaptarse a las necesidades y gustos de los demás.

2. Creencia en la superioridad: Algunos pueden creer sinceramente que su manera de hacer las cosas es la mejor o la única correcta, lo que puede llevarlos a imponer sus gustos como norma para todos.

3. Control o poder: En algunos casos, imponer gustos puede ser una forma de ejercer control sobre otros, buscando que la comunidad funcione según su criterio.

4. Inseguridad o miedo al cambio: Las personas pueden imponer sus gustos debido a la inseguridad o el temor al cambio, prefiriendo mantener las cosas como están o como les son cómodas.

5. Falta de empatía: Puede ocurrir que alguien imponga sus gustos sin considerar cómo afecta a los demás, mostrando una falta de empatía hacia las necesidades y preferencias de otros miembros de la comunidad.

Por esto es importante que la iglesia tenga una estructura fuerte, definida y estable, para prevenir este tipo de conflictos. Como ocurrió en tiempos de Moisés, cuando los hombres decidieron hacer un dios a su imagen, es importante aprender de esta historia tan relevante.

I. Sin liderazgo hay desorden.

Cuando el pueblo vio que Moisés tardaba en bajar del monte, la gente se congregó alrededor de Aarón, y le dijeron: Levántate[a], haznos un dios que vaya[b] delante de nosotros; en cuanto a este Moisés, el hombre que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. Éxodo 32. 1

Aquí cabe el meme de "los descuidé cinco minutos y ya están haciendo un becerro de oro". La primera oportunidad para que se impongan preferencias es la ausencia o la falta de liderazgo; si no hay líder, alguien tiene que hacerse cargo. Es por esto que es importante que todos tengamos un líder o un mentor, y asegurarnos de que ese líder tenga una dirección correcta. Cuando el pueblo dejó de ver a Moisés, comenzaron a idear soluciones; al no haber líder, buscaron al segundo al mando.

Otro factor importante es que si no hay un líder que seguir, es fácil que se vean influenciados por ideas del exterior. De alguna manera, Israel recordaba la forma de adoración de los egipcios a través de esculturas, por lo que quisieron imitarlos. Hoy en día, hay mucha influencia de diversas partes y la iglesia debe aprender a discernir, conocer la Escritura y evaluar antes de adoptar doctrinas o prácticas de otros.

Otro factor más es la presión: el pueblo presionó a Aarón para que les hiciera un dios que pudieran adorar. A veces, el liderazgo es débil de carácter y es influenciable ante la presión de los demás. En algunos sectores, no es el pastor la autoridad local de la iglesia, sino algún líder que ejerce presión o tiene demasiada influencia como para que el pastor se arriesgue a perderlo.

Es importante que el liderazgo de la iglesia siempre este fortaleciéndose en formación y entrenamiento, para tener una dirección adecuada sobre la iglesia. Esto permitirá que haya una enseñanza y discipulado efectivo para que los miembros sepan discernir entre las enseñanzas bíblicas y las influencias externas..

II. La ausencia de Dios crea ídolos.

Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos. 3 Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y los trajeron a Aarón; 4 y él los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto. 5 Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo: Mañana será fiesta para Jehová. Éxodo 32.2-5

La falta de conexión con Dios se refleja en el desconocimiento real de quién es Él. Cuando los cristianos no están conectados a Dios, terminan creando su propia versión de Dios, adaptándola a sus gustos y formas. Al no conocerlo bien, o al no verlo de manera tangible, se lo imaginan según sus ideas y necesidades.

¿Por qué Aarón hizo un becerro? Porque esa forma tenía significado para ellos, recordaba las deidades de Egipto, donde vivieron por muchos años. No es que Israel quisiera cambiar a Dios; más bien, le dieron otra imagen. Querían algo que pudieran ver y tocar, algo familiar para ellos.

Similarmente, algunos cristianos no abandonan la fe, pero la adaptan para que sea más conveniente para ellos. En lugar de seguir fielmente lo que la Biblia enseña sobre Dios, modifican su imagen de Dios para que se ajuste a sus preferencias y estilos de vida. Esto ocurre porque no están verdaderamente conectados a Dios, y su conocimiento de Él es superficial o distorsionado.

III. Más de Él, menos de mí

Entonces Moisés oró en presencia de Jehová su Dios y dijo: “Oh Jehová, ¿por qué se encenderá tu furor contra tu pueblo, que Tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y con mano fuerte? ¿Por qué han de decir los egipcios: ‘Para mal los sacó, para matarlos en los montes y para exterminarlos de sobre la faz de la tierra’? Vuélvete del ardor de tu ira y arrepiéntete de este mal contra tu pueblo. Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel tus siervos, a quienes has jurado por Ti mismo, y les has dicho: ‘Yo multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo; y daré a vuestra descendencia toda esta tierra de que he hablado, y la tomarán por heredad para siempre.’” Entonces Jehová se arrepintió del mal que había dicho que haría a su pueblo. (Éxodo 32:11-14)

Con mucha razón, Jesús lo dijo:

“Jesús contestó: —El error de ustedes es que no conocen las Escrituras ni el poder de Dios.” (Mateo 22:29)

Para tener una visión clara de la iglesia, son necesarias dos cosas: conocer las Escrituras y experimentar el poder de Dios. Eso nos preserva del error. Y eso hacía la diferencia entre Moisés y el pueblo. Moisés tenía una relación muy especial con Dios. Dios le habló directamente en varias ocasiones, como en la zarza ardiente y en el monte Sinaí. Estas experiencias fortalecieron su fe y le dieron una comprensión clara de quién era Dios. Recordemos que Dios dejó esto muy claro a María y Aarón.

Cuando vivimos en verdadera comunión con Dios, la imagen de Dios vive en nosotros. Aprendemos a amar en lugar de condenar a aquellos que no hacen lo que nosotros queremos. Cuando dejamos que Dios sea más en nosotros, entendemos que se trata de Él y no de nosotros. El problema con algunos creyentes es que asumen que lo que ellos quieren es lo que Dios quiere.

Pasar tiempo en la presencia de Dios y leer las Escrituras nos enseña a entender cuál es la verdadera adoración que a Dios le agrada.

Recuerda la conversación entre la mujer samaritana y Jesús, cuando ella preguntaba si se debía adorar en Jerusalén o en el monte de Samaria. Jesús le respondió que la verdadera adoración no se trata de un lugar específico, sino de adorar a Dios en espíritu y en verdad. De manera similar, en la iglesia hoy en día, no se trata de las formas, los lugares o las maneras específicas de adorar. Lo que realmente importa es que la adoración provenga del corazón y sea genuina.

Las personas quieren que se adore en el templo, pero la Biblia nos enseña que también se puede adorar en las casas. Las personas quieren que se adore solo en un estilo, pero la Biblia no establece una regla para un único estilo de adoración. No podemos imponer nuestro gusto o preferencia en la iglesia como si fuera la ley, especialmente cuando se trata de asuntos que solo causan división por gustos personales.

En la diversidad de la iglesia, es fundamental entender que no se trata de imponer nuestras preferencias personales como si fueran la única manera correcta de adorar a Dios. Así como Moisés, quien tuvo una conexión profunda con Dios y comprendió Su voluntad, debemos también nosotros acercarnos a Dios con un corazón sincero y en verdadera comunión con Él. La verdadera adoración no se basa en formas o lugares específicos, sino en adorar a Dios en espíritu y en verdad. Debemos aprender a valorar las diferencias, evitar imponer nuestras ideas y buscar siempre que nuestra adoración y prácticas reflejen lo que Dios realmente desea de nosotros.

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