Revive tu Sueño - Parte 2


Revive tu Sueño - Parte 2

La semana pasada hablamos acerca de cómo muchas personas pueden sentirse como si sus sueños hubieran muerto o se hubieran perdido. Sin embargo, es posible revivir esos sueños, y hay ciertas verdades fundamentales que debemos recordar para lograrlo.

Primero, es crucial entender que Dios no tiene prisa. Jesús se tomó su tiempo para responder al llamado de Marta porque había un tiempo perfecto para obrar en sus vidas. Segundo, debemos aprender a comprender el lenguaje de Dios. A menudo, tendremos que ir a lugares que no deseamos o interpretar correctamente lo que Dios nos está diciendo, como cuando Jesús habló a sus discípulos sobre el plan de ir a Judea.

Finalmente, debemos mantener nuestra fe en medio de la crisis, incluso cuando parezca imposible. En medio de la adversidad, es importante recibir la revelación de Dios para nuestras vidas, como cuando Jesús le dijo a Marta que Él era la resurrección. Jesús se estaba revelando de una manera muy particular porque ese era el milagro que estaba a punto de hacer en sus vidas.

Hoy, continuaremos aprendiendo verdades de esta historia. Primero, aprenderemos que Dios entiende nuestro dolor, reflejado en la emoción de Jesús cuando se conmovió con María. Segundo, hablaremos sobre la importancia de quitar cualquier obstáculo de duda, representado por el acto de Jesús al quitar la piedra del sepulcro, permitiéndonos ver completamente el milagro. Finalmente, hablaremos sobre el acto de gratitud y cómo agradecer a Dios es esencial para mantener vivos nuestros sueños y esperanzas.

Estos puntos nos mostrarán que incluso en los momentos más oscuros, hay esperanza y posibilidad de resurrección para nuestros sueños.

Dios entiende tu dolor

¿Alguna vez has sentido que parece que a Dios no le importa lo que estás pasando? ¿Que parece que te ha abandonado? Es posible que en algún momento la tardanza de la respuesta de Dios nos haga dudar de su bondad y de su amor. Sin embargo, nunca debemos poner en duda el amor de Dios por nosotros. Y lo podemos ver claramente hoy. La Biblia dice:

"Cuando María llegó adonde estaba Jesús y lo vio, se arrojó a sus pies y dijo: —Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Al ver llorar a María y a los judíos que la habían acompañado, Jesús se turbó y se conmovió profundamente. —¿Dónde lo han puesto? —preguntó. —Ven a verlo, Señor —le respondieron. Jesús lloró. —¡Miren cuánto lo quería! —dijeron los judíos. Pero algunos de ellos comentaban: —Este, que le abrió los ojos al ciego, ¿no podría haber impedido que Lázaro muriera?" Juan 11:32-37

Amo cómo Jesús se conmueve. Su muestra de empatía por ellos es tan palpable. Jesús sabía que Lázaro iba a resucitar; Jesús tenía razones para no entrar en sentimientos de tristeza. Su seguridad, su fe, su poder... había tantas razones. Pero Jesús se conmueve, demostrando su empatía. Eso significaba lo mucho que le importaban las personas y lo mucho que le dolían. El dolor de ellos era el dolor de Jesús y su humanidad también se demostraba. Era Dios, por supuesto, pero también era hombre y su humanidad queda muy clara al dolerse como cualquier otra persona.

Así que Jesús siente nuestro dolor. La Biblia dice:

“El Señor está cerca de los que tienen quebrantado el corazón; él rescata a los de espíritu destrozado” Salmo 34:18 (NTV).

El mundo y el diablo disfrutan diciendo que Dios es insensible al dolor ajeno. Esa es una de las principales estrategias del diablo: presentarte a un Dios al que no le importas, como si fuera malo o egoísta. Así la serpiente quiso engañar a Eva. Pero Dios te ama en toda la amplitud de la palabra. Te ama desde que te creó. Nadie mejor que tu creador para entenderte.

“Él es quien formó el corazón de todos, y quien conoce a fondo todas sus acciones” Salmo 33:15 (NVI).

Además, Jesús se hizo hombre y conoce el dolor humano ya que lo vivió. Conoce el hambre, la sed, la tristeza, el cansancio. Nadie mejor que Jesús para entenderte.

“Nuestro Sumo Sacerdote comprende nuestras debilidades, porque enfrentó todas y cada una de las pruebas que enfrentamos nosotros, sin embargo, él nunca pecó” Hebreos 4:15 (NTV).

Pero aún más que eso, Dios a través de su Espíritu también nos entiende y lo expresa cuando oramos.

“Del mismo modo, y puesto que nuestra confianza en Dios es débil, el Espíritu Santo nos ayuda. Porque no sabemos cómo debemos orar a Dios, pero el Espíritu mismo ruega por nosotros, y lo hace de modo tan especial que no hay palabras para expresarlo” Romanos 8:26 (TLA).

En el momento cuando te sientas débil, triste, o solo, clama a Dios y podrás sentir cómo el Espíritu de Dios te muestra su amor a través de su presencia en tu vida.

 Jesús quiere glorificarse

Conmovido una vez más, Jesús se acercó al sepulcro. Era una cueva cuya entrada estaba tapada con una piedra. 39 —Quiten la piedra —ordenó Jesús. Marta, la hermana del difunto, objetó: —Señor, ya debe oler mal, pues lleva cuatro días allí. 40 —¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios? —le contestó Jesús. Juan 11.38-40

Desde el principio, Jesús dijo que la enfermedad de Lázaro no era para muerte, sino para glorificarse. Él quiere hacer algo muy grande y tiene que preparar el escenario para hacerlo. A veces nos desesperamos porque Dios no responde en el momento que lo pedimos, pero debemos entender que, en ocasiones, espera precisamente porque quiere obrar milagrosamente. Quiere ir más allá de lo natural, de lo esperado, de lo imaginado. Y para que esto sea así, tienes que encontrarte al límite.

La piedra ya estaba puesta; esto significaba el fin de la ceremonia de entierro de Lázaro. Era lo último que se hacía. De acuerdo a Marta, Lázaro ya hedía, lo que significaba que había llegado en el momento en el que toda esperanza se había terminado. De ahí que las hermanas dijeran: "Si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto". Pero Jesús tiene un propósito: Él va a glorificarse, así que pide que quiten la piedra. ¿Con que fin pide Jesús que la piedra sea quitada? 

 1. Jesús quería ver fe y obediencia

Jesús quería ver fe y obediencia. Al pedirles que quitaran la piedra, les estaba desafiando a actuar en obediencia a su palabra, a pesar de que hacerlo no tenía sentido desde una perspectiva humana. Este sería el primer paso de fe de las hermanas, fe en su poder y en lo que Él iba a hacer.

 2. Jesús quería eliminar barreras físicas y espirituales

La piedra no solo era una barrera física que impedía que Lázaro saliera del sepulcro al resucitar, sino que también representaba barreras espirituales, como la duda, el miedo y la incredulidad. Al quitar la piedra, Jesús estaba eliminando estas barreras, preparándolos para el milagro que estaba a punto de realizar.

 3. Jesús quería revelar la gloria de Dios

Jesús quería revelar la gloria de Dios. Al quitar la piedra y ver a Lázaro salir del sepulcro, todos los presentes fueron testigos directos de un milagro poderoso. Él no quería que hubiera duda alguna del milagro; tenían que verlo en vivo y a todo color.

 4. Jesús quería aumentar la expectativa

Parte de glorificarse era aumentar la expectativa. Imaginen por un momento a todos observando mientras la piedra es removida. El acto de quitar la piedra aumentó la expectativa y la tensión entre los presentes. Todos sabían que Lázaro había estado muerto y enterrado durante cuatro días, lo que hacía que el milagro de su resurrección fuera aún más impresionante y evidente como una obra divina.

Jesús quería glorificarse y lo hizo de manera extraordinaria. Pocos milagros fueron tan evidentes y contundentes para las personas como este.

3. Dale gracias a Dios.

Entonces quitaron la piedra. Jesús, alzando la vista, dijo: —Padre, te doy gracias porque me has escuchado. 42 Ya sabía que siempre me escuchas, pero lo dije por la gente que está aquí presente, para que crean que tú me enviaste. 43 Dicho esto, gritó con fuerza: —¡Lázaro, sal fuera! 44 El muerto salió con vendas en las manos y en los pies, y el rostro cubierto con un sudario. —Quítenle las vendas y dejen que se vaya —dijo Jesús. Juan 11:41-44

En Juan 11:41-42, Jesús hace una demostración profunda de fe antes de realizar el milagro de resucitar a Lázaro. Al dar gracias a Dios antes de que Lázaro saliera de la tumba, Jesús nos sigue enseñando principios cruciales para revivir nuestra vida y nuestros sueños.

Cuando Jesús dijo: "Padre, te doy gracias porque me has oído. Yo sabía que siempre me oyes...", nos recuerda que agradecer por algo que hemos recibido se llama gratitud y agradecer por algo que vamos a recibir se llama fe. Jesús nos enseña que la verdadera fe no espera a ver la respuesta para dar gracias. Era claro que Jesús estaba seguro del poder y la voluntad de Dios para obrar.

El apóstol Pablo dijo:

"Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús." Filipenses 4:6-7

Pablo dice que debemos orar y que la oración debe ir acompañada con acción de gracias. Por lo general, nosotros damos gracias a Dios cuando algo ya está hecho, pero debemos aprender a dar gracias como Jesús, antes de que Lázaro haya resucitado, antes de que el milagro haya ocurrido.

La historia extraordinaria de la resurrección de Lázaro nos enseña que, aunque a veces parezca que Dios está lejos o que no nos entiende, en realidad Él siente nuestro dolor profundamente. Jesús mismo mostró compasión y empatía ante la pérdida de Lázaro, demostrando que comprende nuestras debilidades y sufrimientos. Además, al pedir que quitaran la piedra del sepulcro, Jesús nos enseñó a confiar en su poder para superar las barreras que parecen insuperables. Finalmente, al dar gracias antes de realizar el milagro, nos mostró la importancia de la fe y la gratitud anticipada como clave para ver sus maravillas en nuestras vidas.

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