Durante este tiempo hemos hablado sobre los sueños. La pregunta aquí es: ¿Cuántos han retomado o reconocido sus sueños? Todos, en algún momento, hemos tenido sueños, cosas que nos han inspirado en la vida. Pero en algún momento a algunos les llega a suceder que dejan de soñar, y lo que puede ser peor, que no tienen el deseo o el interés por volver a soñar o al menos eso es lo que piensan. Pero la realidad es que la razón por la que hoy no están soñando se debe a varios factores en sus vidas, como:
La vida difícil. Muchos han tenido una vida difícil llena de descontentos y frustraciones, intentos fallidos que les han robado el deseo de soñar, que han creado temores en su interior que no les permite ilusionarse nuevamente con nada, perdiendo así toda motivación. Por otro lado, están quienes siguen teniendo luchas en sus vidas que no les permiten ni les dan tiempo para volver a ver sus sueños. No es que no quieran soñar o no les importe, es solo que están muy ocupados para soñar. Esto también incluye gente desgastada tratando de solo vivir en este mundo al que ya no le encuentra razón para emocionarse.
Viviendo la vida de otros. También están quienes no viven un sueño propio sino la vida de alguien más; todo gira en el deseo de una segunda persona. Esto es interesante porque algunos creen tener un sueño, pero no es así; tienen el de alguien más. Lo más común es el sueño de un padre que un hijo está viviendo, todo lo que el padre no pudo hacer o lograr se ve proyectado en el esfuerzo del hijo; hijos que todo el tiempo están haciendo tareas o actividades para tener contentos a sus padres, y ganarse el aprecio de ellos. Pero no crea que solo ocurre así; también se da a la inversa: padres que han dejado sus propias vidas para construir la de sus hijos, se han negado a sí mismos y lo confunden con amor incondicional, pero no se dan cuenta de que están perdiendo sus propias vidas. No me refiero al amor y la provisión natural de los padres, sino a padres que ya no tienen vida por razón de sus hijos. Y por supuesto, también se da en cónyuges viviendo la vida y el sueño del otro, confundidos porque creen que es lo que ellos quieren, pero no es así. Esto es igualmente independiente de las diferencias naturales en las parejas y familias, en las que es normal no estar completamente de acuerdo en todo.
Desconexión espiritual. Y por último, en cuanto a por qué alguien deja de soñar, está el hecho de que las personas dejan de buscar a Dios; al alejarse de Dios, se alejan del propósito, de la fuente de inspiración. Les hace falta más llenarse de lo que es bueno para sus vidas y dejar de escuchar y llenarse de lo que les apaga el espíritu.
Así que todos de alguna manera hemos pasado por momentos en que nuestros sueños parecen inalcanzables o muertos. ¿Cómo podemos recuperarlos y verlos revivir?
1. Dios no tiene prisa.
En la Biblia hay una historia muy particular con la que más de uno se puede sentir identificado. Además, es un recordatorio de la forma soberana en la que Dios opera en nuestras vidas.
Dice la Biblia:
> Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana. María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con sus cabellos. Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo. Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. (Juan 11:1-4)
Este versículo nos muestra algunas verdades importantes que, como cristianos, no debemos olvidar.
El cristiano puede sufrir
Primero, que todos estamos expuestos al padecimiento, a las luchas y pruebas. Incluso alguien tan cercano y querido por Jesús como Lázaro enfermaba. Hay una gran confusión entre los creyentes sobre la vida cristiana. Se ha malentendido el consejo bíblico, haciéndonos creer que no deberíamos pasar por crisis. Pero el ejemplo de Lázaro es más que evidente: aun quienes son tan cercanos y amigos de Jesús pueden padecer.
Todo tiene su tiempo.
La siguiente verdad es que Dios tiene un tiempo muy diferente al nuestro para obrar. Hay cosas que nosotros consideramos urgentes y Dios no. Vemos cómo aparentemente Jesús no le da importancia a la petición de las hermanas. ¿Alguna vez has estado orando por algo con mucha insistencia y parece que no hay respuesta de Dios? Dios tiene un tiempo para obrar.
Dios ya te ha hablado.
Pero en la aparente indiferencia de Dios hay una respuesta para nosotros, y es que estamos tan sumergidos en nuestra crisis que no estamos escuchando lo que Dios nos está diciendo. Él mismo estaba diciendo lo que iba a suceder, pero no como nosotros lo imaginamos o esperamos, sino de la forma en la que Él quiere hacerlo.
Vea lo que la Biblia dice:
> Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. (Juan 11:5-6)
2. Aprenda el lenguaje de Dios
Juan 11:7-16 Luego, después de esto, dijo a los discípulos: Vamos a Judea otra vez. 8 Le dijeron los discípulos: Rabí, ahora procuraban los judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá? 9 Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? El que anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; 10 pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él. 11 Dicho esto, les dijo después: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle. 12 Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará. 13 Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño. 14 Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto; 15 y me alegro por vosotros, de no haber estado allí, para que creáis; mas vamos a él. 16 Dijo entonces Tomás, llamado Dídimo, a sus condiscípulos: Vamos también nosotros, para que muramos con él.
Algo que percibo en todo este relato y en otras partes de la historia de Jesús es la dificultad para entender el lenguaje de Jesús. Esto es con lo que los cristianos muchas veces han luchado, y es la forma en la que Dios nos habla todo el tiempo. Creemos que no nos habla, pero sí lo hace. Queremos que nos diga lo que queremos escuchar, pero nos dirá lo que debemos escuchar. Entendemos algo muy diferente a lo que él está diciendo.
Los versículos de Juan 11:7-16 nos hablan de algo que resuena profundamente con la experiencia de muchos cristianos en su caminar de fe. La conversación entre Jesús y sus discípulos nos muestra un patrón de incomprensión y revelación que es común en nuestra relación con Dios.
Dios nos lleva por caminos inesperados: "Vamos a Judea otra vez"
Jesús decide regresar a Judea, un lugar donde recientemente tuvo problemas con las personas. Para los discípulos, esta decisión no tiene sentido y es incluso peligrosa. Esto es un reflejo de cómo, en nuestras vidas, Dios muchas veces nos guía hacia lugares o situaciones que no entendemos y que pueden parecer arriesgadas o ilógicas desde nuestra perspectiva humana, pero que son necesarios si queremos ver su obra en nuestras vidas.
Debemos aprender a interpretar lo que Dios nos dice: "Nuestro amigo Lázaro duerme"
Jesús usa la palabra "dormido" para referirse a la muerte de Lázaro, mientras que los discípulos lo interpretan literalmente. Esta diferencia en la interpretación marca la brecha entre la comprensión divina y la humana. En nuestras vidas, Dios muchas veces nos habla o actúa de maneras que no comprendemos inmediatamente. Podemos malinterpretar sus acciones o palabras porque estamos limitados por nuestra perspectiva terrenal.
Debemos saber que Dios habla claramente: "Lázaro ha muerto"
Jesús finalmente les dice claramente que Lázaro ha muerto. Esta declaración directa, después de que los discípulos habían confundido sus palabras inicialmente, muestra que Dios eventualmente revela su propósito y sus planes de manera más clara, aunque a veces solo después de un período de incertidumbre o malentendidos. Este proceso nos enseña la importancia de la paciencia y la confianza en Dios, incluso cuando no comprendemos completamente sus acciones o sus tiempos.
La respuesta de Tomás: Fe y Compromiso
Me encanta la respuesta de Tomás porque, aunque puede parecer pesimista, también muestra un compromiso profundo. Aunque no entiende completamente el plan de Jesús y ve un peligro claro, está dispuesto a seguirlo. Esto refleja la realidad de la vida cristiana: muchas veces no entendemos completamente lo que Dios está haciendo, pero debemos estar comprometidos a seguirle con fe y valentía.
3. Fe en medio del dolor
Juan 11:17-27. Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. 18 Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios; 19 y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano. 20 Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa. 21 Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. 22 Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará. 23 Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. 24 Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero. 25 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. 26 Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? 27 Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.
Reconocer la realidad de la situación no debe disminuir nuestra fe
Esta parte es realmente impactante. Jesús llega y encuentra que Lázaro lleva cuatro días en el sepulcro. Esto marca la realidad de la muerte de Lázaro y la desesperanza de la situación desde una perspectiva humana. Cuatro días en el sepulcro eran definitivos de acuerdo a la creencia que tenían las personas, ya que se decía que el alma se mantenía cerca del cuerpo durante tres días.
Aceptar la realidad de nuestras circunstancias difíciles es el primer paso hacia la esperanza de la intervención divina. No debemos negar la realidad, pero tampoco debemos quedarnos atrapados en ella.
Diferencia en las Reacciones Humanas
Marta sale a encontrar a Jesús mientras María se queda en casa. Cada persona responde de manera diferente al dolor y la crisis. No podemos esperar que todos reaccionen del mismo modo. Esta es una gran lección para aprender a vivir en sociedad. Es importante reconocer y respetar que cada persona tiene su propia manera de lidiar con el dolor. Jesús trata a cada individuo de acuerdo con su necesidad y su manera de responder.
La combinación del Dolor y fe
Algo que muchas veces no nos permite activar nuestra fe es la limitación de que no podemos expresar tristeza porque significa que no estamos creyendo. Sin embargo, es posible tener fe incluso cuando estamos en medio del dolor y la decepción. Marta nos muestra que podemos expresar nuestras emociones honestamente a Dios y aun así mantener nuestra confianza en su poder y bondad.
Deja que Dios se te revele
Siempre he creído que Dios se manifiesta de forma muy particular a cada persona, como a Moisés como el gran "Yo Soy," y a Abraham como El Shaddai. Según la manifestación, así era la forma en la que los hombres veían a Dios manifestarse en sus vidas. Jesús le declara: "Yo soy la resurrección y la vida.”
La revelación de Jesús como la resurrección y la vida es central en la fe de Marta. Ante esa declaración, Marta confiesa su fe en Jesús como el Cristo, el Hijo de Dios. Necesitas una revelación de Dios para la situación que estás viviendo. Y necesitas confesar lo que Dios te está hablando a tu vida para que reviva el sueño que creías había muerto.
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