El milagro de la multiplicación.

 


El milagro de la multiplicación.

 

¿Cuántos de ustedes creen en los milagros? ¿Cuántos han experimentado personalmente un milagro? En mi vida, he sido testigo de los múltiples milagros que Dios ha realizado en distintas circunstancias y momentos. Creo fervientemente que la serie de este mes tiene un propósito claro: despertar nuestra fe para que podamos reconocer los milagros que Dios planea hacer en nuestras vidas.

 

En mi convicción, creo que es hora de volver a maravillarnos. De hecho, la palabra "milagro" tiene su raíz en la capacidad de asombrarnos. Necesitamos redescubrir ese asombro, y creo que sucede cuando activamos nuestra fe y somos testigos de las extraordinarias obras que Dios puede realizar en nosotros.

 

Existen diversos tipos de milagros, pero hoy quiero centrarme específicamente en el milagro de la multiplicación. Todos hemos enfrentado situaciones en las que nos sentimos abrumados por la dificultad del problema, y por más evaluaciones que realizamos, no encontramos la solución. Es en esos momentos donde nuestra fe debe activarse, ya que es cuando el poder de Dios se hace más notable en nuestras vidas.

 

En la Biblia, hay una historia que me maravilla cada vez que la leo. Es aquella en la que Jesús alimenta a una multitud llevando a cabo un milagro de multiplicación. Esta es una de las historias más extraordinarias que creo es la razón por la que los cuatro evangelios la mencionan.  De esta historia, quiero compartir tres verdades importantes que nos enseña.

 

La Multiplicación Surge al Percibir la Necesidad del Reino

 

Nuestra referencia principal se encuentra en el Evangelio de Juan, capítulo 6. Sin embargo, es crucial destacar un dato significativo mencionado en Marcos 6:34, donde Jesús observa a las personas como ovejas sin pastor.

 

La primera clave para presenciar el milagro de la multiplicación en nuestras vidas radica en ver lo que Dios está viendo. Marcos nos presenta el lado emocional de Jesús al describir su compasión al ver a las multitudes. Esta conexión emocional no es casual; de hecho, el Evangelio de Juan añade otro matiz a la historia.

 

La Biblia nos dice:

"Cuando alzó Jesús los ojos y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman estos? Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer." (Juan 6:5-6).

 

Es esencial reiterar este punto. Dios no pregunta por falta de conocimiento; de hecho, esta historia subraya que Jesús pregunta, aunque ya sabía lo que debía hacer. ¿Cuál es el propósito de esta pregunta? La interrogante de Jesús a Felipe refleja su interés en el corazón de sus discípulos y su compasión por las necesidades de la gente. Jesús quiere ver hasta dónde somos capaces de percibir la necesidad que él mismo ve. Esto puede parecer absurdo, pero como pastores, hemos observado a menudo necesidades que las personas no logran ver, a veces más de lo que quisiéramos. La iglesia alcanzará su máxima expresión cuando las personas despierten su generosidad, y para que esta generosidad se manifieste, es crucial que cada individuo vea la necesidad por sí mismo.

 

Recuerda siempre esto: Dios siempre actuará a favor de su reino. Nuestra prosperidad descansa en la prosperidad de su reino en nuestras vidas. Juan expresa el deseo divino de que prosperemos conforme prospera nuestra alma, indicando que el alma tiene prioridad sobre lo terrenal. Jesús nos insta a buscar primero su reino, y lo demás será añadido. Dios le prometió a Abraham que en él serían benditas las familias de la tierra, es decir, Dios lo prosperaría porque, a través de él, otros serían bendecidos. Si esperamos que Dios actúe en nuestras vidas, debemos primero alinear nuestro corazón con su reino y tener una visión para él. Si deseas ser promovido en el trabajo, piensa en un proyecto para el reino de Dios en el cual quieras participar, y Dios se encargará del resto. Si buscas que Dios abra puertas, reflexiona sobre cómo tu vida puede ser de bendición para otros si esas puertas se abren. Al poner la necesidad del reino en primer lugar, Dios se encargará de proveer, pues él ya sabe cómo hacerlo. Dios pregunta cómo alcanzaremos a las personas, cómo haremos que la casa de Dios sea más atractiva, cómo brindaremos regalos a los niños, y cómo lograremos que la iglesia crezca. Él quiere ver qué hay en nuestro corazón. Aunque él ya sabe cómo hacerlo, busca lo que hay en nuestro interior. Jesús procura enseñar a sus seguidores acerca de la importancia de la compasión y el servicio desinteresado en su reino.

 

2. La Multiplicación Surge con un Corazón Generoso

 

En medio de la crisis, los discípulos intentan responder a la pregunta de Jesús evaluando sus recursos. Proponen la cifra imaginaria de doscientos denarios, lo cual era considerable en términos salariales de aquel tiempo. Sin embargo, ni siquiera esta suma sería suficiente para alimentar a una multitud tan numerosa; estamos hablando de cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños, lo que podría ascender a unas veinte mil personas según algunas estimaciones. La cantidad era abrumadora, y los recursos parecían insuficientes.

 

Andrés, otro discípulo, se une a la búsqueda de soluciones y señala en Juan 6:8-9:

"Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: 9 Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?"

 

Aunque las cifras de los discípulos no cuadraban, el milagro ya estaba en marcha desde el momento en que se sembraba en el reino. Algunos comentaristas destacan que el pan de cebada era considerado el más económico, destinado a los más humildes, y los pececillos se usaban más como condimento que como alimento principal. Sin embargo, solo Dios es capaz de convertir lo más pequeño en un banquete abundante, de transformar nuestra pobreza en riqueza, de hacer que lo aparentemente insignificante satisfaga a una multitud.

 

La lección aquí es que muchos de nosotros, al igual que los discípulos, hacemos nuestros cálculos y descubrimos que los números simplemente no cuadran. La gente suele dar cuando hay abundancia, pero cuando alguien da en medio de la necesidad, es cuando ha desarrollado un corazón generoso, y esto se magnifica cuando se hace con alegría. Es crucial destacar esto: en la iglesia, nunca esperamos que alguien dé con molestia o tristeza, ya que no hay bendición en eso.

 

Escucha esto: Dios tiene una visión y también una provisión. Obedecer la visión de Dios traerá la provisión que necesitas. Solo necesitas estar dispuesto a ofrecer al Señor tus recursos, ya sea que te parezcan pequeños o grandes. Si en tu mente no es suficiente, Dios se encargará de multiplicar lo que para ti es insuficiente.

 

3. La Multiplicación Surge de la Bendición de Jesús

 

"Y tomando los cinco panes y los dos pescados, levantando los ojos al cielo, los bendijo, y los partió, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante de la gente." - Lucas 9:16

 

Hoy, quiero que comprendas este principio fundamental: la bendición de Dios trae multiplicación, y para experimentar esa bendición, debemos llevar nuestros recursos a la presencia de Jesús.

 

Es esencial entender que ¡Dios desea bendecirnos! La Biblia nos dice: "Y me alegraré con ellos haciéndoles bien..." (Jeremías 32:41). Dios se regocija al bendecir a aquellos que confían en Él. No hay nadie más generoso que Dios. Sin embargo, surge un problema: el diablo busca sembrar dudas y temores en nosotros. No quiere que acerquemos nuestros recursos a Dios para que sean bendecidos.

 

Si alguien busca la bendición de Dios, debe aprender a poner sus recursos en las manos del Señor. Las personas eligen casarse en la iglesia porque desean la bendición de Dios en su matrimonio; piden oración por sus negocios porque buscan la bendición de Dios; presentan a sus niños al Señor porque anhelan que la bendición de Dios recaiga sobre ellos. Si deseas que Dios bendiga algo en tu vida, llévalo al Señor. Y si buscas la bendición de Dios en tus finanzas, ponlas en las manos del Señor.

 

Este joven llevó su ofrenda a Jesús, y Jesús lo bendijo. Este acto simple pero profundo ilustra que la multiplicación comienza cuando permitimos que la bendición de Jesús repose sobre aquello que ofrecemos en sus manos.

 

4. La Multiplicación Surge de la Obediencia en Fe

 

"Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían." - Juan 6:11

 

Después de la bendición de Dios, la verdadera prueba de fe para los discípulos fue poner en marcha la distribución. A pesar de sus cálculos y su propia hambre, los discípulos obedecieron la palabra de Jesús y comenzaron a distribuir entre la multitud. Podrían haber tomado su parte cuando llegó el momento de repartir, pero en obediencia, iniciaron con el primer grupo. Incluso cuando una sola canasta no sería suficiente ni siquiera para los doce, obedecieron, y el milagro ocurrió.

 

Sin embargo, la multiplicación no sucede sin acción en fe. Jesús bendijo los panes y los peces, pero no se multiplicaron hasta que fueron repartidos por los discípulos. Si deseas que Dios obre en tu vida, debes actuar creyendo en fe y dar con la confianza de que Dios multiplicará. Dios ya te ha bendecido, ahora necesitas poner esa bendición en acción. El mar no se abrió hasta que el pueblo avanzó, Naamán no sanó hasta que se sumergió, Pedro no pescó hasta que arrojó la red; el milagro sucede cuando actuamos en fe.

 

Finalmente, la Biblia registra que, después de saciarse, Jesús les dijo a sus discípulos: "Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada." (Juan 6:12-13). Este detalle es significativo: las personas no solo fueron alimentadas, sino que quedaron saciadas, indicando que no fue una simple merienda. Aquí encontramos un principio poderoso: no puedes ser más generoso que Dios. Aunque demos a Dios, no podemos superarlo porque Él nos dará más a nosotros. Somos testimonio viviente de que hemos puesto a Dios en primer lugar y hemos dado abundantemente en Su obra, pero aún así, no podemos superar la generosidad de Dios.

 

La Biblia enseña que recogieron para evitar el desperdicio, algo que desagrada a Dios, especialmente cuando se trata de alimentos. Además, se menciona que recogieron doce cestas de pedazos, según Juan, de los panes, y según Marcos, de los peces. Este número puede relacionarse con la cantidad de discípulos. Como no se desperdició nada, cada discípulo podría tener su cesta para utilizar o distribuir. La obediencia en fe no solo resultó en suficiencia, sino en un excedente abundante que superó todas las expectativas.

 

La historia de la multiplicación de los panes y los peces nos revela valiosos principios espirituales. Primero, reconocemos que la multiplicación ocurre cuando vemos las necesidades del reino y desarrollamos un corazón generoso. También, entendemos que la bendición de Jesús es fundamental para el proceso, y debemos llevar nuestros recursos a Su presencia. Además, observamos que la obediencia en fe es esencial; el milagro se desata cuando actuamos en obediencia, confiando en que Dios multiplicará. Finalmente, la historia nos enseña que no podemos superar la generosidad de Dios; al obedecer y dar en fe, experimentamos no solo suficiencia sino un excedente abundante que supera nuestras expectativas. Este relato nos desafía a ver más allá de nuestras limitaciones y confiar en el poder multiplicador de Dios cuando actuamos en alineación con Su voluntad y propósito.

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