Año de la sanidad

Durante los últimos meses, he reflexionado sobre lo que Dios tiene reservado para nosotros en este año 2024. Siento que la presencia divina se manifiesta plenamente en nuestras vidas, pero también creo en la existencia de momentos específicos para distintos sucesos, tal como describe el libro de Eclesiastés


"Todo tiene su momento oportuno; hay tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo:" (Eclesiastés 3:1-8)

 

La vida transcurre en estaciones, y debemos aprender a transitar por ellas. Así como los seres humanos se adaptan a las estaciones del año, sacándoles provecho, también nosotros debemos aprender a vivir los tiempos espirituales. En ocasiones, enfrentamos crisis que demandan aprendizaje, pero también hay momentos de recuperación y fortaleza.

 

Siento de parte de Dios que este año se perfila como un periodo de sanidad. Aunque no lo parezca, arrastramos los efectos de una pandemia que ha transformado la vida de muchos. No solo impactó en la política, la economía, la educación y la religión, sino que afectó de manera individual a las personas. El distanciamiento social, que fue necesario para contener los contagios, dejó repercusiones. En un mundo ya cargado de estrés y cortisol, las medidas que se tomaron impidieron que muchos recurrieran a las actividades que alivian el estrés, como el ejercicio, los abrazos y las relaciones. Incluso se dice que aquellos que tenían mascotas lograron sobrellevar mejor la crisis gracias a su compañía ante la necesidad de las relaciones personales.

 

Considero que este periodo que hemos vivido se relaciona a lo que dice Eclesiastés 3: 3 como un tiempo de "matar y un tiempo de sanar."

 

Reconozco que la pandemia fue especialmente desafiante para muchos, y lamentablemente, hubo pérdidas significativas. Más allá de las muertes físicas, hubo pérdidas en vidas, relaciones y liderazgos. Constantemente recibíamos noticias de líderes espirituales que sucumbían ante la crisis. Sin embargo, percibo que ese periodo está llegando a su fin. Ante nosotros se presenta un tiempo de sanidad, que bajo el mismo sentido, trae restauración y recuperación. Aunque inicialmente pensé que sería un año de restauración o recuperación, el Señor me reveló que es mucho más que eso: es un tiempo de sanidad. Primero, Él vendrá a sanar corazones, y con ello, experimentaremos restauración y recuperación en todos los aspectos. Sin duda, nos levantaremos en todos los sentidos si nos aferramos a esta promesa.

 

Hoy quiero que se graben esto: Nada es para siempre. La historia nos enseña que incluso en los momentos más oscuros, la luz puede abrirse paso. El dolor, la incertidumbre y las pruebas actuales son parte de un capítulo, no del libro completo. Recordemos que "nada es para siempre." Así como las tormentas pasan y los días soleados regresan, estamos en un punto de cambio, listos para escribir un nuevo capítulo de sanidad y esperanza.

 

Hoy, más que nunca, es el momento de mirar hacia adelante con determinación. A pesar de las heridas sufridas, recordemos que nuestras cicatrices son signos de nuestra fortaleza y capacidad para superar. La resiliencia de las familias, la solidaridad de las comunidades  indican que estamos en el camino hacia la recuperación.

 

Creo que si hay un tema prominente en la Biblia, es el de la sanidad. Lo vemos desde las primeras historias de la Biblia, como cuando Dios, a través de la oración de Abraham, sanó a toda la casa de Abimelec, hasta el Apocalipsis, donde se mencionan las hojas del árbol que son para la sanidad de las naciones. Así que no tengo un pasaje específico para este año porque creo que durante todo el año estaremos hablando de sanidad, y cada pasaje apunta a algo clave, como la cita de 2 Crónicas 7.14, que es fundamental en nuestro diario devocional. Sin embargo, la historia de la mujer que tocó el manto de Jesús me sirve para ilustrar nuestra posición ante el tiempo en el que estamos. Veamos qué nos enseña esta extraordinaria historia.

 

Este 2024 activa tu fe  y determinación.

Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, 26 y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor,  Marcos 5.:25-26

 

Al adentrarnos en la historia nos percatamos del cuadro de dolor y tristeza que la mujer había estado viviendo. Los doce años mencionados no son solo una cifra, sino un periodo de tiempo significativo que deseo resaltar . Sin quererlo, lo noté una vez que ya había comenzado el desarrollo del tema: 12 es el tiempo en el que esta mujer encuentra sanidad, y 24 sería un símbolo de la doble sanidad que este año representaría. Por otro lado, creo que las fechas son necesarias en muchas historias, como en este caso, para dejar marcado que todo tiene un tiempo y nada es para siempre. Tal vez fueron 12 años agobiantes para la mujer, pero estos tenían una fecha de caducidad; no serían una carga perpetua. Hay tiempos de dolor, pero también hay tiempos de sanidad. Las pruebas podrán prolongarse, pero no son eternas.

 

Por otro lado también es notable  el esfuerzo que muchas veces hemos hecho por mejorar una situación. Incluso, como la mujer, hemos invertido, hemos puesto nuestro sudor y nuestras lágrimas sin ver resultados. Incluso a veces, en lugar de mejorar, puede empeorar. Ya me imagino las pruebas a las que esta mujer fue sometida en esos tiempos con el fin de sanar, lo cual para los avances algunas cosas debieron ser difíciles. La Biblia dice que antes le iba peor, ¿has experimentado eso? Creo que hubo más de una vez durante el tiempo de pandemia en que sentí la incertidumbre de que Dios no me respondería, que estaba destinado a vivir un tiempos difíciles. Las oraciones, en lugar de ser efectivas, parecían contrarias, y creo que muchos hemos pasado momentos así.

Pero nada es para siempre, todo tiene su tiempo.  y para esta mujer el tiempo de encontrarse con Jesús había llegado

 

Este 2024  aprovecha el punto de convergencia divina

 

27 cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. 28 Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote. Marcos 5.27-29

 

Isaías 55:6 Busquen al Señor mientras pueden encontrarlo; llámenlo mientras está cerca.

 

¿Puede notar como en este versículo de Isaías? Se nos invita a buscar a Dios en un tiempo en el que está cerca, sabemos que Dios al ser omnipresente está en todas partes por lo tanto debería estar cerca de nosotros siempre, pero es claro que no se refiere al espacio o a una ubicación especifica, sino mas bien a un tiempo en el que se vuelve accesible para nosotros, debemos aprender a distinguir cuando Dios se hace presente.

 

Esto es lo que hace la mujer que tocó a Jesús, sabía que tenía una oportunidad y no se permitiría perderla

 

Cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. 28 Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. 

 

La mujer reconoció que aquel era un momento crucial. Cuando escuchó que Jesús estaba cerca, vio la oportunidad de tocar su manto y buscar su propia sanidad. Todo estaba en su contra no era su momento era el momento de jairo, muchos querían un milagro y ella necesitaba el suyo, tenía un problema de impureza que la ponía en riesgo si los demás se enteraban, ya que no podía tocar a otros en esa condición  y menos a alguien que era considerado maestro. Pero ella sabía que era su tiempo. Este año creo que es el tiempo para muchos para sanar.

 

La mujer no esperó pasivamente a que su tiempo llegara; en cambio, reconoció el momento oportuno para buscar la sanidad. Esto destaca la idea de que, en algunos casos, no necesitamos quedarnos pasivos, sino actuar con fe cuando percibimos la oportunidad divina.        

 

La historia de la mujer que toca el manto de Jesús resalta un concepto poderoso: la convergencia entre la fe humana y la intervención divina en un momento designado. Esta convergencia no es simplemente una coincidencia producto de la casualidad, sino un recordatorio de que hay momentos específicos en nuestras vidas en los que la fe y la acción se encuentran con la gracia divina de una manera notable.

 

La decisión de la mujer de tocar el manto de Jesús no fue casualidad; fue un acto de fe consciente en un momento crucial y desesperado. Este era el momento  perfecto entre su deseo de de ser  sanada y la manifestación del poder de Dios para obrar en su vida. Es en ese momento específico, que la fe de la mujer se alinea con el plan divino, creando una cooperación extraordinaria.

 

La convergencia implica más que solo coincidencia del lugar y la hora; implica una armonía en la que la fe activa y la gracia divina se encuentran en un punto preciso de nuestra vida. Hay un tiempo en el que Dios está pasando y tu estás ahí con la fe para recibir. Esto significa que aunque el tiempo de Dios puede ser diferente del nuestro, hay momentos preparados en los que nuestras acciones de fe se encuentran con el plan de Dios.

 

Este 2024 testifica la obra que Dios hará en tu vida.

 

 Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? 31 Sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado? 32 Pero él miraba alrededor para ver quién había hecho esto. Marcos 5.30-32

 

Cuando Jesús pregunta sobre la mujer, nos enseña que los milagros a muchas veces ocurren en momentos inesperados, desafiando nuestras agendas. Nos recuerda que Dios opera en su propio tiempo, y hay momentos de Dios pueden sorprendernos cuando menos lo esperamos. Jesús no pregunta porque no sepa, como siempre decimos cada vez que lo hace quiere enseñarnos algo y en este caso buscaba el testimonio de la mujer no solo como un relato, sino como un llamado para despertar la fe en aquellos que la rodeaban incluso para el mismo Jairo quien estaba en espera de su milagro. Nuestros propios testimonios tienen el poder de inspirar y avivar la fe en quienes nos escuchan, extendiendo la mano de Dios a través de nuestras experiencias.

 

Esta historia nos desafía a vivir este año con una expectativa diaria. Muchas veces, pasamos apresuradamente por la vida sin reconocer las oportunidades y los milagros que Dios hace en nuestro entorno. La fe expectante nos invita a anticipar sorpresas de Dios en cada día, incluso en los momentos menos planeados; la fe expectante nos insta a estar atentos a las oportunidades divinas que se presentan. Cada día, incluso en lo aparentemente común, es una oportunidad para experimentar un milagro. Solo debemos como la mujer aprender que hay un tiempo para que estos sucedan. La perspectiva de ver cada día con fe expectante cambia nuestra visión del próximo año. A partir de ahora cada día se convierte en una página en blanco llena de posibilidades en las que Dios puede obrar. Vivir con la expectativa de que Dios está obrando abre nuestras mentes y corazones a lo que Él tiene preparado para nosotros.

 

Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. Marcos 5:33

 

Así como Jesús buscaba el testimonio de la mujer, Dios espera que muchos de nosotros hablemos de las grandes cosas que Él hará en nuestras vidas en este año. Desea que inspiremos a quienes nos rodean, recordándonos que el Evangelio no solo se habla, sino que también se ve. Este año es una oportunidad para que muchas personas puedan presenciar la gloria de Dios manifestándose en nuestras vidas.

 

En el relato, cuando Jesús pronunció las palabras "Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote", la mujer experimentó no solo la sanidad que tanto había buscado, sino también en estas poderosas palabras, encontró paz interior y la liberación de su aflicción. Hoy, confiamos en que el Señor también nos dirigirá palabras de restauración y paz. Así como la mujer encontró sanidad al tocar el manto de Jesús con fe, nosotros también podemos experimentar la transformación y la liberación en las áreas de nuestras vidas que claman por sanidad.

 

¡Feliz año nuevo!

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