¿Qué haces aquí?
"¿Alguna vez te has sentido demasiado cansado para realizar alguna tarea y has tenido que posponerla y tomarte un respiro? Recuerdo hace tiempo, cuando teníamos viajes largos, hubo ocasiones en las que el sueño me quería ganar. Tenía los llamados pestañazos, esos pequeños momentos en los que no me daba cuenta de cuando los ojos se me cerraban. Estos se llaman microsueños y ocurren cuando hay una fatiga extrema. Son episodios de sueño de unos segundos. En esas ocasiones, ocurría algo: mi cuerpo intentaba despertarme. No sé si te ha pasado, tal vez no manejando, pero el cuerpo sufre un movimiento brusco, como si tú mismo te sacudieras para despertar. Otra de las cosas es que corre una corriente de adrenalina que te asusta, con el fin de que no lo vuelvas a hacer. Gracias a Dios, nunca pasó nada, ni menor ni mayor. Ahora he aprendido que si me siento cansado, debo hacer una pausa el tiempo necesario y luego continúe.
La semana pasada hablábamos sobre el adormecimiento espiritual. Hoy quiero hablarte sobre el cansancio espiritual. Es muy similar, porque el cansancio espiritual son precisamente esos microsueños que no nos dejan funcionar correctamente."
Creo que después de tantos años sirviendo, he visto mucho cansancio espiritual, y lo sé porque muchas veces me he sentido cansado. Sin embargo, tratamos de reponernos y continuar, pero en algunos casos hay quienes no tienen la misma motivación que tenían cuando servían al Señor, lo cual se refleja en su bajo rendimiento.
En la Biblia, hay un personaje que también tiene este perfil de cansancio, y es el profeta Elías. Creo que su historia puede servirnos para aprender algunas verdades sobre el cansancio espiritual y cómo podemos salir de él.
Como sabemos, el profeta pasó por una serie de situaciones que lo llevaron al agotamiento, algo que puedo entender muy bien. Experimentó oposición y persecución, principalmente por parte de la reina Jezabel. No es fácil trabajar cuando hay personas que no están de acuerdo contigo y, aún peor, cuando te están persiguiendo. Otra razón fue el peso de la responsabilidad de ser el profeta. Es difícil sentir esa carga, porque tú eres quien lleva el peso del nombre. En mi caso, como pastor, hay muchas cosas que la gente debe hacer, pero ellos no llevan esa carga, mientras que yo sí. ¿Por qué? ¡Porque soy el pastor! A esto se suma otro sentimiento, el de soledad. ¿Recuerdas que Elías creía ser el único que servía a Dios? Lo leemos en 1 Reyes 19:10. Así que, junto con la sensación de llevar la carga del nombre, también se experimenta la carga del sentimiento de soledad, donde a veces parece que nadie entiende hacia dónde quieres llevarlos y lo bien que podrían estar si todos se unieran.
Así que la Biblia dice:
"Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías?" 1 Reyes 19.9
¿Le suena familiar esa pregunta? Es la misma pregunta que le hacen a Jonás cuando lo encuentran durmiendo en el barco, "¿Qué haces aquí?" Y es que esa pregunta es la misma que Dios nos hace cada vez que nos dejamos llevar por el adormecimiento o el cansancio espiritual, e implica tres verdades.
Desconexión de Dios:
"¿Qué haces aquí?" Es como si Dios lo hubiera buscado, pero no lo encuentra donde se supone que debería estar. Así que lo encuentra en este lugar y le pregunta: "¿Qué haces aquí?" Es decir, deberías estar cumpliendo tu papel de profeta, deberías estar anunciando mi nombre. ¿Qué haces aquí? Deberías estar hablando conmigo, deberías estar en mi presencia. ¿Qué haces aquí? Existe una profunda desconexión de Dios en la vida de Elías.
Es lo mismo que sucede con algunos que han perdido la comunión, Dios no los encuentra donde deberían estar.
Falta de propósito:
Elías no tiene nada que hacer, no hay algo que lo motive, no hay algo que lo presione a levantarse. Se siente perdido, esto a veces suele suceder después de un evento muy importante como el que acaba de experimentar Elías al derrotar a los profetas de Baal y hacer descender fuego del cielo. Pero una vez pasado eso, ya no sabe qué más hacer. Por eso viene la pregunta: "¿Qué haces aquí?", como diciendo: "¿No tienes nada que hacer?".
Dios nos dice lo mismo cuando bajamos la guardia, cuando dejamos de activarnos, cuando nos detenemos. Hay dos razones principales: la primera es que sentimos que ya hemos hecho suficiente, que ya hemos trabajado y servido lo suficiente, y ahora le toca a los demás. La segunda razón es que pensamos que ya no tenemos más que hacer, nos sentimos impotentes e incompetentes.
Renovación espiritual:
El llamado de Dios, "¿Qué haces aquí?", tiene el propósito de que reaccionemos. Esto significa que aunque nos sintamos cansados, Dios espera que nos levantemos. Aunque creamos que ya hemos trabajado demasiado, para Dios aún no hemos terminado. Cuando sintamos que no sabemos qué más hacer, Dios tiene muchos proyectos en los que podemos participar. Lo que necesitamos es renovación.
Dios renovó a Elías de varias maneras:
1. Lo restauró físicamente: Como sabemos, envió un ángel para alimentarlo. Esto nos recuerda la importancia de cuidar nuestro cuerpo. Necesitamos hacer ejercicio y comer de manera saludable para mantenernos animados.
2. Se encontró con Elías: Elías experimentó las manifestaciones de un terremoto, un fuego y un suave susurro. A través de estas experiencias, Dios reconectó a Elías. Necesitamos volver a conectarnos con Dios en nuestra vida espiritual.
3. Le dio nuevos propósitos: Cuando Elías creía que no había nada más que hacer, Dios le encomendó ungir nuevos reyes y al próximo profeta. A veces, hemos invertido mucho en un área, pero Dios tiene nuevos planes para nuestra vida. ¡No hemos terminado!
4. Lo sacó de la soledad: Cuando nos sentimos cansados, es fácil pensar que estamos solos y nadie nos entiende. Pero Dios hizo saber a Elías que estaba equivocado, que había muchos luchando junto a él. Dios quiere que abramos los ojos y veamos que no estamos solos.
Hoy, necesitamos que nuestra vida espiritual tenga esas reacciones, como cuando nos despertamos después de un adormecimiento, esos sacudimientos que nos dicen: ¡Hey, despierta! Necesitamos que la adrenalina nos obligue a reaccionar y ponernos en marcha. Tal vez ya hemos descansado, pero tal vez ya es suficiente.
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