Súbitamente
Durante esta serie Dios me ha movido a compartirles mi experiencia personal con el Espíritu Santo y su mover, primero hablamos de las etapas del Espíritu en nuestras vidas, después hablamos sobre las formas en las que el Espíritu nos habla, el día de hoy quiero hablarles cuando el Espíritu de Dios viene súbitamente a nuestras vidas.
Quiero decirles que me inspire en este tema de la ocasión en la que Dios vino súbitamente a mi vida cuando era joven, fuimos a una convención en la que vinieron unos profetas de Estados Unidos, en uno de los temas el principal de ellos predico precisamente un tema que yo creo se llamaba súbitamente, no recuerdo con precisión de lo que habló, lo que sí es que era claro que Dios viene a tu vida de forma súbita y sin avisar.
Al finalizar esa convención se dijo que se iba a orar por los muchacho que iban a ir a estudiar al Instituto en Acapulco, en eso hicieron la invitación si alguien quería agregarse, en mi interior no había otro deseo mas que poder prepararme y servir a Dios, así que sentía un fuerte deseo de ir, aunque ya estaba estudiando en Minatitlán en la iglesia de Asambleas de Dios me sentía movido por ir, entonces mi papá me miró y me dijo ¿quieres ir? Yo dije sí, entonces me dijo “pasa al frente” pasé oraron y entonces vino lo bueno, dijeron que teníamos dos horas para prepararnos e irnos en el autobús, en ese momento nos fuimos a la casa que era donde se hacía en aquel tiempo las reuniones, recogí algunas cosas, algunos libros, mi poca ropa, recuerdo que me dieron una pequeña cantidad de dinero que cuando llegamos al destino nos dijeron que cooperáramos porque prácticamente habíamos viajado gratis y regresamos para que pudiera abordar, esa ha sido una de las mas grandes y repentinas decisiones que he tomado en mi vida, cuando el autobús iba en marcha recuerdo a mi papá gritándome “súbitamente”
Cuando leemos la biblia nos daremos cuenta que muchas veces Dios vendrá a nuestra vida súbitamente y sin avisar. Así que el día de hoy hablaremos de tres actitudes que debemos tener ante la súbita visita del Señor a nuestras vidas.
¡Espéralo!
Una vez, mientras comía con ellos, les ordenó: —No se alejen de Jerusalén, sino esperen la promesa del Padre, de la cual les he hablado: Juan bautizó con[a] agua, pero dentro de pocos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo. Hechos 1.4-5 NVI
Quiero pensar ¿Cómo fue la vida de los discípulos después de esa plática? Tenían tanto que decir sobre Jesús, pero no podían hacerlo, no se si todos los días se reunían tengo que suponer que sí, y cada uno de esos días esperaban que ocurriera, ahora esto es más interesante cuando no sabían como ni de que manera vendría, no sabían como se manifestaría, simplemente lo esperaban y lo querían en sus vidas, durante varios días su fe pudo haber sido puesta a prueba al ver que nada sucedía, alguien podría dudar o pensar que a lo mejor ya había sucedido y no se habían dado cuenta. Sin embargo el día esperado llegó.
Dios se presentó de formas inesperadas en muchas ocasiones a su pueblo, ocurrieron milagros asombrosos, personajes fueron sacados
Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, vino del cielo un ruido como el de una violenta ráfaga de viento y llenó toda la casa donde estaban reunidos. Se les aparecieron entonces unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en diferentes lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse. Hechos 2.1-4 NVI
Siempre hay un día, la biblia dice “cuando llegó el día de Pentecostés” curiosamente ocurrió en un día especial como la celebración del Pentecostés, pero independientemente de eso siempre hay un día para que la obra de Dios se realice. Hay un día en el que Dios hace su obra en nuestra vida, el mensaje de Jesús era ¡espéralo! Estar enfocados en un día especifico nos hace bajar la guardia o hacer las cosas de ultima hora, pero tener claro que habrá un día nos hace vivir constantes y firmes en nuestra fe porque no queremos perdernos ese momento extraordinario. Dios quiere que vivamos con la constante expectativa de que algo sucederá, los primeros creyentes esperaron la venida del Mesías los primeros cristianos la del Espíritu Santo y hoy cada cristiano que se convierte vive con la expectativa de la venida del Espíritu a su vida y la segunda venida de Cristo.
¡Prepárate!
Una cosa es estarlo esperando y otra es estar preparado para cuando llegue, porque es seguro que vendrá.
Pues dentro de muy poco tiempo, «el que ha de venir vendrá, y no tardará. Hebreos 10.37
Vuelve a lo que escuchaste y creíste al principio, y retenlo con firmeza. Arrepiéntete y regresa a mí. Si no despiertas, vendré a ti de repente, cuando menos lo esperes, como lo hace un ladrón. Apocalipsis 3:3
Este versículo tiene todo lo que necesitamos saber para estar preparados, aunque el contexto se trata de los últimos días, nos sirve para otros escenarios en los cuales Dios también se presenta súbitamente.
Tres cosas son esenciales para estar preparados para el momento en el que Dios nos visita de forma inesperada, hacer memoria de lo que ha dicho, estar firmes, y estar con él. No puedes esperar ni prepararte para lo que no sabes, los discípulos esperaban lo que se les había prometido; se necesita firmeza para esperar, la victoria cristiana no es de quien la espera o de quien la quiere sino de quien permanece hasta que llega; pero sobre todo se necesita tener la condición espiritual para recibirlo es decir un corazón que está con él, podemos esperar, podemos estar firmes, pero es posible que ya no tengamos el animo para recibirlo, he visto a muchos cristianos llegar a los últimos días cansados del camino.
Algunos se pierden el tiempo de su visitación porque estaban descuidados como aquellas vírgenes que no llevaron aceite cuando tenían que esperar el esposo, debemos tener claro que no solo se trata de prepararnos para cuando el Señor regrese por segunda vez, sino de estar preparados porque el Señor podría a través de sus Espíritu presentarse súbitamente.
¡Acéptalo!
2 y le pidió cartas de extradición para las sinagogas de Damasco. Tenía la intención de encontrar y llevarse presos a Jerusalén a todos los que pertenecieran al Camino, fueran hombres o mujeres. 3 En el viaje sucedió que, al acercarse a Damasco, una luz del cielo relampagueó de repente a su alrededor. 4 Él cayó al suelo y oyó una voz que le decía: —Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Hechos 9.2-4
Esta es la parte más importante, muchos podemos esperar que el Señor venga a nuestras vida de forma inesperada, de esos muchos algunos pueden estar preparados para cuando llegue y entrar en el tiempo de visitación, pero pocos son los que pueden al final aceptar lo que Dios quiere hacer en sus vidas en ese momento.
Esta fue la experiencia del apóstol Pablo antes de su conversión, tenía su vida definida, su propósito era claro sobre la misión que creía tener, estaba seguro de que estaba haciendo lo correcto, cuando Dios llegó súbitamente a su vida.
Muchos han tenido esa visita inesperada y súbita de Dios a sus vidas, todo marchaba de acuerdo a sus planes, creían estar haciendo lo correcto pero una visita de Dios les cambió totalmente la vida. Un día creían una cosa y al día siguiente estaban en otra.
Pablo se enfrentó a esta confrontación transformadora, se necesita valor para cambiar de opinión, el impacto debió haber sido muy grande para que hubiera un cambio tan radical.
Con el tiempo Pablo testificando ante el rey Agripa esta experiencia dijo:
»Así que, rey Agripa, no fui desobediente a esa visión celestial. Hechos 26.19 NVI
Sé que tomar esta decisión no es fácil, si fuera fácil tendríamos muchas personas al servicio de Dios, pero todos en algún momento han sido confrontados como Pablo, y necesitan tomar una decisión al momento.
Muchos son los personajes que recibieron la visita inesperada de Dios a su vida, Abraham, David, Moisés, etc., que fácil sería si Dios nos dijera cuando llegará a visitarnos, pero lo que Dios quiere de nosotros es que lo esperemos que tengamos expectativa, que nos preparemos que trabajemos en nuestra formación y que cuando llegue el momento en el que Dios súbitamente nos confronte y desafíe, estemos listos para aceptarlo.
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