Recuerdo en una ocasión fuimos a
orar por un hombre que había estado involucrado en la adoración a la muerte, renunció
a su creencia y se deshizo del ídolo que tenía en su casa, fue un momento muy
pesado en el ambiente, cuando regresábamos a casa recuerdo que un tráiler casi
nos golpea, aunque íbamos muy bien en nuestra ruta, al momento vino a mi mente
lo que acabábamos de hacer, coincidencia o no, es verdad que en el mundo
espiritual se libran fuertes batallas.
Sin embargo, el día de hoy no
quiero hablar de este tipo de maldiciones sobrenaturales, sino de otro tipo de
maldición que tiene un efecto muy devastador en la vida de las personas, y con
las que muchas personas viven su vida sin saber y sufriendo los estragos de
ellas.
Se le llama maldición al acto de
hablar para que le vaya mal a una persona, así que muchas personas hoy en día están
limitados o estorbados por lo que alguien un día dijo sobre ellos.
La biblia dice:
En la lengua hay poder de vida
y muerte; quienes la aman comerán de su fruto. Proverbios 18.21
Mucho ya se ha hablado de este
texto, pero no me refiero este día a palabras fuertes que tienen un impacto en
las personas, sino palabras aparentemente inofensivas que se repiten diariamente
y terminan influyendo en quienes las recibieron.
Así que veamos cómo se forman
estas maldiciones, como las identificamos y como las rompemos.
Cómo se forman las maldiciones
El que habla sin pensar hiere
como un cuchillo, pero el que habla sabiamente sabe sanar la herida. Proverbios
12.18
Como ya hemos dicho en otro
momento, gran parte de lo que nos afecta emocionalmente se nos dijo en el
entorno de nuestro hogar durante la infancia. Ahí fue donde se forma gran parte
de nuestra identidad, ya que la identidad se forma a través de la convivencia
con la familia y otras personas, así como la experiencia propia que gran parte
se da en nuestros inicios en el hogar.
¿Se da cuenta que los niños todo preguntan?
Así que gran parte de nuestro conocimiento lo percibimos en casa, y difícilmente
cuestionamos lo que creemos, es por eso también que la fe es un asunto que debe
ser decisión personal, porque desde el hogar podemos creer lo que sea. El punto
es que como no cuestionamos nada de lo que se nos dijo en el hogar, tampoco
cuestionamos cuando se nos ha dicho que no servimos, o que somos inútiles, feos,
aburridos, tontos, ignorantes, flojos, rebeldes, y todos los adjetivos que
usted pueda imaginar. El problema es que tal vez mucho de esto no se dijo con “mala
intención” tal vez se dijo hasta en tono de juego, pero es algo que se repitió
tantas veces que alguien termina por creerlo.
Así que hoy hay adultos que tienen
dificultades con el trabajo, con las relaciones, con su imagen, con sus
emociones porque sin darse cuenta sigue arrastrando la etiqueta que le pusieron
cuando era niño.
Como identificamos las
maldiciones
Examíname, oh Dios, y conoce
mi corazón; pruébame y conoce los pensamientos que me inquietan. Señálame
cualquier cosa en mí que te ofenda y guíame por el camino de la vida eterna.
Salmo 139.23-24 NTV
El siguiente paso es identificar,
tal vez no vemos ningún problema en nuestra, al parecer todo marchó bien, pero
debemos hacernos un examen personal, por supuesto con la revelación de Dios. el
salmista pide ser examinado y pide que Dios le muestre aquellas cosas que no estén
bien en él.
Así que comencemos por pensar ¿Qué
es lo que más te incomoda de tu persona? Si pudieras cambiar algo ¿qué sería? ¿Qué
es aquello que la gente señala en ti y no te agrada? El problema con esto es
que se vuelve cada vez más común, que ya estamos predispuestos a aceptar y creer
lo que se nos dijo y entre más lo vemos más nos convencemos de que así es, hasta
que lo normalizamos y nosotros mismos lo afirmamos, diciendo cosas como soy una
persona aburrida, soy tonto, nadie me quiere, soy ignorante, soy rebelde, esto
ha sucedido porque primeramente en nuestro hogar nos pusieron una etiqueta,
salimos al mundo con ella y estuvimos alerta de que alguien más lo notara,
cuando alguien nos lo dijo lo confirmamos y más lo aceptamos.
La maldición pesa tanto sobre
nosotros que vamos por la vida limitados y bloqueados, un ejemplo de limitación
es cuando las personas dicen que ya no pueden hacer ejercicio o estudiar porque
eso es solo para jóvenes, pero ¿Quién dijo eso? Estas limitaciones no son
reales sino fueron aceptadas.
Lo peor es que nos cegamos a ver la
contraparte de lo que nos dijeron que somos, por lo que descartamos cualquier
evidencia de que realmente somo lo contrario de lo que nos dijeron, no importa
cuantas personas te digan que eres bonita, solo escucharas a la que te dice lo contrario,
no importa cuantas personas te admiren por tu inteligencia, solo escucharas a
la persona que te dijo que no lo eres. Es porque no nos hemos dado cuenta que
estamos atrapados en una maldición que nos pusieron y necesitamos examinarnos para
poder romper con ella.
Cómo rompemos las maldiciones
En cambio, dejen que el
Espíritu les renueve los pensamientos y las actitudes. Pónganse la nueva
naturaleza, creada para ser a la semejanza de Dios, quien es verdaderamente
justo y santo. Efesios 4.23-24
¿Pero cómo hacemos esto? Tal vez podríamos
pensar que debemos forzar nuestra mente a pensar lo contrario de lo que hemos creído,
pero la renovación de nuestra mente no se logra así, tal vez pensemos en algo más
espiritual como decirle al Señor que nos cambie nuestros pensamientos, pero igualmente
no es así como obra el Señor en nuestras vidas, la renovación de nuestra mente
viene por la inspiración que Dios nos da para cambiar aquellas cosas que habíamos
creído que éramos.
Primeramente, deja seguir aceptando
lo que han dicho de ti
» Les aseguro que en este
mundo no ha nacido un hombre más importante que Juan el Bautista. Sin embargo,
el menos importante en el reino de Dios es superior a Juan.» Lucas 7.28
Esta parte en la biblia sobre la
forma en la que Jesús habla de Juan es una de mis favoritas, pues mientras la
gente tenía una opinión de Juan, Jesús tenía su propia opinión de él. Es posible
que las personas te hayan etiquetado, pero tú no eres lo que la gente dice que
eres, ni siquiera lo que a veces tú crees que eres, sino lo que Dios dice que
eres.
Refuerza lo que Dios dice de ti
no lo que las personas han dicho de ti, vence aquellas cosas en las que te habías
limitado, si te dijeron rebelde muestra obediencia, si te dijeron inútil esfuérzate
por ser de utilidad, ¿Qué cosas son las que crees que no puedes hacer? hoy no hay
excusa tú también puedes hacerlo, si te dedicas a aprender. ¿Cómo se siente
alguien que puede hacer algo que no creía posible? Eso refuerza tu pensamiento
de que no eres quien dijeron y renueva tu mente.
Segundo debes actuar en el
Señor.
Todo lo puedo en Cristo que me
fortalece. Filipenses 4.13
La renovación de nuestra mente viene
con el enfrentamiento de nuestros miedos, ¿A qué le tememos? Cuando hay otras
personas que también pueden hacerlo, ¿Por qué ellos sí? Y ¿Por qué tu no? Es aquí
donde debemos tomar las fuerzas del Señor y enfrentar esos miedos.
Tercero Persevera en el Señor
Ya te lo he ordenado: ¡Sé
fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu
Dios te acompañará dondequiera que vayas» Josué 1.9
Cambiar nuestra mentalidad y toda
la formación que hemos tenido con el paso de los años no es fácil, así que no
debes rendirte, es posible que algunas cosas se te dificulten, pero dedícate, busca
a Dios, no te rindas, tu vida cambiará radicalmente si rompes con todas esas
palabras que te marcaron la vida.
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