Uno de los
problemas del corazón más frecuente en las personas es el miedo al rechazo.
Muchas veces pensamos que no tenemos ningún tipo de problema emocional, que
nuestra vida está en paz y tranquila gracias a Dios, pero es porque a veces nos
acostumbramos a actitudes que no son sanas y que no las consideramos peligrosas
para nuestra vida. Sin embargo el miedo al rechazo es una de ellas, y tiene su
origen en el pecado.
Génesis
3.8
Luego oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba
por el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la
presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto.
Una
de las primeras señales de la caída del hombre fue su reacción de temor a lo
que Dios le tendría que decir por haber pecado. Sabían que habían hecho mal y
por eso se escondieron, su naturaleza de inocencia se había terminado, ello no
sabían lo que era sentir miedo hasta ese momento, así que su reacción fue
esconderse en lugar de enfrentar la nueva realidad.
De
la misma forma en nuestra vida diaria demostramos nuestro miedo al rechazo, por
lo regular las personas que viven con este sentimiento, difícilmente pueden desarrollar su máximo potencial
porque lucharan con esa barrera en sus vidas.
El miedo al rechazo es una trampa en la que no
debemos caer.
Temer a la gente es una trampa peligrosa, pero
confiar en el Señor significa seguridad. Proverbios 29.25
La
versión sesenta dice lazo, es como si dijera que las personas que tienen miedo
a los demás estuvieran atadas. Veamos cuales son las consecuencias del miedo al
rechazo.
Algunas
de las señales con alguien que tiene temor al rechazo son:
Desconfianza de los demás. Personas que todo el tiempo “sospechan” de algo que
los demás tienen, parecía enojada, no me
saludó bien, siento que tiene algo, pero la realidad es que mientras no
tengamos evidencias no podemos suponer algo de una personas, porque de la misma
forma su actitud podría ser por otra razón completamente distinta y estaríamos
pecando pensando mal de alguien.
Competitividad.
Hay un tipo de competencia que es saludable, donde las personas se desarrollan
en base a los niveles y demanda de otras personas, pero hay otras que su miedo
al rechazo los lleva a ser competidores, la exigencias y el engaño de las
expectativas de los demás los convierte en personas que buscan oportunidades
para ganarle a otros y así ganarse la aprobación de los demás. La persona tiene
una meta en la vida demostrar que es
alguien. Para identificar esto simplemente hagámonos una pregunta ¿Por qué
hacemos lo que hacemos?
Soledad. Otra de las señales es la soledad, cuando
las personas prefieren distanciarse de los demás con tal de no ser lastimados
por ellas, cuando evitan las relaciones de otros.
El
juicio. Como las personas tienen el miedo a ser rechazados se anticipan a esto
criticando y juzgando a los demás, si alguien en algún momento demuestra ser
mejor en algo, la persona con miedo al rechazo no lo reconocerá tratará de
encontrarle algún defecto que señalar para sentirse bien.
Estas
actitudes no las notamos porque creemos que estamos haciendo bien, la
desconfianza en los demás la llamamos discernimiento para más sonar
espirituales, la competitividad la llamamos superación, la soledad prudencia y
el juicio opinión. Pero si analizamos y vemos que en realidad esas actitudes no
favorecen las buenas relaciones estamos viviendo mal y dejando que el enemigo
nos engañe.
¿Por
qué es tan malo el miedo al rechazo? Sencillamente porque no nos deja ser
nosotros mismos, todo lo que hacemos, todo lo que emprendemos, nuestras
reacciones y actitudes dependen de lo que los demás dicen o hacen incluso de lo
que sospechamos de ellos, es decir vivimos para agradar y complacer a otros.
EL MIEDO AL RECHAZO NOS DESVÍA DEL PROPÓSITO DE
DIOS.
El principal peligro del miedo al rechazo es que
nuestra vida pierda el propósito para la que fue formada. Si Satanás no puede
evitar que vengas a la iglesia, o que creas en Dios, por lo menos intentará que
pierdas el propósito por el cual existes. Imagínate una vida en la tierra sin
haber hecho aquello para lo cual Dios te creó.
Pues hablamos como mensajeros aprobados por Dios,
a quienes se les confió la Buena Noticia.
Nuestro propósito es agradar a Dios, no a las personas. Solamente él
examina las intenciones de nuestro corazón. 1 Tesalonicenses 2.4
Muchas veces vamos a
escuchar lo que los demás quieren que nosotros hagamos, siempre va haber
alguien que nos diga lo que cree que debemos hacer, y muchas veces nuestro
miedo a ser rechazados por ellos nos lleva a complacerlos, lo que los demás nos
dicen, lo que nuestra familia nos dice, lo que nuestros amigos nos dicen. Y
esto no tiene que ver con el buen consejo que debemos aprender a recibir sino con querernos formar como los
demás creen que debemos ser, esto es como la historia de David donde mientras
el rey tenía miedo de enfrentar al gigante, David estaba dispuesto a hacerlo
pero cuando David dijo que lo haría entonces el rey estaba dando su opinión de
cómo debería hacerlo.
Vivimos una lucha entre que
es lo que sentimos y Dios nos está diciendo que debemos hacer y qué es lo que
los demás quieren que nosotros hagamos.
EL MIEDO AL RECHAZO LO VENCEMOS CUANDO CAMBIAMOS
NUESTRA FORMA DE PENSAR.
No imiten las conductas ni las costumbres de este
mundo, más bien dejen que Dios los
transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces
aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena,
agradable y perfecta. Romanos 12.2 NTV
Nuestra
vida cambia cuando comenzamos a cambiar nuestra forma de pensar, si nos damos
cuenta todo lo que hacemos para agradar a los demás depende de lo que pensamos
que ellos quieren de nosotros, usamos continuamente una expresión ¿Qué van a
pensar de mí? Y eso nos lleva a realizar cambios e nuestra vida, no hacemos
algo porque ¿Qué van a pensar los demás? No nos vestimos de alguna forma porque
¿Qué van a pensar los demás? No decimos que somos cristianos porque ¿Qué van a
decir los demás? Simplemente no hacemos nada basados en un pensamiento de la forma
en la que los demás van a reaccionar.
El
temor al rechazo nos lleva a complacer a los demás, ¿Por qué? Porque si
tenemos a todos contentos nuestra vida
es más agradable pero esta es una gran mentira que debemos dejar de creer. Si
necesitamos aprobación y aceptación porque somos humanos pero no necesitamos
rendir nuestras vidas al deseo de los demás. Un niño necesita que su mamá le
aplauda un dibujo que tal vez no es muy bueno, eso lo estimulará a ser más
creativo, pero lo que es dañino es que un niño mienta sobre un dibujo que él no
hizo, diga que el dibujo de los demás están feos, sólo porque necesita la
aprobación de su mamá para ser feliz.
Nuestra
felicidad no debe depender de lo que los demás opinen. Ni siquiera Dios tiene
la aprobación de todos, siempre habrá
alguien a quien no le agrades, así que, para que nos esforzamos, por hacer lo
que todos quieren.
Pablo: “Yo no busco la aprobación de los hombres, sino la
aprobación de Dios. No busco quedar bien con los hombres. ¡Si yo quisiera
quedar bien con los hombres, ya no sería un siervo de Cristo!” Gálatas 1:10 (DHH)
Esto no tiene que ver con no
escuchar consejos sabios, o de no recibir dirección de personas con
experiencia, porque entonces caeríamos en el lado opuesto, se trata de entender
que no debemos dejar que muchas decisiones de nuestra vida sean manipuladas por
las expectativas de los demás y nuestro miedo a ser rechazados por no hacer las
cosas como ellos dicen.
Dios nos dio una mente capaz
de tomar decisiones, de analizar opiniones, de descubrir y creer en nuestras
capacidades, eso nos lleva a cumplir el diseño único para el que Dios nos creó.
Si no lo hacemos de esta manera viviremos frustrados porque por más que nos
esforcemos por hacer lo que otros dicen no seremos completamente felices y no
cumpliremos el propósito de Dios.
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