Los temas que estaremos
compartiendo serán sobre el llamado, la semana pasada hablábamos sobre como “el
amor escucha la voz de Dios” y del momento en el que Dios hablo a Moisés a través de la zarza
haciéndole el llamado para liberar al pueblo de Egipto. Uno de los momentos más
importantes en la vida de un creyente es escuchar el llamado de Dios la mayoría
de las historias de la Biblia de hombres de Dios comienza con un llamado,
Samuel pequeño en la casa de Dios escucho la voz de Dios, el llamado de Dios a
Abraham para dejar su tierra, el llamado de Jonás para ir a Nínive, el llamado
de Jesús a los pescadores, en esos casos
no es necesario ni sobresaliente hablar de sus vidas pasadas, si hay algo digno
de contar de ellos es a partir del llamado, a partir del momento en el que el
Señor puso sus ojos en ellos, a partir del momento en el que el Señor rompe el
silencio para darles una tarea importante.
No hay vida fuera del
llamado, una vida placentera no producirá nada, nadie en la Biblia sobresale
por hacer nada. El llamado transforma nuestra vida, cambia nuestro mundo, nos
reta a hacer cosas inesperadas e inimaginables, los hombres en la biblia
dejaron familias, enfrentaron ejércitos, movilizaron masas, es por eso que muy
pocos se atreven a responder al llamado o permanecer en él. Es posible que
algunos muestren interés pero en la medida que avanzan la demanda aumenta y se
detienen y vuelven atrás tristes (Lucas 18.23).
Comenzamos la serie con el
llamado de una de las personas más sobresaliente en el Nuevo testamento el
apóstol Pablo. Veamos que significó el llamado de Dios en su vida.
EL
LLAMADO DE DIOS DETIENE NUESTROS PLANES
Saulo,
respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo
sacerdote, 2y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin
de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos
a Jerusalén. 3Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar
cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; Hechos 9.1-3
Muchas veces visualizamos la
conversión de Pablo como si hubiera sido un no creyente, pero la realidad es
que Pablo si creía y estaba seguro de estar haciendo lo correcto. Era un
afanoso lector de la Escritura, seguramente
era un fiel asistente a las reuniones y
como buen fariseo seguramente era generoso al dar ofrendas y diezmos, además
contaba con una pasión extraordinaria, era muy recto para hacer las cosas por
lo que pidió permisos para perseguir a los cristianos ni siquiera el sumo
sacerdote tenía tanta iniciativa como Saulo. Por lo que en nuestro tiempo
calificaría como un excelente miembro de la iglesia, Cualquiera querría contar
con sus servicios el mismo se describe en Filipenses 3.5-6
5circuncidado
al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de
hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; 6en cuanto a celo,
perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley,
irreprensible.
En la mente de Pablo no había falla alguna, no
había equivocación, su fe era completamente sincera, y sobre todo fuertemente
convencido de hacer lo que Dios le estaba pidiendo, por supuesto nosotros
sabemos que él estaba equivocado, es fácil para nosotros cuando lo leemos pero
no cuando lo vivimos ¿Cuántos de nosotros podemos está viviendo una situación
similar a la de Pablo? Pensando que estamos haciendo lo que Dios quiere,
evaluamos nuestra vida y no encontramos errores, sin darnos cuenta podemos
estar frente a Dios con la actitud del fariseo que oraba:
El fariseo,
puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque
no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este
publicano; 12ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo
que gano. Lucas 18.11
¿Estás completamente seguro de estar haciendo lo
que Dios quiere? Pablo lo estaba y tenía suficientes razones.
Su experiencia ocurrió en el camino no en el
templo ni en una sinagoga en el lugar menos esperado, en el lugar menos
espiritual, su conversión se dio en una ciudad no judía como lo era Damasco. El
mundo de Pablo se detuvo en este momento, ¿Qué pasaría si Dios repentinamente
te dijera que todo lo que estás haciendo él no te lo ha ordenado?
EL
LLAMADO DE DIOS NOS ILUMINA NUESTRO PROPÓSITO
Mas yendo por el camino, aconteció que al
llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del
cielo; 4y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo,
Saulo, ¿por qué me persigues? 5Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le
dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el
aguijón. 6El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que
yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo
que debes hacer Hechos 9.3-6
En este punto tomaremos en
cuenta dos preguntas cruciales ¿Quién eres, Señor? Y ¿Qué quieres que yo haga?
¿Quién
eres, Señor?
Cuando una voz nos es
familiar fácilmente la identificamos, cuando alguien desconocido nos habla por
teléfono preguntamos: ¿Quién habla?
Porque no nos es familiar su voz, para el apóstol Pablo la primera vez
que escucho la voz del Señor no fue posible identificarlo pues no lo conocía. Tuvo
cierto temor al llamarlo Señor. También podemos ver que no responde a la
pregunta: ¿Por qué me persigues? Algo
muy dentro de pablo sabe que está haciendo las cosas mal. La expresión “dura cosa te es dar coces contra el aguijón” no aparece
en los manuscritos más antiguos, por lo que se entiende que los que
trascribieron con el paso del tiempo
agregaron esa expresión.
También la escritura nos recuerda a través de las palabras de Jesús: “Yo
soy Jesús, a quien tú persigues” que todo lo que se le hace a la iglesia a Él
se le está haciendo. Muchos cristianos deberían pensar si su guerra contra
otros creyentes es realmente correcta.
¿Qué
quieres que yo haga?
Una vez que Pablo tiene este
poderoso encuentro, todo lo que estaba haciendo deja de tener sentido, todo por
lo que había trabajado, las cartas que llevaba, las personas que lo acompañaban
la razón por la que iba a Damasco, ya nada tenía sentido. Por lo que ahora
Pablo pregunta ¿Qué quieres que yo haga? Para
alguien como Pablo dos preguntas se nos hacen muy pocas, finalmente se
encuentra de frente con la razón de su movimiento y nada más hay dos preguntas.
En realidad esas dos
preguntas bastan para todos, nos basta entender quién es el Señor y que quiere
que hagamos. ¿Qué otra pregunta podríamos hacerle? El cómo y el cuándo y él
porque no necesitan respuesta.
Esta pregunta indica dos
cosas importantes la voluntad y el propósito.
Pablo necesita nuevas
instrucciones, se da cuenta que sus planes no sirven, y sobre todo que no ha
sido correcto dejarse guiar por su corazón, por lo que ahora necesita ser
guiado por el Señor es decir hacer su voluntad.
¿Qué
quieres que yo haga? Es una oración de rendición a la voluntad de
Dios.
Rick Warren dice:
Puedes orar "Hágase tu voluntad," de tres maneras diferentes.
Puedes decirlo con resentimiento: "Hágase tu voluntad, pero no me
agrada." Puedes decirlo con resignación: “Hágase tu voluntad, porque no
puedo evitarla." O puedes decir con anticipación: "Hágase tu voluntad
porque sé que es lo mejor, y ¡eso es lo que quiero para mi vida hoy!"
La rendición de Pablo no es con
resentimiento ni con resignación sino de convicción. Muchos de nosotros no
hacemos las preguntas correctas al Señor, preguntamos muchas cosas sin
razonarlas, ¿Por qué yo? Cuando lo único que tenemos que decir es ¿Qué quieres
que yo haga?
Ahora Pablo conocería el verdadero propósito por el cual fue creado,
EL
LLAMADO DE DIOS ES VISIONARIO
Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a
nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, 9donde
estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió. 10Había entonces en
Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías.
Y él respondió: Heme aquí, Señor. 11Y el Señor le dijo: Levántate,
y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado
Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, 12y ha visto en visión a
un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre
la vista. 13
Llama la atención el trato que el Señor tiene
con Pablo.
Pablo debe a
prender a esperar en el Señor. Podemos ver a Pablo impactado por el
acontecimiento, la biblia dice que no comió ni bebió el comentarista J.
Leal dice: “pudo ser porque no sintió necesidad, por efecto del éxtasis que había
tenido, o también por darse más a la oración acompañada de penitencia.” Pero
sobre todo durante este tiempo (tres días) Pablo estuvo esperando las instrucciones del
Señor. Tal y como mencionamos sobra Habacuc Dios nos va a hablar hasta que
nuestra alma se tranquilice en nuestro interior, Pablo tuvo el suficiente
tiempo para meditar y reflexionar sobre su encuentro con Jesús, además debemos
recordar que no era su primera experiencia, seguramente la muerte de esteban
había comenzado a trabajar en su corazón. Debemos aprender a tranquilizar
nuestra alma si deseamos que el señor nos hable.
Pablo
debe ser discipulado. La Biblia nos muestra lo que ocurre
mientras Pablo hace esto, Dios habla con el discípulo Ananías, es necesario que
un discípulo atendiera a Pablo, si el Señor le habló en el camino ¿Por qué no
de una vez le dijo todo lo que tenía que hacer? Pablo necesitaba tener el
contacto con los discípulos que tanto perseguía, necesitaba ser sanado por uno
de ellos y sobre todo por uno que conocía muy bien la voz del Señor Señor dijo en visión: Ananías.
Y él respondió: Heme aquí, Señor 9.10. No hay éxito en la extensión del Reino de
Dios sin el discipulado. Debemos aprender a vivir una vida de discipulado.
Pablo
debe aprender a orar. Pablo había sido fariseo orar no era extraño
para él. Pero cuando el Señor le dice a Ananías que “él ora” se lo dice en tono de señal es decir que no oraba como
acostumbraban los fariseos con sus oraciones aprendidas sino que ahora el oraba
en verdad. Debemos orar correctamente.
Pablo
tiene un futuro planeado por Dios.
Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este
hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; 14y aun
aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que
invocan tu nombre. 15El Señor le dijo: Ve, porque instrumento
escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de
reyes, y de los hijos de Israel; 16porque yo le mostraré cuánto le
es necesario padecer por mi nombre. 17Fue entonces Ananías y entró
en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús,
que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que
recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. 18
Ananías sabe el tipo de
persona que era pablo y tiene sus objeciones pero el Señor le descubre cuáles
son sus planes. Dios tiene planes para nuestra vida y debemos aceptarlos.
Pablo
debe integrarse a la Iglesia.
Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante
la vista; y levantándose, fue bautizado. 19Y habiendo tomado
alimento, recobró fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos
que estaban en Damasco. Hechos 9. 9-19
Como todo nuevo creyente
Pablo tiene que ser integrado a la familia/iglesia, lo primero que tenía que
mostrar era su primer compromiso el bautismo y aprender a tener comunión con
los demás discípulos.
Aunque la conversión de
Pablo puede ser muy diferente a nuestro caso puede mostrarnos situaciones por
las que todos los creyentes pasamos y podemos aprender de ella.
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