La invitación a la fiesta del Señor.

La fiesta del Señor
Continuamos con la serie festejemos al Señor, este fin de mes estaremos celebrando una gran fiesta para el Señor pero tenemos que asegurarnos que todos asistan a su fiesta,  pues al Señor le gusta cuando su casa se llena.

Todos hemos recibido invitaciones en algún momento, cuando somos pequeños nos han invitado a una partida de pastel, cuando somos mayores a una boda, graduación, XV, etc., existen todo tipo de invitaciones en este tiempo muchos han recibido una invitación a Jugar Candy Crush en Facebook, algunas invitaciones son agradables y emocionantes pero otras son incomodas; para algunas te arreglas lo mejor posible, para otras no tienes idea de que hacer; hay invitaciones en las que no puedes esperar la hora para que inicie el evento pero en otras no sabes cómo escapar de él.

Y como toda gran fiesta tiene una gran comida, veremos la parábola de la gran cena, donde muchos fueron convidados, es decir invitados a participar del gran banquete. Sin embargo la invitación del Señor tuvo diferentes reacciones. Por lo que nos plantearemos la siguiente pregunta ¿Cuál debe ser mi actitud ante la invitación del Señor?

La invitación a la fiesta del Señor es un honor, (será un gozo asistir)

Oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo: Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios. 16Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos.  Lucas 14.15

¿Alguna vez se le han ido las horas mientras come con una persona? esto sucede no porque la comida haya sido mucha sino porque esa persona es agradable e interesante.  Imagínese por un momento lo increíble que habrá sido estar con Jesús en la mesa, cada palabra desbordaba sabiduría, su actitud siempre respetuosa y de amor. Esto fue lo que posiblemente vio el hombre que expresó: “Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios” para algunos fue un acto de interrupción, yo creo que fue un acto inevitable de parte de este hombre, además Jesús ya había terminado de contar la parábola de los convidados, si estar con Jesús  hacia que ese momento fuera extraordinario, imagínese lo que será comer en las bodas del Cordero. Este hombre no pudo evitar su expresión, fue como cuando suena un auténtico ¡ALELUYA! En medio de la predicación.

Por otro lado este hombre estaba diciendo una gran verdad. La persona que coma en el Reino de Dios será realmente dichosa (bienaventurada). Pues una fiesta como la que se va a hacer en aquel día no tendrá igual. Mientras tanto en la tierra ensayamos en cada uno de nuestros servicios, por que deseamos con toda nuestra alma poder disfrutar la fiesta en aquel día.

¿Pero realmente a todos nos interesa tanto aquel gran día? Recuerde que: si no son confiables con las riquezas mundanas, ¿quién les confiará las verdaderas riquezas del cielo?” Lucas 16.11. Nuestra actitud muchas veces habla por nosotros, la semana pasada hablábamos un poco sobre la actitud a la hora de alabar al Señor, a veces parece más un momento de luto que de alegría, recuerde que nuestro Señor se levantó de la tumba.

¿Qué emoción te produce la invitación del Señor? A David le emocionaba cuando los hombres le invitaban a la casa del Señor. Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová iremos. Sal. 122.1. Ahora piense que reacción puede producir cuando es el Señor quien nos está invitando.  Estaremos realizando una gran fiesta para el Señor ¿Qué sensación te produce esta noticia? Es posible que muchos ya estén planeando como venir, algunos otros ya quieren que llegue el día, pero posiblemente para algunos sea un simple servicio más, o ni siquiera están enterados lo que nos lleva al siguiente punto.

La invitación a la fiesta del Señor no debe ser rechazada, (no debo faltar).

Algo que nos distingue a quienes creemos en el Señor es la expectativa, continuamente somos sorprendidos por las maravillosas obras del Señor, pero es lamentable cuando los creyentes pierden su expectativa, pues entonces dejan de sentir emoción por la casa del Señor y por su Presencia. Así que la invitación a la fiesta del Señor deja de ser importante, pasa a ser una opción y entonces tiene que competir contra un partido de futbol, una cama cómoda, la visita de los sobrinos, el parque de la ciudad donde el único atractivo es un payaso que aparte de decir chistes malos, dice una gran cantidad de obscenidades. Entonces si la otra opción gana es cuando vienen las excusas.

Mire como respondieron los hombres al Señor en la parábola.

17 Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado. 18 Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. 19 Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. 20 Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. Lucas 14. 17-20

Antes es importante notar que la invitación ya se les había dado con anticipación, a la mera hora ellos decidieron no asistir. Cuando ya todo estaba servido, cuando todo estaba listo,  ¿Que sentiría usted? Imagínese como se habrá sentido el Señor. Es como cuando invitamos al  campamento de jóvenes y muchos prometen ir pero a la hora, comienzan a llegar las llamadas, “te ruego que me excuses”. Es un momento realmente difícil.

Pero lo realmente increíble eran los tipos de excusas que ellos comenzaron a dar, excusas como la de “el perro se comió mi tarea”. El primero dijo que había comprado una hacienda y necesitaba verla, ¿Quién compra una hacienda sin haberla visto? Y ¿Quién va a verla en la noche? Sobre todo en el tiempo en que no había luz eléctrica. Posiblemente podríamos pensar bien de ese hombre, como alguien interesado por dar a su familia un patrimonio o que le habían contado que la tierra era buena y el confiaba en lo que le prometieron, así que la compró, pero la pregunta más importante es ¿no podía verla otro día? Ya era suya, cualquier otro día podía verla, una hacienda no se moverá de su lugar. Esto nos lleva a preguntar, eso que piensas hacer el próximo domingo ¿No lo puedes hacer otro día?

El segundo tuvo una excusa casi igual que el primero, había comprado cinco yuntas de bueyes y tenía que probarlos. ¿Quién compra una yunta sin haberlos probado antes? Y nuevamente ¿Quién los prueba en la noche? Pero igual podemos no pensar mal de este hombre, tal vez habían sido una oferta, y se atrevió a comprarlos sin haberlos probado. Pero nuevamente nos hacemos la pregunta más importante ¿No podría haberlos probado otro día si ya eran suyos? Con estas excusas demostraban que realmente no estaban tan ocupados sino que no querían asistir al banquete.

El tercer hombre presentó también su excusa, éste se acababa de casar, este tenía una excusa un poco más original que la de los otros pero igualmente no era una buena razón para faltar al banquete, la ley le permitía a alguien recién casado no poder asistir a la guerra o en tener trabajos absorbentes, (Dt. 24.5) Pero no decía nada sobre no asistir a banquetes, además los otros no podían llevar sus bueyes y su campo al banquete y este si podía llevar su mujer. Y en el caso que algunos argumentan que las esposas no estaban invitadas, igualmente podía esperarlo en su casa, nada cambiaria esta situación. El punto es que el hombre no tenía deseos de estar en la fiesta. Después de todo, la familia es una de las principales excusas que las personas estadísticamente presentan después de haber faltado a algún lugar, de acuerdo a una investigación realizada. Esto no es raro para nosotros los pastores, cuando alguien nos presenta una razón por la que no pudo realizar alguna actividad o asistir a algún evento, la familia saldrá por delante.

Una frase dice: Desde que se hicieron las excusas nadie queda mal. Otra dice: Sólo tendrás tiempo para las cosas que realmente te interesan… y sólo tendrás excusas para lo que no te importa.

Claro que entendemos a aquellos que realmente tienen una razón por la que no pueden participar, sabemos que son del tipo de creyentes que en medio de las dificultades siempre darán lo mejor de sí mismos, son aquellos que llegan resbalándose a las reuniones, sudados, con los ojos desvelados, con su ropa de trabajo, con sus familiares que les llegaron de sorpresa, con malestares, que llegaron caminando porque su coche se descompuso, aquellos que sobre todas las cosas saben que su prioridad es la Presencia del Señor. Pero también sabemos cuándo alguien tenía toda la posibilidad pero simplemente no quiso. Cada uno de esos hombre pusieron las escusas que las personas comúnmente utilizan ahora, excusas materiales (hacienda), laborales (yuntas), familiares (esposa).  No más escusas.

La invitación a la fiesta del Señor debe ser extendida,  (llevaré a otros).

21 Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Vé pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. 22 Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar. 23 Dijo el señor al siervo: Vé por los caminos y por los vallados, y  fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. Lucas 14: 21-23

Ahora vemos la reacción del Señor, cuando recibió la noticia de su siervo. ¿Qué haría usted con toda esa comida que se desperdiciará? Si los que podían caminar y ver no estaban disponibles entonces se invitó a quienes no podían caminar, quienes no podían ver, quienes tenían verdaderas excusas para no poder asistir a este banquete. Note  las expresiones “vé” y “trae”  la invitación del Señor es tan especial que no debemos tomarla sólo para nosotros, debemos compartirla.

El Señor quiere una gran fiesta, pero para que ésta ocurra la casa debe estar llena. ¿Acaso no es verdad que alabamos mejor al Señor, cuando tenemos un servicio lleno que cuando las personas faltan? Pero ahora es deber de cada creyente preocuparse por traer a alguien a la fiesta del Señor. Dos tareas se indican, la primera es “vé”, tenemos la idea de que la gente debe venir a la iglesia sola, muchas iglesias oran para que las almas lleguen, pero no tienen ningún plan para ir a traerlas. El Señor Jesús dijo: “Id” (Mateo 28.19). Mientras la iglesia espere que las personas lleguen solas a ellas difícilmente se llenará la casa del Señor. La segunda tarea fue “trae”, siempre hemos notado una gran diferencia entre “allá te espero” a “paso por ti”, muchos de los que esperamos no llegan y muchos de los que pasamos por ellos vienen con nosotros.

Aun así el sirvo le dijo a su Señor “aún hay lugar” de manera que se le ordeno a ir por los caminos y forzarlos a entrar. Esto nos enseña que no sólo debemos pensar en quienes conocemos o hemos visto, sino también en aquellos que no son parte de nuestros planes. Debemos forzarlos a entrar, esto no quiere decir que los secuestre, sino que les cierre las opciones, de manera que la única que les quede sea asistir a la fiesta del Señor. Después de todo lo agradecerán. Cuando yo era joven mis padres me forzaron a ir a la iglesia, de manera muy amable me obligaron a ir, y ahora soy pastor, por lo que ahora le doy gracias a Dios.

Finalmente podemos ver como el Señor se expresó de aquellos que se excusaron.

24 Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena. Lucas 14.24

Qué triste es saber que hay creyentes que no podrán probar lo que Dios ha preparado, que solamente verán de lejos la bendición pero no entraran en ella (Dt. 32.52) que verán la verán pero no la probaran (2 R 7.19)

La versión NTV dice: “Pues ninguno de mis primeros invitados probará ni una migaja de mi banquete” Lucas 14.24


Es triste oír después de un gran evento como muchos se lamentan de no haber asistido. Es por esta razón que no debes perderte la fiesta del Señor, tres cosas que debes recordar el día de hoy son: es un honor ser invitado, no debes faltar y debes traer a otros. 


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