Afirmando nuestras relaciones unos con otros

Confesaos vuestras ofensas unos a otros y orad unos por otros

 Serie basada en la carta de Santiago

Cuando nos preguntamos ¿Qué debemos hacer para afirmar nuestras relaciones?, la Biblia tiene abundantes consejos para poner en práctica, los más sobresalientes que podemos encontrar son aquellos que vienen acompañados de la expresión “unos a otros” continuando con esta serie cómo afirmar nuestras relaciones, y tomando nuevamente el libro de Santiago este día aprenderemos dos cosas que no debemos hacer los unos a los otros y dos cosas que  sí debemos hacer los unos a los otros. 

Para afirmar nuestras relaciones, no debemos juzgar o hablar en contra, los unos de los otros.
Santiago le da mucha importancia al tema de la lengua. El dominio de la lengua no sólo es el resultado de una vida transformada y controlada por el Espíritu de Dios; también es un muy importante si deseamos mejorar nuestras relaciones con los demás.

Para tener un enfoque más acertado tomemos en cuenta la Nueva versión Internacional

Hermanos, no hablen mal (lit. no habléis contra) unos de otros. Si alguien habla mal (lit. habla contra)  de su hermano, o lo juzga, habla mal de la ley y la juzga. Y si juzgas la ley, ya no eres cumplidor de la ley, sino su juez. Santiago 4.11 NVI

Este versículo tiene dos actos negativos  (juzgar y murmurar) que se resumen en uno solo “hablar contra”.

Santiago dice: Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis (v. 2.8)

No podemos cumplir la ley real, si juzgamos, murmuramos o hablamos contra los demás, es absurdo y fuera de toda lógica, pues juzgar es ir completamente contra la esencia del mandamiento.

Por otro lado Santiago dice que: el que juzga, ya no es cumplidor de la ley, sino su juez, 

…la ley del Señor es perfecta; si los hombres la quebrantan, ella misma los juzgara; y si no quebrantan, no les juzguemos…  
M. Henry

A veces actuamos como jueces, y creemos estar por encima de la Palabra de Dios cuando juzgamos a los demás. Por lo que debemos siempre actuar prudentemente. Querer ser jueces es querer tomar un lugar que solamente le pertenece a Dios. 

Se cuenta que una vez un joven discípulo de un filósofo sabio llega a su casa y le dice: -Maestro, un amigo estuvo hablando de ti con malevolencia… -¡Espera! -le interrumpe el filósofo-. ¿Hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme? -¿Las tres rejas? -preguntó su discípulo. -Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto? -No. Lo oí comentar a unos vecinos. -Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien? -No, en realidad no. Al contrario… -¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta? -A decir verdad, no. -Entonces… -dijo el sabio sonriendo-, si no es verdad, ni bueno ni necesario, sepultémoslo en el olvido.

Para afirmar nuestras relaciones no debemos quejarnos los unos a los otros.
Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta. Santiago 5.9

Una frase muy común dice: Si tu mal tiene remedio ¿por qué te quejas? Si no lo tiene ¿por qué te quejas?

Las personas quejumbrosas están descontentos de todos y todo.
La queja comúnmente tiene un tono negativo.

Cuando las personas se quejan demuestran pesimismo
Cuando las personas se quejan descargan su amargura en los demás
Cuando las personas se quejan suelen buscar venganza
Cuando las personas se quejan buscan recibir la razón porque se las han negado
Cuando las personas se quejan a veces buscan aceptación, que demuestra su baja estima
Cuando las personas se quejan suelen culpar a otros por sus desgracias
Cuando las personas se quejan demuestran su falta de fe en Dios

Así que la próxima vez que quiera quejarse, piense de qué manera desea que las personas le vean, ¿quiere parecer siempre un quejumbroso, que nada le agrada de la vida y vive infeliz?
Muchas personas viven quejándose en las redes sociales y también diciendo que son felices gracias a Dios, lo que no tiene sentido, ¿Por qué se queja si tiene a Dios?

El problema es que muchas personas, están tan acostumbradas a quejarse, que ellas mismas no se dan cuenta de la frecuencia con la que lo hacen, de tal manera que se ha convertido en un muy mal hábito que deben vencer. Haga una revisión de su perfil y busque todas las veces que se ha quejado en un mes, posiblemente se sorprendería, y no sería extraño que fueran más las quejas, que las expresiones de agradecimiento.

Quejarnos no nos permite establecer buenas relaciones porque los demás no nos ven como confiables, no nos pueden  ver como apoyo o como refugio, sino al contrario nos ven con lastima y pena, incluso hasta como molestia. Si deseamos tener amigos debemos comportarnos al nivel de las personas de las que deseamos su amistad.

Ahora bien muchos de nosotros nos hemos quejado alguna vez de algo, es parte de nuestra naturaleza, pero el problema no está solo en el hecho de quejarnos sino en el efecto que provocamos con nuestra queja, Santiago especifica que no nos quejemos unos contra otros, esa inconformidad que tenemos de los demás es lo que se desaprueba, quejarnos unos contra otros es ir en contra de nosotros mismos, pues todos somos parte del Cuerpo de Cristo. 

Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.  Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. 
Colosenses 3.13-14

El problema principal está en el mal hábito de quejarnos por todo y de todos, lo que, no nos lleva a ninguna parte y solo afecta nuestras relaciones.

Nunca debe el hombre lamentarse de los tiempos en que vive, pues esto no le servirá de nada. En cambio, en su poder está siempre mejorarlos.” Thomas Carlyle

Para afirmar nuestras relaciones debemos confesarnos los unos a los otros.
Por otro lado Santiago nos enseña que debemos reconocer nuestros pecados (errores, faltas, ofensas etc.)

Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho. Santiago 5.16

Esto no significa que andemos contando todo, a diestra y siniestra, o que debemos ir con el pastor para que él nos perdone nuestros pecados, más bien la expresión “unos a otros” nos muestra que esta práctica es un modo de identificarnos y apoyarnos, era propio de los creyentes reconocer públicamente sus pecados, pues esto los identificaba con los demás.

Y muchos de los que habían creído venían, confesando y dando cuenta de sus hechos. Hechos 19.18

Y eran bautizados por él en el Jordán, confesando sus pecados. Mateo 3.6

Un corazón que no está dispuesto a conocer sus faltas, es un corazón que tiene dificultad para relacionarse con los demás. En los matrimonios es muy difícil lograr una reconciliación cuando alguno de los dos no está dispuesto a confesar que se ha equivocado. Todos creemos que errar es de humanos, pero pocos están dispuestos a aceptar que ellos se equivocan.


“Sólo el hombre íntegro es capaz de confesar sus faltas y de reconocer sus errores” Benjamín Franklin


Confesar nuestras faltas también nos compromete públicamente, para evitar volver a caer en los mismos problemas, es muy importante saber cómo, cuándo y a quien(es), debemos testificar o confesar una falta. El no saber cómo cuando y a quien debemos confesar una falta nos puede llevar a cometer un error todavía más grave o herir a quienes no lo estaban.

Algunas personas tienen afición por confesar por todos lados sus pecados, de tal manera que sus pecados andan en boca de todos, por el permiso mismo de la persona, el problema mayor es que la persona no está de ninguna manera dispuesta a corregir su vida, por lo que su confesión no le ayuda mucho, sino más bien le afecta.

Las relaciones se afirman cuando somos capaces de reconocer que hemos cometido una falta, cuando con sinceridad pedimos perdón a los demás, sin importar la exhortación que después recibamos. Las amistades se pueden recuperar si tan solo damos un paso de humildad y aceptamos habernos equivocado.

 Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo. Santiago 3.2

Para afirmar nuestras relaciones debemos orar los unos por los otros.

El último punto que debemos tomar en cuenta los unos hacia los otros es la oración. Por un lado tenemos a quienes están dispuestos a confesar sus pecados y por el otro lado tenemos a quienes deben estar dispuestos a orar por quienes los confiesan.

Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho. Santiago 5.16

Poder orar por los demás es señal de un corazón libre y sano, no se trata de oraciones enjuiciadoras o condenadoras, no se trata de oraciones de desacuerdo, donde le digo a Dios todo en lo que no estoy de acuerdo con las personas, en realidad no voy a lograr mucho orando de esta manera. Las personas viven luchando por querer cambiar a los demás hasta en sus oraciones, posiblemente el problema no está en ellos sino en nosotros, en vez de querer cambiarlos con nuestras oraciones, cambiemos nuestras oraciones hacia ellos, que a su vez nos cambiaran a nosotros. La oración eficaz es en acuerdo y amor. Y si de verdad los demás tienen que cambiar, entonces el Señor hará su obra en ellos cuando nosotros oremos por ellos en amor.

¿Qué pasaría si en lugar de quejarse o juzgar a los demás orara por ellos? Los bendijera, deseara lo mejor con sus oraciones, ¿cambiaría su pensamiento hacia esas personas? Por supuesto que sí. Cuando oramos siempre pedimos lo mejor para aquellos que amamos, nuestros hijos, cónyuges, padres etc., no podemos orar de forma negativa porque son personas que amamos profundamente. ¿No podríamos hacer esto por aquellos que nos desagradan? ¿Que pasaría si durante un mes se propusiera a orar por esa persona? Estoy seguro que después de un mes ya no la vería con los mismos ojos.

La oración es una extraordinaria herramienta de bendición, recuerde que: …La oración eficaz del justo puede mucho. Santiago 5.16

Bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian. Lucas 6.28

Si deseamos afirmar nuestras relaciones, debemos aprender a incluir esas relaciones en nuestras oraciones. A veces vemos defectos en los demás porque Dios espera que intercedamos por ellos.

Santiago dice que debemos confesarnos y orar…para que seáis sanados… el contexto indica la sanidad física, pero también es claro que orar unos por otros sana  también los corazones. Si deseamos tener relaciones fuertes debemos orar por ellas.

Santiago nos enseña estos cuatro principios para afirmar nuestras relaciones: no hablar mal, no quejarnos, reconocer, y orar. Si practicamos fielmente estos principios en esta semana seguramente tendremos relaciones firmes y fuertes. Trabajar en cambiar ciertos aspectos de nuestra vida no es fácil, mucho menos cuando se trata de rendir o doblegar nuestro carácter, pero la realidad es que, si deseamos disfrutar de la vida, debemos empezar por trabajar en la forma en que nos relacionamos con los demás.

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