La iglesia, a lo largo de los años, ha experimentado avivamientos. Dos grandes despertares ocurrieron en la época de los hermanos Wesley y en la de Charles Finney; estos fueron claves para los grandes cambios que la iglesia ha experimentado. Sin duda, uno que revolucionó las iglesias en nuestro contexto fue el de la calle Azusa, el cual tuvo un impacto más carismático.
Un avivamiento es importante porque trae un impulso sobrenatural a la iglesia, tanto en las personas como a nivel congregacional. Hay algunos aspectos clave por los cuales deberíamos desear un avivamiento. El avivamiento revive la relación personal con Dios, crea cristianos hambrientos por Su presencia; unifica a la iglesia, creando un ambiente donde el amor y la fe son más auténticos y profundos, y las personas prefieren la compañía de los creyentes; las personas son llenas del Espíritu Santo, y el impacto es tan grande que desean que otros lo experimenten también. Los avivamientos muestran el poder de Dios obrando en la vida de las personas y en Su iglesia. Las personas saben que Dios está obrando y creen sinceramente que Él es la respuesta para cualquiera que lo busque.
Personalmente, creo que he vivido diferentes avivamientos a lo largo de mi vida cristiana. Hay algo que te hace saber que no es la rutina de siempre, sino que estás viviendo un tiempo de gloria. Y creo que, como iglesias, debemos estar atentos porque siempre hay nuevos momentos en los que Dios trae avivamientos a Su iglesia.
Estamos iniciando una nueva serie llamada “Avívate”, y para esta serie quiero que podamos estudiar el libro de Hechos, donde precisamente inició el primer gran avivamiento de la iglesia. Vamos a ver algunas de las características que marcaron ese gran momento.
Expectativa y obediencia a la promesa de Jesús
"Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos." (Hechos 2:1)
Siempre partimos desde la unidad de los cristianos para decir que esa fue la primera razón por la que el Espíritu Santo vino sobre ellos, y, por supuesto, la unidad es fundamental para que Dios visite Su iglesia: la unidad en el espíritu, en el propósito. Pero antes de esa unidad, algo que fue clave fue la expectativa que los discípulos tuvieron ante las palabras de Jesús:
"Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días." (Hechos 1:4-5)
Creo que después de esas palabras, los discípulos tuvieron ciertas actitudes que los llevaron a experimentar el gran avivamiento de la primera iglesia y que nosotros también deberíamos adoptar.
La expectativa de recibir la llenura del Espíritu Santo implica ciertas características y actitudes que los cristianos actuales pueden cultivar para desear y experimentar esta experiencia. Aquí algunas de las características clave y acciones que los creyentes pueden adoptar:
Hoy en día, los cristianos deben tener un profundo deseo de experimentar la llenura del Espíritu Santo. La pregunta aquí es: ¿has sido lleno del Espíritu Santo? Ser llenos es esencial para vivir una vida plena en Cristo. Si la respuesta es no, entonces ¿qué estás esperando? Este anhelo puede manifestarse en oración, estudio de la Palabra y una búsqueda activa de la presencia de Dios, pero sobre todo en una insistente oración pidiendo la llenura de Su Espíritu.
Este anhelo no solo debe manifestarse en el deseo, sino en la disponibilidad. Muchas veces hemos dicho que hay mucha gente dispuesta, pero poca disponible. Esto significa estar abiertos y disponibles para lo que Dios quiere hacer en sus vidas, dejar atrás cualquier resistencia o miedo y confiar en que el Espíritu Santo traerá transformación y poder.
Un punto clave de la expectativa es creer en la promesa. No se puede esperar lo que no se cree. Se debe tener fe en que la llenura del Espíritu Santo es una promesa de Dios para todos los creyentes (Hechos 2:38-39). La Biblia dice "a toda carne", lo cual significa que todos podemos recibirlo.
La expectativa también significa ser sensibles a la voz del Espíritu: estar atentos al mover del Espíritu, percibir los momentos en los que Él quiere obrar, darle libertad, romper la barrera del tiempo y de la pena. Es un privilegio recibirlo y ser llenos de Él.
Impacto en la comunidad
"Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua." (Hechos 2:5-6)
En ese momento, la manifestación del Espíritu Santo obró de una forma precisa, ya que había gente de diferentes culturas. Pero este no es el caso de muchas iglesias locales, en las cuales solo existe un mismo idioma en la zona. Esto no significa que la iglesia no pueda causar un impacto en la comunidad.
La iglesia hoy puede tener un impacto, por supuesto espiritual, pero quiero también simbolizar un poco el hecho de que las personas les escucharon hablar en su propio idioma. En nuestras iglesias locales no es un problema de idiomas, pero el impacto en ese momento fue: “¿Cómo pudieron hablar como ellos?”. Hoy no hay quien diga eso porque no tenemos extranjeros viviendo en la zona que corroboren que hablamos en su idioma, pero creo que hoy la iglesia debe aprender a comunicarse con su comunidad en el idioma de ellos, en el lenguaje que usan. Que las personas se sientan identificadas con la iglesia, que no la sientan ajena, sino cercana, presente, contemporánea, relevante.
La iglesia debe saber comunicarse con su entorno, no verse distante, extraña o rara, para que la gente entienda los mensajes de Dios. No solo es querer hablar el idioma de ellos como sucedió en Hechos, sino también hablar y entender los temas que quieren conocer.
Hoy, la iglesia puede ser influyente en su comunidad. Lucas Leys dice que el tamaño es un factor de influencia, pero eso no significa que popularidad e influencia sean lo mismo. Hay iglesias con muchos miembros pero poca influencia, y hay iglesias con pocos miembros pero con mayor influencia debido al compromiso de ellos. Esa debe ser nuestra motivación: convertirnos en una iglesia influyente en nuestra zona.
Compromiso y perseverancia con la enseñanza
"Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones." (Hechos 2:41-42)
No profundicé en los puntos que muchos destacan de este pasaje, como el derramamiento del Espíritu (el cual tenemos claro que es fundamental) ni en la predicación de Pedro (que tuvo el efecto de compungir los corazones). Estoy tocando los puntos que rara vez se enfatizan: el deseo por el Espíritu (antes del avivamiento), el impacto que una iglesia llena del Espíritu debe tener (durante el avivamiento), y el efecto después del avivamiento, que es el compromiso y la perseverancia.
Uno de los puntos críticos de una iglesia es la falta de personas comprometidas. En la mayoría de las iglesias, uno puede identificar quiénes son los comprometidos; por lo regular, ellos serán siempre el factor clave del progreso de la iglesia. No importa cuántos eventos se realicen o estrategias se implementen; siempre estarán involucrados los mismos.
El punto es que podemos hacer la guerra, pero ¿cuántos irán a ella? Podemos construir la torre, pero ¿cuántos estarán construyendo? Si no hay compromiso, el trabajo será más difícil. Hoy el llamado es a comprometerse con la iglesia, a estar dispuestos a caminar la segunda milla, a apoyar los proyectos que se presentan, a no dejar la carga a los demás o pensar que ellos lo resolverán, sino a hacerse parte del sueño y propósito de la iglesia.
La clave de la primera iglesia fue la perseverancia y el compromiso con las oraciones y sus reuniones de partimiento de pan. Es decir, una vez que entraron, fue para ser parte al cien por ciento de la iglesia.
Hoy queremos un avivamiento, no necesariamente en la iglesia en general, sino en cada individuo en la iglesia en particular, que despierte su expectativa, que se convierta en alguien que pueda influir en los demás y que se comprometa con la iglesia con pasión y fervor.
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