Cinco señales de una iglesia Avivada
Como ya hemos leído En Hechos 2, el Espíritu Santo descendió con poder sobre los discípulos. Fue un el como hemos dicho el primer avivamiento que impactó a su comunidad, y transformó la forma en que vivían. Algo que a mi me impresiona es la forma en la que hasta su carácter cambió, dejaron de ser un grupo temeroso, y se convirtieron en una iglesia llena de valentía, unidad y un amor ardiente por servir a Dios y a los demás.
Pero, ¿qué significa que una iglesia esté avivada hoy en día? ¿Cómo podemos saber si el fuego del Espíritu Santo sigue ardiendo en nuestras vidas? La respuesta está en las señales que encontramos en las vidas de los primeros cristianos, y esas mismas señales deben estar presentes en nuestra iglesia hoy. Las cuales nosotros llamamos nuestro cinco propósitos.
Una iglesia avivada no es solo un lugar donde nos reunimos, y sentimos la presencia de Dios, es una comunidad viva, transformada, que refleja a Dios en todo lo que hace. Cuando el Espíritu se mueve, vemos, esas cinco señales que nos indican que estamos viviendo como una iglesia avivada. Estas señales nos llaman a alcanzar a los demás, servir con generosidad, vivir en una comunión profunda, aprender nuestros principios y adorar a Dios con todo nuestro ser. En nuestro lenguaje de iglesia decimos que es Alcanzar, Afirmar, Adiestrar, Actvar y Adorar.
Cuando leo hechos 2 puedo ver estas cinco señales en el avivamiento que comenzó en Pentecostés y son claves para evaluar si esas señales siguen ardiendo en nuestras vidas y en nuestra iglesia.Así que veamos.
Una iglesia avivada Alcanza
Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. Hechos 2.14
Cuando leo las palabras de Pedro, quiero encontrar algunas características que debe tener el mensaje del evangelio hoy en día. El mensaje, primeramente, tiene que ser bíblico, usando la palabra de Dios para mostrar el cumplimiento de las promesas en Jesús. Pedro citó la Escritura mientras hablaba. En segundo lugar, el mensaje fue claro, sin rodeos, permitiendo que todos pudieran entenderlo. Ese es uno de mis deseos más grandes: necesitamos basar nuestro mensaje en la Biblia y presentarlo de forma sencilla para que todos puedan comprender el evangelio. No se puede evangelizar con un lenguaje religioso que la persona no convertida difícilmente podría entender.
Otro punto importante es que fue impulsado por el poder del Espíritu Santo. Fue el Espíritu quien tocó los corazones de las personas y les permitió comprender el mensaje. La iglesia no puede depender solo de estrategias humanas, sino que necesita el mover del Espíritu Santo para transformar vidas. Además, Pedro confirmó su mensaje con su testimonio personal, hablando de lo que Jesús había hecho en su vida y de cómo él fue testigo de Su resurrección. Creo que esta parte es fundamental, ya que no hay mejor promoción del evangelio que la experiencia misma y el testimonio en nuestras vidas. Difícilmente alguien creerá en lo que predicamos si nuestra vida no está de acuerdo con eso. Vivir el evangelio para que nuestras acciones respalden nuestras palabras.
Finalmente, el evangelismo de Pedro fue directo en su llamado a la conversión, sin dejar espacio para demoras. Hoy, debemos ser conscientes de que el tiempo para compartir el evangelio es limitado y cada oportunidad cuenta. Las personas deben saber que Dios las llama hoy.
Una iglesia avivada Afirma
"Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón" (Hechos 2:42,46).
Me encanta leer estos versículos y siempre trato de imaginar cómo era esa convivencia en aquellos tiempos. Hay una palabra que resalta, que es "comunión", la cual es la traducción de la palabra griega koinonía. Una de las complicaciones al traducir las Escrituras es que algunas palabras no tienen una traducción exacta en nuestro idioma. En otras palabras, koinonía es más que solo comunión. La palabra también implica servicio. Es decir, cuando dice "en la comunión unos con otros", también estaba implicando servir unos a otros. No es lo mismo convivir un momento en la iglesia que realmente servirle a alguien. Ese acto de servicio era lo que fortalecía las relaciones. Una persona que se siente amiga pero también se siente servida, es una persona que se siente valorada, y difícilmente alguien que se siente valorado abandona la iglesia.
Pero eso no es todo. Koinonía también implicaba generosidad. Las personas compartían sus recursos entre ellos. Eso era la fe en acción: mostrar el amor no solo con palabras, sino con hechos.
La amistad de los primeros cristianos era sincera y no superficial. Quienes hemos tenido amigos sabemos que un amigo tiene un valor muy grande para nuestras vidas, y que muy pocos pueden manifestarlo de manera genuina. Por eso, la iglesia, más que nunca, debe manifestar esa koinonía.
Una iglesia avivada adiestra
“Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:42).
Soy promotor de la enseñanza en la iglesia; mi vida gira alrededor de la enseñanza, está en mi ADN, y tengo una constante necesidad de enseñar. Por eso creo que es esencial que la iglesia esté comprometida con la enseñanza de la doctrina, ya que es fundamental para el crecimiento espiritual, la unidad y la madurez de los creyentes. En Hechos 2, la iglesia primitiva se dedicó a la enseñanza de los apóstoles, estableciendo las bases de una comunidad fuerte en el conocimiento de Dios. La enseñanza no solo informa, sino que transforma, guiando a los creyentes a vivir de acuerdo con los valores y principios del evangelio.
1. Fortalece la fe: La enseñanza de la doctrina provee una comprensión sólida que ayuda a los creyentes a enfrentar dudas y desafíos. Esto es fundamental para que los cristianos desarrollen una fe firme que los sostenga en medio de las dificultades.
2. Promueve la unidad: Hoy, si algo me cansa es el conflicto continuo entre cristianos, especialmente por temas triviales. Sin embargo, cuando los miembros de la iglesia comparten una base doctrinal sólida, es más fácil evitar divisiones y conflictos. La enseñanza doctrinal alinea a los creyentes en sus valores, visión y misión. ¿Se ha preguntado cuáles son nuestros valores, misión y visión?
3. Equipa para la misión: El adiestramiento consiste en dar las herramientas necesarias para vivir y compartir la fe. Una iglesia que enseña bien a sus miembros los prepara para cumplir con su misión en la vida y vivir con integridad, reflejando a Cristo en su vida diaria y atrayendo a otros al evangelio.
4. Protege de falsas enseñanzas: Una de las señales de los últimos tiempos es el engaño, como Jesús lo dijo. Sin una comprensión sólida de la doctrina, los creyentes pueden ser vulnerables a interpretaciones erróneas o engaños. Con una enseñanza fiel a las Escrituras, la iglesia es capaz de discernir y rechazar enseñanzas que se apartan de la verdad bíblica.
Una iglesia avivada es activa
"Todos los que habían creído estaban juntos y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y los repartían a todos según la necesidad de cada uno."
Hoy en día, es importante que la gente entienda que el servicio va más allá de hacer algo por alguien; se trata de una actitud de corazón y una forma de vivir. Es reconocer que servir no es una obligación o una carga, sino una oportunidad para impactar vidas y reflejar a Dios en nuestra vida.
El verdadero servicio nace del amor genuino hacia los demás, buscando su bienestar sin esperar nada a cambio. Por eso el servicio es voluntario; no se espera recibir nada a cambio. Servir a otros es una forma visible de expresar el amor, un principio fundamental que tiene el poder de transformar comunidades.
Además, servir es una demostración de fe activa; por eso al servicio lo llamamos “activar”. Más que palabras, el servicio permite que la fe se vea en acción, ayudando a quienes lo necesitan. El servicio es una forma de testimonio, haciendo visible el mensaje del evangelio en la vida diaria.
Uno de los aspectos más profundos del servicio es que también transforma a quien lo realiza. Al dar, uno aprende humildad, desarrolla empatía y se convierte en un canal de paz y esperanza. Servir no solo beneficia a quien recibe, sino que también transforma el corazón y la perspectiva de quien sirve.
Es importante entender que el servicio no siempre requiere grandes recursos o habilidades especiales. A veces, basta con una acción sencilla, una palabra de aliento o dar de nuestro tiempo.
Una iglesia avivada adora
Finalmente, llegamos al corazón mismo de una iglesia viva y en crecimiento. La adoración no es solo el acto de cantar, sino una respuesta sincera de amor y gratitud hacia Dios. Es cuando, con cada acción, palabra y pensamiento, buscamos honrarlo, reconociendo Su grandeza y Su amor en todas las áreas de nuestra vida.
"Alabando a Dios y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos" (Hechos 2:47).
En Hechos, vemos cómo la comunidad de creyentes adoraba en unidad, llenando cada día de alabanza y sencillez de corazón. No solo se reunían en el templo, sino que llevaban la adoración a sus hogares. Esto es realmente inspirador, pues vivían en una atmósfera constante de adoración.
Hoy, el avivamiento en la iglesia también se manifiesta cuando la adoración se convierte en una forma de vida. La verdadera adoración es todos los días, a toda hora, y nos lleva a vivir con humildad, agradecimiento y entrega, sabiendo que Dios es digno de nuestra devoción en todo momento. Cuando adoramos de esta manera, no solo transformamos nuestro corazón, sino que inspiramos a otros a acercarse a Él, creando una comunidad en la que Su amor es evidente.
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