Favor que acelera procesos


Favor que acelera procesos

Una de las cosas con las que más lucho en mi vida es el tiempo. No me gusta cuando mi tiempo es acaparado por cosas en las que no estoy haciendo algo productivo, y siento que es tiempo perdido. No me gusta ir a la peluquería porque todo el tiempo estoy sentado viéndome en un espejo sin poder usar mis manos. Creo que debo trabajar en eso; seguramente debería relajarme y aprender a disfrutar de ese momento. Aunque soy introvertido, tiendo a ser hiperactivo. Las veces que puedo salir a correr, en lugar de escuchar música prefiero escuchar un audiolibro, siento que así aprovecho mejor el tiempo.

Así que una de las cosas más incomodas para mí es hacer trámites en el banco, ya sabes, llegar como una hora antes, hacer fila y esperar a que te toque el turno. En los bancos no se permite el uso de celulares, entonces es como solo mirar a la gente y al monitor, esperando que llegue mi turno. Pero una vez me sucedió algo que me alegró mucho un día, mientras aún faltaban muchas personas delante de mí para que me tocara mi turno, alguien se me acercó y me dijo: “Mira, tengo otro turno”, y era un turno muy próximo. No sé por qué esa persona tenía dos turnos, pero ese día esa persona aceleró mi proceso de una hora a solo diez minutos. Eso fue realmente increíble.

Dios no está limitado por el tiempo

La Biblia dice:
Salmos 30:5 (NVI) "El llanto podrá durar toda la noche, pero con la mañana llegará el grito de alegría."

Muchas veces eso sucede en nuestras vidas. Mientras vivimos en este proceso —como si estuviéramos en una fila de banco—, mirando que no hay señales de avance, Dios mueve Su favor hacia nosotros y acelera el proceso.

El tiempo para Dios no es como para nosotros. Él no está limitado por las restricciones del tiempo, así que puede intervenir sobrenaturalmente y cambiar las cosas a nuestro favor. Él puede hacer que lo que normalmente nos llevaría meses o años suceda en cuestión de días.

¿Has visto un video de un perezoso cruzando la carretera y alguien lo ayuda llevándolo al otro lado? Así sucede con nosotros. Lo que nos tomaría mucho tiempo, Dios puede reducirlo cuando Su favor acelera los procesos. Nosotros somos como el perezoso cruzando la carretera.

El Salmo dice que un día puedes estar llorando y al otro podrías estar riendo. Tu vida puede dar un cambio repentino cuando el favor de Dios acelera los procesos.

Tu vida puede cambiar mañana a esta hora

En 2 Reyes 6 hay una historia fascinante sobre una ocasión en la que Samaria fue sitiada por Siria. El sitio fue tan prolongado que la ciudad comenzó a sufrir una grave hambruna, llegando al extremo del canibalismo. No había forma de que la situación cambiara pronto. La economía era un desastre y la ciudad seguía sitiada. Entonces el profeta Eliseo llegó y dijo algo realmente increíble:

Eliseo respondió: —Escucha la palabra del Señor. El Señor dice: “Mañana a estas horas, a la entrada de Samaria se podrán comprar siete litros de harina por una sola moneda de plata, y también por una moneda de plata se podrán comprar quince litros de cebada.” (2 Reyes 7:1 DHH)

¿Cómo podía ser esto? Iba contra todo pronóstico. Era impensable. No había señales de que la situación mejorara. No había razones para creer algo así, pero Dios estaba asegurando que mañana a esas horas todo sería diferente.

El ayudante personal del rey respondió al hombre de Dios: —¡No me digas! ¡Aun si el Señor abriera las compuertas del cielo, no podría suceder tal cosa! —Pues lo verás con tus propios ojos —le advirtió Eliseo—, pero no llegarás a comerlo. (2 Reyes 7:2)

Dios puede hacer lo improbable. Creo que muchos de nosotros hemos vivido experiencias así: un día estábamos tristes y desanimados, y al otro estábamos llenos de alegría.

Al otro día, en Samaria, sucedió tal como el profeta lo había dicho. El Señor hizo huir a los sirios de tal manera que dejaron todos sus bienes a las afueras de la ciudad. La gente salió a recoger lo que habían dejado, y ahora todo era prosperidad. El único que no pudo disfrutarlo fue el sirviente que dudó de la palabra de Eliseo. Hoy, comienza a creer que Dios puede acelerar procesos.

Prepárate para un tiempo de aceleración.

Josué 3:5 (NVI) "Josué le ordenó al pueblo: ‘Purifíquense, porque mañana el Señor hará grandes maravillas entre ustedes’."

¿Cuándo Dios hará maravillas? ¡Mañana! Quiero imaginar la cara de las personas al escuchar esa declaración. Me imagino a ellos pensando por la noche: ¿Qué pasará mañana? Esa es la forma en que cada noche debemos ir a dormir, con la emoción de que mañana todo puede ser completamente diferente, que mañana ya no estaremos llorando, que mañana nuestra situación será distinta.

La declaración de Josué nos da tres verdades importantes:

1. Prepararse. Antes de que Dios haga algo extraordinario en nuestras vidas, debemos prepararnos. ¿En qué sentido? En todas las formas posibles. Esto puede significar limpiar nuestro corazón, arrepentirnos de malos hábitos, acercarnos más a Dios, ayunar y orar con fe. Si queremos un milagro, debemos estar listos para recibirlo.

2. El tiempo de Dios es perfecto. Josué les dice que las maravillas ocurrirán “mañana”. A veces estamos ansiosos por ver cambios en nuestra vida, pero este versículo nos recuerda que Dios tiene Su tiempo perfecto para actuar. Aunque no lo veamos ahora, lo que Dios ha planeado puede suceder muy pronto.

3. La pureza trae bendición. Dios les pidió al pueblo que se purificaran antes de recibir las maravillas. Cuando buscamos vivir de acuerdo con la voluntad de Dios, Él puede bendecirnos de maneras asombrosas. La obediencia y la pureza de corazón abren puertas para que Dios obre en nuestras vidas.

Lo que muchas veces parece que debería tomar años puede suceder en un instante cuando Dios decide actuar. Él es capaz de acelerar procesos naturales, financieros, emocionales o espirituales. Como ocurrió en Samaria, donde de un día para otro, pasaron del hambre extrema a la abundancia, Dios puede tomar situaciones que parecen irreparables y cambiarlas de inmediato.

Cuando decimos que Dios puede acelerar procesos, hablamos de Su capacidad para intervenir de tal manera que lo que parece humanamente lento, complejo o imposible de resolver, se soluciona rápidamente por Su poder. Esto no significa que siempre intervendrá de esta manera, pero nos da esperanza y activa nuestra fe de que, cuando Él lo decide, los tiempos y las circunstancias cambian. Lo que parecía destinado a la ruina puede transformarse en bendición de un momento a otro, porque Dios es soberano y tiene control absoluto sobre todos los aspectos de nuestra vida.

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