A lo largo de esta serie, hemos observado cómo los evangelios otorgan un protagonismo especial a la vida de Pedro después del proceso de Jesús. Esto nos deja claro que Dios había visto algo muy especial en Pedro para poner sus ojos en él.
Reflexionemos: desde el momento en que Jesús escoge a sus discípulos, especialmente a Pedro, ¿qué busca? ¿Qué quiere? ¿Por qué alguien con esas características, un pescador sin letras? ¿Por qué seguir trabajando con él después de cada desatino que Pedro hace? ¿Por qué después de que lo negó? A primera vista, la elección de Jesús podría parecer equivocada, pero la historia nos demuestra que no fue así.
Sin embargo, este patrón sigue manifestándose en la actualidad. Muchos de nosotros no contamos con el perfil especializado para dirigir la iglesia según los estándares del mundo. Y ahí radica la belleza de la elección de Jesús: nos dejó el ejemplo de alguien como Pedro, un hombre común con debilidades, emociones y tentaciones, que pudo convertirse en un líder.
Es como si Jesús nos dijera que cualquiera puede ser un gran líder. A veces, necesitamos ver más allá de lo que vemos con nuestros ojos y empezar a vernos como Jesús nos ve a cada uno de nosotros. Debemos vernos no solo antes o durante el proceso, sino después del proceso, con el potencial transformador que Dios puede obrar en nuestras vidas.
Veamos cuales fueron los siguientes pasos a través de los que Jesús llevó a Pedro a su regreso de fe.
Momentos ordinarios encuentros extraordinarios.
Al descender a tierra, vieron brasas puestas, y un pez encima de ellas, y pan. Jesús les dijo: Traed de los peces que acabáis de pescar. 11 Subió Simón Pedro, y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió. Les dijo Jesús: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Tú, quién eres? sabiendo que era el Señor. Juan 21.9-12
Me encanta que Jesús les haya preparado un desayuno después de una noche larga. Había brasas para calentarse, pero no hubo un sermón ni una lección registrada, solo estaban ahí comiendo y compartiendo. Ni siquiera le preguntaron quién era. Solo era ese momento de compartir.
A veces esperamos sentir la presencia de Dios en lugares especiales o en momentos emocionantes, pero no siempre es así. Necesitamos aprender a ver a Dios en lo ordinario y cotidiano de la vida: en un rayo de sol, en una noche de insomnio o en un día de trabajo. La vida de muchos cristianos cambiaría si aprendieran a sentir la presencia de Jesús en su vida diaria, no solo en la iglesia.
Pedro encontró a Jesús en lo cotidiano, en un momento familiar y especial de comida. Esto es lo que nos conecta con Jesús todos los días: encuentros extraordinarios en momentos ordinarios.
De la negación a la restauración
Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos. 16 Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. 17 Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. Juan 21.15-17
Todo lo que Jesús hace es transformador. Amo la forma en que Jesús trata a sus seguidores, amo cómo les enseña. Esta es una de las más grandes lecciones que Jesús nos deja y no es un sermón, sino un ejemplo y acciones. Ya hemos hablado de esto en algún otro momento, se trata de cambiar situaciones para sanar. Muchos relacionamos ciertos lugares con traumas del pasado, y Dios muchas veces cambia nuestros lugares de dolor en lugares de restauración.
Continuando con el relato, vemos cómo todos están en ese momento en el que comparten con Jesús. Pedro acaba de pasar por un tiempo muy difícil y Jesús lo sabe. Jesús no llega a aclarar las cosas con Pedro, ni siquiera le dice algo como "vamos a hablar". A veces, cuando nos dicen algo así, nos sentimos un poco incómodos porque tememos que se trate de algo que no nos guste.
Pero Jesús prepara el corazón de Pedro a través de un momento muy familiar pero al mismo tiempo muy similar al que experimentó cuando lo negó. Trato de imaginar a Pedro por momentos fijando su mirada en las brasas y transportándose al momento de la negación mientras se calentaba en aquel patio. Dios nos sana de muchas formas, nos lleva a recordar momentos que han sido difíciles pero nos cambia completamente la experiencia. La próxima vez que Pedro vea las brasas, no pensará en su negación sino en su confesión.
Otros detalles son la forma en que Jesús se dirige a Pedro, es como "Simón, ¿qué recuerdas?" Exacto, es la misma forma en que se dirigió a él cuando le advirtió sobre la negación. Además, las preguntas de Jesús son desafiantes y Pedro debe confesar su amor a Jesús. Creo que Dios nos desafía en aquello que cree que podemos enfrentar. Pedro era esa persona que Jesús estaba buscando, que llevaría a los seguidores a Jesús y causaría el impacto que se dio con el nacimiento de la iglesia. Nadie más fue confrontado, de hecho, hay un momento en el que Pedro pregunta sobre Juan y Jesús le dice que no se fije en él, que lo siga. ¿Por qué no hay demanda para los demás? Porque Pedro era clave en el inicio de la iglesia cristiana.
Dios está buscando lideres.
Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos. 16 Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. 17 Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. Juan 21.15-17
¿Cuál es el propósito de todo este proceso? ¿Qué es lo que el Señor busca? ¿Por qué se enfoca tanto en Pedro? Porque Pedro tiene una gran influencia sobre los demás discípulos. Los otros podrían creer y ser valientes, pero necesitaban a alguien como Pedro que los guiara. Por eso, cada vez que Jesús le hace la pregunta a Pedro, le encomienda el cuidado de las ovejas.
Todo esto nos muestra que Pedro tiene una gran responsabilidad sobre sus hombros. Él es un líder, y los líderes llevan un peso mayor de responsabilidad. No me refiero a alguien que solo lleva un título, sino a alguien que lleva la responsabilidad en el corazón. Pedro es ese líder que necesita estar al cien por ciento porque los demás lo están observando, los demás lo siguen incluso en las cosas más pequeñas. Todos enfrentaron el proceso de manera similar, pero la historia se centra en aquel que tiene un propósito crucial para el nacimiento de la iglesia.
Esta diferencia entre creyentes a menudo radica en la responsabilidad que llevamos. Mientras algunos tienen la opción de decidir, hay otros que asumimos el peso de levantarnos una y otra vez. También enfrentamos crisis y batallas, también sufrimos, pero al igual que Pedro, sentimos que no podemos quedarnos caídos. Necesitamos ayudar a las ovejas, necesitamos volver y confirmar a nuestros hermanos.
El regreso de Pedro nos enseña valiosas lecciones sobre el liderazgo y la responsabilidad en la fe cristiana. A través de la historia de Pedro, vemos cómo Dios elige a personas comunes y corrientes, con debilidades y fallas, para cumplir un propósito extraordinario. Jesús se enfoca en Pedro porque reconoce su influencia sobre los demás discípulos y su potencial como líder.
A lo largo del relato, vemos cómo Jesús transforma a Pedro, llevándolo de la negación a la restauración, mostrándole que su pasado no define su futuro. Este proceso nos recuerda que todos tenemos la capacidad de ser líderes en nuestra comunidad de fe, independientemente de nuestro trasfondo o habilidades aparentes.
Dios busca líderes que estén dispuestos a asumir la responsabilidad y a guiar a otros en su camino de fe. Pedro representa la importancia de mantenernos firmes incluso en medio de las pruebas y desafíos, mostrando que la fe puede ser restaurada y que cada uno de nosotros puede desempeñar un papel significativo en la obra de Dios en el mundo.
En última instancia, el regreso de Pedro nos inspira a levantarnos una y otra vez, a ayudar a los demás en su camino de fe y a confirmar a nuestros hermanos en la comunidad cristiana.
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