Todos atravesamos momentos difíciles en la vida donde nuestra fe se pone a prueba. Son momentos realmente duros en los que sentimos que nuestro mundo se desmorona. En ese instante, estamos en una encrucijada: podemos prevalecer y salir victoriosos, o podemos renunciar y perder la oportunidad de ver la gloria de Dios en nuestras vidas.
La semana pasada vimos cómo Pedro, después de negar a Jesús, lloró amargamente. Sin duda, fue uno de los momentos más difíciles para él. Pero aquí debemos considerar algo crucial: Jesús ya le había advertido a Pedro sobre lo que iba a pasar, tanto con respecto a su negación como, lo más importante, a su recuperación. Dios reconoce nuestras debilidades y tristezas, pero también reconoce nuestra capacidad para recuperarnos, y sobre todo, que Él estará a nuestro lado para darnos fuerzas y levantarnos.
Un versículo que me conmueve es cuando las mujeres van al sepulcro y los ángeles les comunican la noticia de que Jesús ha resucitado:
"Pero vayan a decir a sus discípulos, y a Pedro: 'Él va delante de ustedes a Galilea; allí lo verán, tal como les dijo.'" (Marcos 16:7, NVI)
Es maravilloso pensar que Dios nos tiene presentes, que aunque Pedro lo había negado, su plan para él seguía en pie. Esto es algo que nunca debemos olvidar: no importa cuánto silencio parezca haber a nuestro alrededor y aunque sintamos que no recibimos respuestas de Dios, Él está ahí, sigue pensando en nosotros y nos da señales para que lo sepamos.
Hoy hablaremos de cómo inicia el proceso de recuperación de Pedro en este punto, y las lecciones que podemos aprender después de vivir el zarandeo.
Revive tu fe en Jesús.
Otro pasaje lleno de emoción nos lo ofrece el Evangelio de Juan:
20 El primer día de la semana, muy temprano en la mañana, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro. Se dio cuenta de que la piedra que cubría la entrada había sido removida. 2 Entonces corrió a ver a Simón Pedro y al otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado al Señor del sepulcro, y no sabemos dónde lo han puesto." 3 Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. 4 Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápido que Pedro y llegó primero. 5 Se agachó y miró dentro del sepulcro. Vio los lienzos puestos allí, pero no entró. 6 Llegó luego Simón Pedro, quien venía detrás, y entró en el sepulcro. Vio los lienzos puestos allí, 7 y el sudario que había cubierto la cabeza de Jesús no estaba con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte. 8 Entonces también entró el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio, y creyó. 9 Porque aún no habían entendido las Escrituras, que decían que Jesús tenía que resucitar de entre los muertos. 10 Luego los discípulos regresaron a casa. (Juan 20:1-10)
Como hemos visto en los evangelios, cada uno ofrece una perspectiva única de los eventos. Este pasaje en particular nos muestra cómo las mujeres llevaron la noticia de la tumba vacía a Pedro.
Imagino lo que esta noticia significó para los discípulos, especialmente para Pedro. Pedro ha estado pasando por momentos difíciles, y este día comienza con una noticia que sacude su mundo una vez más. Probablemente se encontraba lleno de pensamientos: dudas, curiosidad y esperanza. No le bastaba con recibir la noticia, tenía que verlo por sí mismo.
Pienso en todos esos pensamientos mientras corre hacia la tumba. Pero creo que el sentimiento más fuerte era el de la esperanza de que Jesús hubiera resucitado. Es curioso notar que aunque ambos discípulos corrieron, Juan llegó primero. Se ha interpretado que Juan era más joven y por eso llegó más rápido. Sin embargo, este momento volvió a encender el espíritu de Pedro. Aunque Juan no entró, Pedro necesitaba hacerlo. Necesitaba convencerse, necesitaba que la esperanza volviera a arder en su corazón.
Observamos cómo los discípulos examinaron el lugar, tratando de entender lo que había sucedido y reconstruir los eventos. El detalle del sudario enrollado en un lugar aparte podría ser una señal de que no hubo robo del cuerpo, que todo estaba en orden. La Biblia dice que Juan creyó; esta es la experiencia personal de Juan, quien escribe el Evangelio. No se nos dice nada sobre Pedro, pero seguramente la esperanza latía nuevamente en su interior.
Medita sobre en tu proceso.
Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al mar de Tiberias; y se manifestó de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Dídimo, Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. Simón Pedro les dijo: "Voy a pescar". Ellos le dijeron: "Vamos nosotros también contigo". Fueron, y entraron en una barca; pero aquella noche no pescaron nada. (Juan 21:1-3)
Cada vez que leo este relato, me emociona más esta historia. Aquí hay un caso que me llama la atención, y es esa parte cotidiana de los discípulos. Me los imagino en alguna casa y de repente Pedro tiene la idea de ir a pescar, y desde ese momento podemos ver algo especial porque los demás se apuntaron para ir. Pedro seguía siendo esa figura a la que ellos observaban y seguían, por eso Dios tenía un plan muy particular con él. Esto es importante para reflexionar sobre cómo influimos en los demás; a veces, las personas terminan haciendo lo que nos ven hacer. Necesitamos procurar ser el mejor modelo para ellos.
Por otro lado, sé que varios de ellos eran pescadores y estaban familiarizados con la actividad, pero hay algo muy particular en la pesca que me llama la atención, y es que por lo general es un tiempo de silencio, observación y meditación. Creo que esto era lo que Pedro estaba buscando. Tal vez donde estaban antes había mucho ruido, cuestionamientos o ese sentimiento de ansiedad, y necesitaba algo que le diera un espacio silencioso.
Hay momentos en nuestras vidas en los que necesitamos ese espacio. Jesús mismo se daba esos momentos en el desierto. Necesitamos meditar, despejar nuestra mente de todo lo que nos agobia y encontrar estabilidad en nuestras ideas.
Dios tiene detalles con nosotros.
Cuando empezaba a amanecer, Jesús apareció en la playa, pero los discípulos no sabían que era él. Y les preguntó: "Hijitos, ¿han pescado algo?" Ellos respondieron: "No". Entonces Jesús les dijo: "Echen la red al lado derecho de la barca, y encontrarán peces". Así lo hicieron, y la red se llenó tanto que no pudieron sacarla debido a la cantidad de peces. Entonces el discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: "¡Es el Señor!" Al escuchar esto, Pedro se puso la ropa (se la había quitado) y se lanzó al mar. Los otros discípulos vinieron en la barca, arrastrando la red llena de peces, porque estaban cerca de la orilla, a unos doscientos codos de distancia. (Juan 21:4-8)
Como una especie de recuerdo, los discípulos volvieron a experimentar ese momento extraordinario de la pesca milagrosa. La orden de echar la red al lado derecho y la red llena de peces les recordó sus primeros encuentros con Jesús. No solo eso, también les recordó su llamado y el propósito que Jesús tenía con ellos. Tal vez por eso muchos no queremos dejar el formato antiguo de la iglesia, porque hay muchas cosas que nos hacen recordar nuestros inicios en el Señor.
Esto es lo fascinante de la Biblia y de nuestra vida cristiana: Dios está en los detalles. Personalmente, amo interpretar ese tipo de cosas en mi vida, saber que mucho de lo que vivo o experimento tiene un propósito. Muchas cosas que suceden en mi vida tienen un propósito, incluso Dios usa mis decisiones para enseñarme lecciones. Resuena en mi mente la frase "lo que haces ahora no lo entiendes, pero lo entenderás después". Después de la resurrección de Jesús, muchos experimentaron ese momento de claridad que los hizo exclamar como Juan: "¡Es el Señor!" Me encanta cuando Jesús parte el pan con los discípulos en el camino a Emaús y lo reconocen por eso. Me encanta saber que Dios está en los detalles, incluso en las cosas aparentemente pequeñas de nuestra vida. Él continúa hablándonos de su propósito para con nosotros.
Después de atravesar momentos difíciles, es importante recordar que nuestra fe puede ser fortalecida en medio de las pruebas. Pedro experimentó esto después de negar a Jesús, pero aún así, recibió la gracia y la oportunidad de recuperarse. La historia nos muestra cómo incluso en nuestros momentos más oscuros, Dios está presente y tiene un plan para nosotros.
El relato de Pedro corriendo hacia la tumba vacía nos enseña sobre la importancia de buscar a Jesús en medio de nuestras dudas y temores. Aunque inicialmente puede que no entendamos lo que está sucediendo, Dios sigue trabajando en nuestras vidas, incluso cuando todo parece perdido.
Luego, vemos a Pedro y los discípulos volviendo a la pesca, una actividad que conocían bien. Esto nos recuerda que, a veces, necesitamos momentos de silencio y reflexión para encontrar claridad en medio del caos. Dios está presente en los detalles de nuestra vida, y a menudo nos habla a través de experiencias cotidianas y aparentemente insignificantes.
En conclusión, la historia de Pedro después del zarandeo nos enseña que, incluso en nuestros momentos más difíciles, podemos encontrar esperanza y restauración en la presencia y el cuidado de Dios.
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