Una Llamada a la Dedicación


Presentando Nuestros Hijos a Dios: Una Llamada a la Dedicación

 

Querida congregación, nos reunimos hoy con corazones agradecidos para reflexionar sobre la importancia de presentar nuestros hijos a Dios, siguiendo el ejemplo de María y José al llevar a Jesús al Templo. El relato en Lucas 2 nos muestra cómo la presentación de Jesús tuvo un propósito significativo en su vida y cómo también podemos encontrar bendiciones y enseñanzas al presentar a nuestros hijos ante el Señor.

 

 Reconociendo a Nuestros Hijos como Regalos de Dios

 

Lucas 2:22-23 (NVI): "Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos según la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor (como está escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor»)."

 

El primer punto es reconocer a nuestros hijos como regalos preciosos que Dios nos ha confiado. Así como María y José cumplieron con la ley de Moisés y ofrecieron a Jesús al Señor, también debemos presentar nuestros hijos ante Dios con humildad y gratitud. Nuestros hijos son creaciones maravillosas de Dios, llenas de potencial y propósito divino. Presentarlos es un acto de reconocimiento de que nuestras familias están bajo la bendición y guía de Dios.

 

En el acto de presentar a este niño en la iglesia, reconocemos que es un regalo precioso confiado a nosotros por Dios. Al igual que María y José cumplieron con la ley de Moisés al presentar a Jesús ante el Señor, los padres de este niño lo traen con humildad y gratitud ante el Altísimo. Cada niño es una creación maravillosa de Dios, con un potencial y un propósito divino. La presentación es un acto significativo de reconocimiento de que nuestras familias están bajo la bendición y guía de Dios. Así como este niño es consagrado al Señor, también nos comprometemos a criar y guiar al pequeño en un camino de fe y amor hacia Dios. A través de este acto de presentación, la familia busca vivir en obediencia a la Palabra de Dios y encomendar la vida de su hijo a Aquel que lo creó con un plan único y especial. Que este niño crezca bajo la protección y cuidado del Señor, y que su vida sea un testimonio vivo de la bondad y el amor de Dios para todos aquellos que lo rodean. Amén.

 

 Buscando la Bendición y Dirección de Dios para Nuestros Hijos

 

Lucas 2:28-32 (NVI): "Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo: «Ahora, Señor, según tu palabra, puedes dejar que tu siervo muera en paz. Porque han visto mis ojos tu salvación, la cual has preparado a la vista de todos los pueblos: luz para revelación a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel»."

 

El segundo punto es buscar la bendición y dirección de Dios para la vida de nuestros hijos. Así como Simeón recibió a Jesús en el Templo y pronunció palabras proféticas de bendición, también deseamos que nuestros hijos sean bendecidos por Dios y que Su luz ilumine sus caminos. Al presentarlos, estamos diciendo: "Señor, te entregamos a nuestros hijos, guíalos, protege sus pasos y ayúdales a cumplir con el propósito que Tú tienes para ellos".

 

Al igual que Simeón recibió a Jesús en el Templo y pronunció palabras proféticas de bendición, cuando presentamos a nuestros hijos en la iglesia, también anhelamos que sean bendecidos por Dios. Nos acercamos a Dios con fe y confianza, diciendo: "Señor, te entregamos a nuestros hijos. Concede que tu luz ilumine sus caminos, que revelen tu amor y tu verdad a aquellos que les rodean". Al presentar a nuestros hijos, reconocemos que su vida está bajo el cuidado y dirección divina. Aspiramos a que Dios los guíe, proteja sus pasos y les ayude a cumplir con el propósito único que Él tiene para cada uno de ellos.

 

Nuestros hijos son un regalo precioso de Dios, y nuestra responsabilidad como padres es orar y buscar la bendición del Señor sobre sus vidas. Así como Simeón reconoció en Jesús la salvación preparada para todos los pueblos, también deseamos que nuestros hijos sean portadores de la luz de Cristo, llevando el mensaje de esperanza y redención a aquellos con quienes se relacionan.

 

En este acto de presentación, como comunidad de fe, nos unimos en oración para interceder por estos niños, pidiendo que Dios los fortalezca, los capacite y los llene de sabiduría para enfrentar los desafíos de la vida con valentía y fe. Que sus pasos sean guiados por el Espíritu Santo y que su vida sea un reflejo del amor y la gracia de Dios para el mundo.

 

Que cada día, recordemos la importancia de buscar la bendición y dirección de Dios para nuestros hijos, y que nuestra dedicación a criarlos en la fe, esperanza y amor sea un testimonio vivo del poder transformador de Dios en sus vidas. Que ellos puedan crecer en la sabiduría y el conocimiento de Dios, y ser instrumentos en Sus manos para impactar positivamente a aquellos con quienes se crucen en su camino. Que su vida sea una luz que brille en las tinieblas, llevando gloria y honra al Nombre de Jesús. Amén.

 

Criando a Nuestros Hijos en el Temor y Conocimiento de Dios

 

Lucas 2:39-40 (NVI): "Cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, regresaron a Galilea, a su propia ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y se fortalecía; se llenaba de sabiduría, y la gracia de Dios estaba sobre él."

 

El tercer punto es comprometernos a criar a nuestros hijos en el temor y conocimiento de Dios, al igual que María y José criaron a Jesús. Queremos que nuestros hijos crezcan como Jesús, en sabiduría y gracia, y que desarrollen una relación íntima con el Señor. Al presentarlos, estamos asumiendo el compromiso de ser modelos de fe para ellos, enseñándoles la Palabra de Dios, orando juntos y guiándolos para que amen y sirvan al Señor en todas las áreas de sus vidas.

 

La vida de Jesús nos muestra el tercer punto esencial: el compromiso de criar a nuestros hijos en el temor y conocimiento de Dios. Así como María y José criaron a Jesús en obediencia a la Ley del Señor, también deseamos que nuestros hijos crezcan en sabiduría y gracia, y desarrollen una relación íntima con el Señor desde una edad temprana. Al presentarlos en esta iglesia, asumimos el compromiso de ser modelos de fe para ellos.

 

Ser modelos de fe significa vivir nuestra relación con Dios de manera genuina y coherente, para que nuestros hijos puedan ver en nosotros un reflejo de cómo amar y servir al Señor. Queremos enseñarles la Palabra de Dios, orar juntos en familia y guiarlos en el camino de la fe, para que puedan amar y servir al Señor en todas las áreas de sus vidas.

 

La vida cotidiana en nuestros hogares es una oportunidad para impartirles valores cristianos y principios bíblicos. Al dedicarnos a mostrarles el amor de Dios, cultivamos en ellos un corazón que busca hacer la voluntad del Señor y amar a su prójimo. A través del ejemplo y la enseñanza, les mostramos cómo confiar en Dios en tiempos de adversidad y cómo depender de Él en todo momento.

 

El compromiso de criar a nuestros hijos en el temor y conocimiento de Dios es un proceso continuo. A medida que crecen, buscamos nutrir su relación con el Señor y ayudarles a discernir Su guía en sus decisiones. A medida que desarrollan una fe sólida, confiamos en que serán instrumentos de Dios en sus círculos sociales, llevando esperanza y luz a quienes los rodean.

 

En esta dedicación, no estamos solos; contamos con la ayuda del Espíritu Santo y el apoyo de nuestra comunidad de fe. A través de nuestras acciones y palabras, deseamos que nuestros hijos encuentren en el Señor un refugio, una fortaleza y una fuente inagotable de amor y paz.

 

Que este compromiso de criar a nuestros hijos en el temor y conocimiento de Dios sea un testimonio vivo de nuestro anhelo de verlos crecer en sabiduría y gracia, y que su vida sea un reflejo de la gracia y el amor de Dios para todos aquellos que los rodean. Que el Espíritu Santo les guíe y que, al igual que Jesús, crezcan en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres. Amén.

 

En conclusión, presentar nuestros hijos a Dios es un acto de dedicación y compromiso, reconociendo que son regalos de Dios y buscando Su bendición y dirección en sus vidas. Al hacerlo, buscamos criarlos en el temor y conocimiento de Dios, para que puedan cumplir el propósito divino que Dios tiene para ellos. Que este acto de presentación sea el comienzo de una vida llena de amor, fe y sabiduría en el Señor para nuestros hijos. Amén.

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