Tú no has perdido nada


 TÚ NO HAS PERDIDO NADA

SERIE: TOMA TU CRUZ

Filipenses 3:7-10 NTV

Antes creía que esas cosas eran valiosas, pero ahora considero que no tienen ningún valor debido a lo que Cristo ha hecho. Así es, todo lo demás no vale nada cuando se le compara con el infinito valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por amor a él, he desechado todo lo demás y lo considero basura a fin de ganar a Cristo y llegar a ser uno con él. Ya no me apoyo en mi propia justicia, por medio de obedecer la ley; más bien, llego a ser justo por medio de la fe en Cristo. Pues la forma en que Dios nos hace justos delante de él se basa en la fe.  Quiero conocer a Cristo y experimentar el gran poder que lo levantó de los muertos. ¡Quiero sufrir con él y participar de su muerte, para poder experimentar, de una u otra manera, la resurrección de los muertos!

Como seres humanos valoramos muchas cosas en esta vida, y por supuesto cada uno valora distintas cosas según sus intereses, su personalidad, sus costumbres, edad, sexo…El Apóstol Pablo nos habla acerca de esto en los primeros versículos de Filipenses 3 y nos describe la estricta vida que el llevaba antes de conocer a Jesús, sus costumbres y nacionalidad y todo el rigor de la ley que cumplía al pie de la letra. Sin embargo, también concluye confesando su radical cambio en su forma de pensar y de dar prioridad a lo que ahora tiene mayor valor en su vida al encontrarse con Jesucristo. De igual forma cada uno de nosotros hemos tenido nuestra experiencia en nuestro encuentro con Jesús y definitivamente nuestras prioridades son otras. El propósito de este mensaje es alentarnos a través de la palabra al reconocer el infinito valor de conocer a Cristo. Muchas veces cuando el tiempo pasa y vamos de prueba en prueba, cuando somos procesados en dolor, perdidas y sacrificios podemos llegar a pensar que no merecemos esa clase de dolor. Cuando eso sucede tenemos que volver a las palabras del apóstol Pablo el cual consideraba todas las cosas que antes valoraba como perdidas a fin de ganar a Cristo.

¿Cuáles son esas cosas que normalmente la mayoría de las personas valora más en esta vida?  ¿Qué dice la palabra en cuanto a esto?

TIEMPO:  Cuantas veces hemos escuchado eso de que siempre hay un pretexto para no buscar a Dios, los jóvenes suelen decir: Eso es para los viejos y los viejos dicen: Esas cosas son para los jóvenes y los no tan viejos dicen: No puedo estoy muy ocupado, no tengo tiempo para eso. Y así se nos pasa la vida, nunca hay tiempo.

Y es que conforme el mundo va avanzando, la vida va pasando resulta que el tiempo se está convirtiendo en algo demasiado valioso. Damos nuestro tiempo a lo que creemos importante en nuestra vida, lo que no tiene un lugar de prioridad en nuestra agenda simplemente lo ignoramos. Siempre encuentras tiempo para aquello que valoras y amas.

Y por supuesto cuando predicamos el evangelio a las personas este es uno de los principales obstáculos para ellas, porque no están dispuestas a dar tiempo, muchos creen que es una pérdida de tiempo todo esto hasta el día en que repentinamente algo sucede en su vida y se dan cuenta que realmente es necesario dar una parte de nuestro valioso tiempo para buscar de Dios.

Lucas 12:16-21

Luego les contó una historia: «Un hombre rico tenía un campo fértil que producía buenas cosechas. Se dijo a sí mismo: “¿Qué debo hacer? No tengo lugar para almacenar todas mis cosechas”.  Entonces pensó: “Ya sé. Tiraré abajo mis graneros y construiré unos más grandes. Así tendré lugar suficiente para almacenar todo mi trigo y mis otros bienes.  Luego me pondré cómodo y me diré a mí mismo: ‘Amigo mío, tienes almacenado para muchos años. ¡Relájate! ¡Come y bebe y diviértete!’”. “Pero Dios le dijo: “¡Necio! Vas a morir esta misma noche. ¿Y quién se quedará con todo aquello por lo que has trabajado?”. “Así es, el que almacena riquezas terrenales, pero no es rico en su relación con Dios es un necio».

DINERO: Dentro de los mayores afanes del ser humano sin duda alguna está el amor al dinero, el afán por hacer riquezas. Obviamente dentro de este tema cada quien busca su propia riqueza, todos tenemos cosas a las que les damos un valor especial, es más las cosas valen por el valor que nosotros mismos les damos no por lo costosas que puedan ser. El problema es que siempre habrá algo más que desearemos tener porque el mundo va cambiando y siempre hay algo nuevo que nos ofrece mayor comodidad, nos facilita más la vida y nos da posición. La vida de Jesús nos enseñó que podemos vivir una vida en balance (Porque Jesús también tubo cosas costosas) Porque podemos luchar en la vida por conseguir nuestras cosas, pero también podemos servir a Dios.

2 Corintios 8:9 NTV

Ustedes conocen la gracia generosa de nuestro Señor Jesucristo. Aunque era rico, por amor a ustedes se hizo pobre para que mediante su pobreza pudiera hacerlos ricos.

Jesús no está peleado con las riquezas, es más la palabra nos dice que Dios es el que da el poder de hacer riquezas y que de Dios es el oro y la plata y cuando leemos que Jesús siendo rico se hizo “Pobre” dentro del gran significado que podemos encontrar aquí es que Jesús nos dio mayor valor a nosotros, a nuestra salvación a venir a redimirnos que, a venir a ser un rey a la tierra, así que prácticamente se empobreció y nos enriqueció a nosotros. Es en ese sentido que podemos entender este versículo porque está más que claro en varios pasajes Bíblicos que Jesús tuvo cosas muy buenas y en cierto modo costosas, a partir de que los magos le llevaron presentes que le aseguraron bienestar en su vida, Jesús vestía ropa de buena calidad, Jesús tenía para pagar impuestos… No ostentaba nada, pero era evidente que no carecía de todo lo que necesitaba.

Sin embargo, que difícil es para el hombre vivir una vida en balance y perseguir como mayor riqueza el valor infinito de conocer a Jesucristo.

Marcos 10:17-25

Cuando Jesús estaba por emprender su camino a Jerusalén, un hombre se le acercó corriendo, se arrodilló y le preguntó:

Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna? ¿Por qué me llamas bueno? —preguntó Jesús—. Solo Dios es verdaderamente bueno; pero para contestar a tu pregunta, tú conoces los mandamientos: “No cometas asesinato; no cometas adulterio; no robes; no es falso testimonio; no estafes a nadie; honra a tu padre y a tu madre”.

Maestro—respondió el hombre—, he obedecido todos esos mandamientos desde que era joven. Jesús miró al hombre y sintió profundo amor por él.

Hay una cosa que todavía no has hecho —le dijo—. Anda y vende todas tus posesiones y entrega el dinero a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Después ven y sígueme.  Al oír esto, el hombre puso cara larga y se fue triste porque tenía muchas posesiones.  

Jesús miró a su alrededor y dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios!».  Los discípulos quedaron asombrados de sus palabras. Pero Jesús volvió a decir: «Queridos hijos, es muy difícil[b] entrar en el reino de Dios. De hecho, ¡es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios!».

FAMILIA:  Algo que he aprendido en mi vida con Jesús es que en el proceso de nuestro caminar con Él, nos hace varios llamados. Es decir que Dios no solamente está interesado en que lleguemos a sus plantas y nos convirtamos en uno más para Jesús. El vendrá en algunas temporadas de tu vida a reforzar ese llamado hacia cosas nuevas, hasta llevarte al nivel de una renuncia completa a todo aquello a lo que muchas veces ya nos hemos habituado.

Mateo 10:37-39 NBLA

El que ama al padre o a la madre más que a Mí, no es digno de Mí; y el que ama al hijo o a la hija más que a Mí, no es digno de Mí. Y el que no toma su cruz y sigue en pos de Mí, no es digno de Mí.  El que ha hallado su vida, la perderá; y el que ha perdido su vida por Mi causa, la hallará.

Mateo 10:37-39 NTV

Si amas a tu padre o a tu madre más que a mí, no eres digno de ser mío; si amas a tu hijo o a tu hija más que a mí, no eres digno de ser mío.  Si te niegas a tomar tu cruz y a seguirme, no eres digno de ser mío.  Si te aferras a tu vida, la perderás; pero, si entregas tu vida por mí, la salvarás.

Cuando leemos que Jesús dice que no podemos amar más a nuestros padres o hijos que a Él y si nos reusamos a llevar nuestra cruz y seguirlo no somos dignos de Él, esto tal vez suene muy fuerte y no todos estamos listos para aceptarlo porque es en nuestra familia que creemos hallar sentido, es lo que el hombre considera plenitud y realización, sin embargo Jesús no está diciendo que tenemos que rechazarlos y desentendernos de ellos, en realidad dentro del gran significado que podemos encontrar aquí, es que Jesús quiere que entendamos que nuestra esencia, vida, plenitud no se encuentra en nadie más que en Él.  Muchas personas con llamado de Dios se estacionan en la realización de su familia y se olvidan de su esencia como llamados de Dios. Creen haber encontrado su vida, pero hay un llamado que Dios nos está haciendo a algunos hoy y es a renunciar a esa vida que ya construimos a nuestra manera, con nuestras propias prioridades donde Dios o no esta o está en un lugar menos valioso.  

Mat 10:39 El que ha hallado su vida, la perderá; y el que ha perdido su vida por Mi causa, la hallará.

Si te aferras a tu vida, la perderás; pero, si entregas tu vida por mí, la salvarás…

Talvez tú crees que por fin encontraste tu vida, porque todo se te está dando, porque te sientes fuerte y con un futuro prometedor, pero perdiste a Cristo. Déjame decirte que estas perdiendo tu vida en realidad, si estas ganando todo y perdiendo a Cristo entonces no has ganado.

Tú sientes que has perdido todo por cristo o estando con Cristo, Felicidades Jesús dice que en realidad ganaste.  Tal vez tu futuro no se ve muy prometedor, tal vez parece incierto, y has vivido una temporada de reveces y de lágrimas, pero sigues con tu fe genuina en Cristo, sigues comprometido con su reino y es tu prioridad en medio de tu necesidad, Felicidades ¡TÚ NO HAS PERDIDO NADA!

Si tú has perdido tu vida por Cristo lo único que te aguarda es una gloriosa resurrección y experimentar el gran poder que lo levanto de entre los muertos.

2 Timoteo 2:11-13 DHH

Si hemos muerto con él, también viviremos con él; si sufrimos con valor, tendremos parte en su reino; si le negamos, también él nos negará; si no somos fieles, él sigue siendo fiel, porque no puede negarse a sí mismo.

 

 

 

 

 

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