Cuando compartimos con jóvenes, les hacemos entender que el matrimonio va más allá del aspecto sexual, y eso es cierto. Sin embargo, es fundamental recordar que la sexualidad desempeña un papel crucial en el matrimonio, y muchos matrimonios se ven afectados por problemas relacionados con esta área.
Es esencial comprender que esto no debería suceder si la pareja se compromete a cuidar la intimidad sexual en su matrimonio. El compromiso asumido en el matrimonio va más allá de las clásicas promesas de "en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en la abundancia y en la adversidad"; también implica comprometerse a cuidar la dimensión sexual de la relación. El acto sexual es lo que consuma el matrimonio, como dice la Biblia: "Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne". De hecho, algunos ministros consideran que un matrimonio donde no ha habido intimidad sexual puede tener la posibilidad de divorciarse, si así lo desearan, y también reconocen que la infidelidad sexual puede ser una base para la separación. Es evidente que el sexo no debe ser tomado a la ligera.
Actualmente, hay una falta significativa de orientación sexual en parejas cristianas, y en este contexto, hay tres aspectos importantes que debes entender sobre el compromiso sexual en tu matrimonio.
TU RESPONSABILIDAD SEXUAL
El marido cumpla con la mujer el deber
conyugal, y asimismo la mujer con el marido. 1 Corintios 7:3
El apóstol Pablo, en sus enseñanzas, nos habla del "deber". Si cada pareja entendiera que negarse a una vida sexual con su cónyuge es como exponerlos a la tentación, quizás reflexionarían más sobre la importancia de esta dimensión en su relación. Un matrimonio se fortalece cuando ambos miembros están atentos a las necesidades del otro, velando por su bienestar y felicidad.
Lamentablemente, es común ver ejemplos de desatención y falta de cuidado en las relaciones matrimoniales. Algunos maridos, cuando tienen dinero, olvidan comprar ropa o detalles para sus esposas, y algunas mujeres, absortas en el mundo virtual, descuidan brindar la atención necesaria a sus maridos después de un agotador día de trabajo. También existen casos de maridos que buscan divertirse con sus amigos, dejando a sus esposas con todas las responsabilidades del hogar. Frente a estos ejemplos, cualquiera podría calificarlos como irresponsables, pero es igual de irresponsable ignorar la importancia del sexo en el matrimonio y descuidar esta parte secreta y esencial de la relación.
El compromiso sexual en el matrimonio es un aspecto vital que no debe ser subestimado ni descuidado. La intimidad física y emocional entre los cónyuges fortalece el vínculo y la conexión profunda que comparten. Es una expresión de amor y unión que nutre la relación en todos los aspectos. Ignorar esta dimensión puede conducir a una sensación de desapego y distanciamiento entre los cónyuges, lo que a su vez puede abrir la puerta a la tentación y a la erosión de la confianza y el compromiso.
Es esencial que cada pareja reconozca la importancia de la intimidad sexual en su matrimonio y que se comprometa a cultivar esta área de su relación con amor, respeto y consideración mutua. Comunicarse abierta y honestamente sobre las necesidades y deseos sexuales, mostrar empatía y estar dispuestos a satisfacer las necesidades del otro, son prácticas fundamentales para mantener un matrimonio fuerte y saludable en todos sus aspectos, incluyendo la parte íntima y sagrada que comparten como pareja.
TU PAREJA ES DUEÑA DE TU CUERPO
La mujer no tiene potestad sobre su
propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su
propio cuerpo, sino la mujer. 1 Corintios 7:4
Son comunes los casos en los que las parejas evitan o castigan el contacto íntimo, y a veces la abstinencia sexual puede ser utilizada como una poderosa arma de venganza en el matrimonio. Sin embargo, la Biblia enseña que el cuerpo pertenece al cónyuge, lo que significa que no se puede controlar cuándo desea tener intimidad con su pareja. Es importante aclarar que esto no tiene nada que ver con abusos o violencia sexual; nos referimos a parejas emocionalmente sanas, donde el problema radica en su inestabilidad sexual. No estamos hablando de parejas que necesitan sanar primero sus emociones, raíces, rechazos, traumas, etc., antes de abordar su vida sexual. En cambio, nos referimos a matrimonios con una salud emocional adecuada que deberían enfocarse en fortalecer su vida sexual.
Cuando los cónyuges comprenden que no son dueños de sus propios cuerpos, sino de su pareja, aceptan humildemente los consejos que sus esposos o esposas les dan sobre su forma de arreglarse. A menudo, surgen discusiones en algunas parejas por temas de apariencia, donde el marido puede reclamar a su esposa por su falta de arreglo y llegar a compararla, mientras que la esposa, de igual forma, corrige continuamente la falta de cuidado de su marido. A las parejas que se molestan por las sugerencias de sus cónyuges se les olvida que no son dueños de sus cuerpos, lo que significa que sus parejas tienen la libertad de opinar sobre su aspecto, siempre y cuando no sea algo ofensivo. Así, el marido tiene el derecho de "sugerir" a su esposa la forma en que ella debería vestirse, y de igual manera, la esposa debería tener la libertad de expresar qué le parece atractivo en su esposo.
Sin embargo, es importante destacar que muchos esposos exigentes deberían actuar en lugar de simplemente hablar. Si el esposo espera que su esposa se arregle más, debería invertir en ella, pero muchos maridos prefieren solo exigir sin pensar en su esposa cuando reciben su salario. ¿Cuándo fue la última vez que le compraste unas zapatillas a tu esposa? ¿O un vestido sin que ella te lo pidiera o insinuara? Es deber del esposo embellecer a su esposa, al igual que Cristo embelleció a la iglesia con su amor y sacrificio.
Para presentársela a sí mismo como una novia, llena de esplendor y belleza.
Cristo murió para que la iglesia fuera pura, sin mancha ni arruga, ni nada
semejante. Efesios 5.27 TLA
En aquellos tiempos, las novias se ataviaban de la mejor manera posible para presentarse hermosas a sus novios; sin embargo, Pablo nos dice que, en este caso, es el novio quien hace lo mejor posible para presentarse a sí mismo a su novia.
Si el esposo quisiera que su esposa bajara de peso, tendría que invertir en algún aparato de ejercicio o ayudarla a cuidar su alimentación. Tal vez ella tenga la intención, pero muchas veces, en lugar de ser un apoyo, el esposo se convierte en un tropiezo al descuidarla. La esposa será más agradable a su esposo en la medida que él trabaje en ella, pues ella es su cuerpo. Si después de varios años te has desilusionado del aspecto de tu cónyuge, es porque no has hecho lo suficiente para que se vea bien a tus ojos. Al final, todos tenemos el tipo de pareja que queremos tener o merecemos tener.
NO DEBES DEJAR PASAR EL TIEMPO
No os neguéis el uno al otro, a no ser
por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la
oración y volved a juntaros en uno, para que no so tiente Satanás a causa de
vuestra incontinencia. 1 Corintios 7:5
La traducción de lenguaje actual
dice: “Por eso ninguno de los dos debe decirle al otro que no desea
tener relaciones sexuales. Sin embargo, pueden ponerse de acuerdo los dos y
dejar de tener relaciones por un tiempo para dedicarse a orar. Pero después
deben volver a tener relaciones; no vaya a ser que al no poder controlar sus
deseos Satanás los haga caer en una trampa.” 1 Corintios 7:5
Un detalle importante es que Pablo menciona el "mutuo consentimiento" o el ponerse de acuerdo. La intimidad sexual exitosa comienza con una comunicación abierta entre la pareja, lo cual los lleva a estar de acuerdo en todo lo que implica su relación sexual. Dos situaciones en las que debemos poner atención son las siguientes:
La familia. Algunas parejas se alejan por razones verdaderamente extrañas. Por ejemplo, después de tener un bebé, pueden acostumbrarse a dormir separados, incluso cuando el bebé podría dormir en otra habitación. Tal vez al principio sea necesario, pero con el tiempo, el bebé puede ocupar el lugar del esposo en la cama. También hay parejas que duermen en camas separadas por otras razones extrañas, como la esposa que "quiere más espacio" o una enfermedad que ya pasó pero dejó la costumbre de dormir separados. La invasión familiar puede ser un problema serio, como vivir con los padres o suegros, lo cual rompe completamente con la intimidad de la pareja. Tener hijos compartiendo la misma habitación o llevar a parientes a vivir a la casa también afecta la relación romántica y limita las expresiones de amor en la pareja debido a la presencia constante de otros familiares. Aunque a veces es necesario apoyar a la familia, la pareja debe hacer un esfuerzo por mantener su independencia. En algún momento, el pariente o familiar debería abandonar la casa, o si es el caso, la pareja debería buscar su propio lugar, tal como dice Génesis 2:24: "Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne".
La religión. Por otro lado, está la religiosidad, donde algunos se alejan de su pareja en nombre de oraciones y ayunos, sin darse cuenta de que exponen a su pareja a la tentación. Algunos líderes religiosos, por ejemplo, han dejado a sus esposas e hijos durante largos periodos, alegando que es por la causa de Cristo, pero en realidad, esto los expone a la tentación y puede llevar a problemas en la relación. Un buen líder no debe dejar a su familia por mucho tiempo, y cuando los viajes son largos, debe procurar llevar consigo a su cónyuge. La fuerza de un liderazgo no radica en los actos que desempeña, sino en la fortaleza de su familia. Un líder se conoce por sus frutos, no solo por sus dones. Algunos creyentes religiosos rechazan el romanticismo y la seducción, argumentando que eso no es de Dios. Sin embargo, la Biblia está llena de romance y seducción. Dios nos seduce (persuade) a no perder nuestra comunión con Él, como se menciona en Jeremías 20:7: "Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido...".
La vida de muchas parejas podría mejorar si ambos cónyuges se comprometen verdaderamente a cuidarse mutuamente, especialmente en el área sexual. ¿Cuántos problemas de infidelidad se habrían evitado si un esposo hubiera cumplido adecuadamente con su deber conyugal? ¿Cuántas esposas podrían haber salvado su matrimonio si no hubiesen puesto tantas excusas relacionadas con el sexo? Esto no es solo cuestión de que sus cónyuges debieron ser fuertes ante la tentación, o de que "allá ellos si pecan". Se trata de matrimonios fortalecidos por una vida sexual sana, lo que reduce las posibilidades de desplomarse. Una vida sexual sana es el resultado de una buena comunicación, atención y atracción mutua.