Despierta y levántate
Ezequiel 37:1-10
Durante este mes hemos hablado de la importancia del fruto y la necesidad de dejar a un lado la esterilidad. Así que hoy vamos a cerrar con una de las escenas más vivificadoras que hay en la Biblia: el valle de los huesos secos.
Y es que en la Biblia yo encuentro que el fruto más poderoso nace donde menos se espera. Muchas veces, los mayores impactos, bendiciones o transformaciones no vinieron de los lugares más evidentes o "prometedores", sino justo desde las condiciones que parecían estériles, rotos, pequeños o despreciados.
En la Biblia, mujeres como Sara y Elisabet, ambas estériles, dieron a luz a Isaac y Juan el Bautista respectivamente: dos figuras claves en la historia bíblica.
Jesús nació en Belén, no en Jerusalén. Su cuna fue un pesebre, no un palacio. Fue llamado de Nazaret, del que Natanael se preguntó si saldría algo bueno.
Gente común y sin "influencia", como William J. Seymour un hombre de color en una época racista, ciego de un ojo, pobre y falto de estudios teológicos— trajo uno de los avivamientos más grandes que ha habido: el pentecostalismo.
En la práctica de las iglesias, un joven tímido, una madre soltera, un niño abandonado, un hombre de edad… pueden convertirse en los líderes que la iglesia necesita.
No importa si tu vida, tu familia o tu comunidad parece “estéril”… puede ser justo el lugar donde Dios quiere fructificar. El fruto más poderoso nace donde menos se espera.
La visión del valle de los huesos secos de Ezequiel nos da lecciones importantes sobre la sequedad que muchas veces la iglesia ha vivido y la necesidad de revivir lo que parece ha estado muerto.
Acércate — (Dios quiere que vayas donde hay necesidad y veas)
(Ezequiel 37:1–2)
“Y me hizo pasar cerca de ellos por todo el alrededor; y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera.”
Este es uno de los momentos más impactantes en la Biblia: la visión del valle de los huesos secos. Pero lo interesante en esta parte no es que Dios le mostrara el valle, sino, como dice el texto, que lo hizo pasar cerca de ellos por todo el alrededor. Hay cosas que no se entienden desde la distancia. Solo cuando caminas el valle, Dios te abre los ojos. Pero no estás ahí para que huyas, sino que te ha llevado para que hables vida.
Hay cosas que no puedes ver si no te involucras activamente en el servicio. A veces podemos juzgar inconscientemente el trabajo de los demás o opinar desde la ignorancia. Por eso a veces necesitamos que Dios nos lleve, que nos haga parte de algún servicio y veamos de cerca; no solo tengamos una idea, sino conozcamos la verdadera necesidad.
A veces no sentimos carga por los perdidos porque nunca nos hemos sentado con ellos. No sentimos compasión por los niños porque no tenemos niños cerca a quienes ver. No tenemos pasión por el servicio porque no vemos la necesidad de él.
Pero el problema no es que no veas necesidad; el problema es que no estás donde está la necesidad. ¿Quieres que Dios te use? Entonces necesitas ir al valle. Meterte en el ministerio. Servir donde hay crisis. Ahí Dios activa nuestras vidas y nos mueve a hablar vida.
Dios no quería que Ezequiel solo lo viera desde lejos… quería que lo sintiera, lo caminara, lo entendiera desde adentro.
Si algo necesita la iglesia son corazones sensibles, corazones que puedan ser testigos del desgaste espiritual en otros. Ezequiel no vio los huesos desde lejos, en la comodidad. ¡Los caminó! A veces Dios nos hace "caminar" entre situaciones secas: nos hace ver la realidad de una iglesia apagada, líderes cansados, jóvenes sin visión, gente sin hambre de Dios… pero no es para que hablemos desde el juicio, o para que critiquemos y menospreciemos, sino para ver desde el dolor y anhelemos un levantamiento espiritual.
A veces necesitamos pararnos de nuestro lugar y estar ahí donde está la necesidad, poder ver que estamos rodeados de cosas rotas, sueños muertos, gente que ha dejado de creer.
Ezequiel no podía esquivar los huesos. Estaban por todos lados. Así es como nos sentimos a veces: rodeados de frialdad, apatía, silencio, religiosidad. ¡Como si estuviéramos en medio de un cementerio espiritual!
Lamentablemente muchos se acostumbran al valle, a la frialdad, al dolor, a vivir con las limitaciones. Pero Dios te pone ahí no para que te acostumbres… sino para que actúes. No es para que lo normalices y digas: “así está la iglesia hoy”, “así son los tiempos”. Pero Ezequiel fue puesto ahí para hablar vida, no para adaptarse al lugar.
Declara — (Cambia tu lenguaje por uno de fe)
Entonces me dijo: «Hijo de hombre, ¿podrán revivir estos huesos?». Y yo contesté: «Señor y Dios, tú lo sabes». Entonces me dijo: «Profetiza sobre estos huesos...» —Ezequiel 37:3-4
Es claro que Ezequiel se encuentra frente a una situación muerta o perdida. Y al escuchar la voz de Dios, se enfrenta a una pregunta importante: “¿Vivirán estos huesos?”. Sabe que es un caso muy difícil, pero también conoce el poder de Dios, por lo que responde: “Tú lo sabes”. Reconoce que solo Dios tiene el poder para dar vida a lo que está muerto.
Pero lo más fascinante de esta parte es que, a pesar de la imposibilidad de la situación, Dios le ordena a Ezequiel profetizar sobre esos huesos. Es ahí donde se revela la fuerza de la palabra profética: Dios puede revivir lo imposible, ¡ya que eran huesos secos en gran manera!
Hoy se necesita despertar nuevamente al ejército que ha estado dormido, pero se necesita fe, mucha fe. Gente que pueda creer. No los que todo el tiempo ven lo negativo, ni los que tienen una visión fatalista de la vida, sino quienes sientan que Dios los está llamando no solo a observar, sino a abrir su boca y comenzar a profetizar vida sobre la iglesia.
Se necesita una iglesia comprometida a hablar diferente. A hablar vida.
Hay poder en declarar que la iglesia se levanta, que los que se fueron regresan, que los que están se reactivan, que los nuevos vendrán. Que la iglesia vuelve a la vida, que los creyentes vuelven a soñar.
Es tiempo de abrir los oídos espirituales y escuchar lo que Dios está haciendo en lo espiritual. ¡Hay un ruido de huesos uniéndose! Dios está alineando personas, corazones, propósitos.
Debemos volver a creer en el poder de la palabra de fe:
Nuestra palabra tiene poder. Lo que declaramos, especialmente en fe, puede ser el medio por el cual se trae vida a lo que parece muerto. Podemos profetizar vida sobre las circunstancias de nuestra vida y nuestra iglesia.
Hay una conexión entre lo espiritual y lo físico: En los versículos que siguen (Ezequiel 37:7–10), la Biblia nos dice que los huesos se van uniendo y el espíritu de vida entra en ellos. La palabra que Ezequiel profetizó trajo el movimiento de lo espiritual a lo físico.
Esto nos recuerda que cuando declaramos con fe, el Espíritu de Dios comienza a mover las circunstancias —lo visible y lo invisible—. Podemos hacer cambios desde lo espiritual si activamos la fe, incluso sobre esas cosas que en lo material no tenemos el control.
Hoy, cada uno de nosotros tiene el poder de hablar vida sobre nuestra iglesia.
¡No nos acostumbremos ni nos conformemos con ver los huesos secos!
Hablemos vida y restauración.
Hablemos fe sobre todas las personas que amamos:
Aquellos que se han alejado, aquellos que están desanimados, aquellos que no tienen visión…
¡Este es un tiempo de confesar que volverán a vivir!
No tenemos que esperar a que las circunstancias cambien; podemos hacer que las circunstancias cambien con nuestras palabras de fe.
Levántate — (Dios quiere una iglesia viva)
“Y subieron sobre sus pies un ejército grande en extremo.” (Ezequiel 37:10)
Piense por un momento en esto: no importa qué tan grande era el ejército de huesos si no había en ellos vida. Esto nos recuerda que los números sin vida no impactan ni transforman.
El objetivo de Dios no era solo revivir huesos, sino levantar un ejército que pudiera servirle. Un ejército lleno de vida, propósito y aliento del cielo. En otras palabras:
Nosotros apreciamos los números, pero el problema es cuando los números se vuelven la meta, y no el medio para medir lo que de verdad importa: si esas personas están vivas por dentro, si tienen aliento espiritual, si están conectadas con Dios y con su propósito. No se trata solo de llenar asientos, aunque cada uno de ellos es una vida que importa, sino de que la iglesia pueda llenar corazones con el Espíritu.
La Biblia dice que estaban de pie, no es como si hubieran recibido vida y se hubieran quedado en el suelo. Los huesos volvieron a la vida y se pusieron de pie. Dios busca personas no solo que estén, sino que se levanten con propósito.
Aunque es importante, Dios no está esperando una iglesia “llena” en número, sino una iglesia llena de vida, del Espíritu de Dios.
En este punto, cuando Dios sopla vida… la visión comienza a cumplirse. Ya no solo hablamos de que “Dios hará grandes cosas". Estamos diciendo con fe: “¡Esto va a suceder!” Pero para que eso ocurra, necesitamos creerlo, y más aún, necesitamos verlo en el espíritu. Ver no con ojos naturales, sino con ojos que ven lo que Dios ya está preparando.
Y esto es lo que Él quiere hacer:
Veremos familias volver… Familias sanadas, restauradas, fuertes en la fe.
Veremos jóvenes encendidos… No apagados por las redes, sino ardiendo por la presencia.
Veremos líderes activarse… Despertando del letargo, firmes, valientes.
Veremos casas llenas… No solo de entretenimiento, sino de oración, discipulado y presencia de Dios.
Y es aquí que viene el llamado profético para el día de hoy: Dios no te trajo para contar huesos, sino para profetizar vida.
No te trajo para observar desde lejos, sino para ponerte en pie como parte del ejército.
Este no es un tiempo, y este año no es para espectadores; es tiempo de valientes que se levanten llenos del Espíritu.
No importa qué tan seco te has sentido, qué tan desconectado o sin visión. Hoy es el día en que el soplo de Dios entra en ti para que te pongas de pie y tomes tu lugar.
No temas al valle, ni huyas de los huesos secos; porque justo ahí, donde todo parece terminado, es donde Dios comienza de nuevo. Que no se nos apague el aliento, ni se nos duerma la fe. Es tiempo de pararse con valentía, hablar con poder y vivir con propósito. ¡La vida del Espíritu está soplando! ¿La vas a recibir?
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