El poder transformador de la adoración
Qué difícil es vivir en estos tiempos; en términos generales, la vida es muy acelerada y nos obliga a andar a mil por hora. El mundo actual está diseñado para mantenernos distraídos, y esto puede afectar nuestra vida espiritual y nuestra adoración.
Creo que hoy, más que nunca, aplica el versículo:
“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.”
Hoy nos llueven noticias, información a través de redes sociales, entretenimiento… Estamos bombardeados con todo tipo de contenido, todo el tiempo. Estamos tan acostumbrados que, cuando llega el servicio, se hace difícil enfocarnos en Dios, porque nuestra mente siempre está procesando algo nuevo.
¿No le molesta de repente el ruido a su alrededor? Música, notificaciones, conversaciones, ambiente… El silencio es raro hoy en día.
Si no aprendemos a hacer espacio para Dios, su voz se pierde en medio del ruido del mundo.
Por momentos me recuerda a Elías en la cueva; es difícil escuchar la voz de Dios en medio del ruido.
Dios habla en lo secreto, pero el mundo nos inunda de ruido.
Estamos tan apegados a nuestro mundo natural que la iglesia se convierte en ese oasis que nuestra alma necesita para renovarse. Es ahí donde, a veces, tenemos que apagar todas las notificaciones de nuestro cerebro para poder conectar con Dios. Por eso, hoy quiero que te quedes con tres cosas clave.
I. La adoración requiere enfoque
Este es un salmo que siempre me ha llamado la atención. ¿Qué tan difícil te resulta estar quieto? Normalmente, a quienes les decimos que se queden quietos —por lo regular a los niños—, si no se quedan quietos, “le queda mal el corte” o le van a poner doble inyección; en ambos casos, es para su bien. Muchas veces Dios quiere obrar en nuestra vida, pero necesitamos estar quietos, y la adoración tiene ese efecto en nosotros: apagar todo a nuestro alrededor, quedarnos quietos y conectar con nuestro Dios.
La adoración no es solo cantar; es una pausa consciente para reconocer a Dios y escuchar su voz.
En Lucas 10:38-42 recordamos a Marta y María. Marta estaba ocupada con muchas cosas, pero María se desconectó del ruido y se enfocó en Jesús. Hay muchas cosas que hacer, el mundo nos exige cada vez más, pero sin duda debemos aprender a hacer lo que hizo María: enfocarnos en Jesús.
La falta de conexión interrumpe la comunión con Dios. ¿No te ha pasado que quieres hablar con una persona especial pero la señal es muy mala, se entrecorta, se pierde, no recibes la información completa y, al final, quedas insatisfecho después de la llamada? Así nos sucede cuando no estamos plenamente en la reunión. Como dijo el Señor: “Los que de labios me honran, pero cuyo corazón está lejos de mí”. No siempre se trata del pecado; a veces es nuestra mente distante.
II. La adoración requiere desconexión
Mateo 6:6a – “Cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre…”
Me encanta este versículo porque es una invitación a una conversación privada con Dios, donde puedes ser tú completamente, sin limitaciones: puedes ser sincero, hablar con naturalidad, llorar o quejarte en el sentido correcto, porque Dios te entiende.
Además, es un espacio libre de distracciones. Cerrar la puerta ayuda a concentrarte, evitando distracciones externas o que otros quieran interrumpirte. Pero no es la única puerta a cerrar; también se deben cerrar las puertas que nos distraen en nuestros pensamientos. En parte, por eso se nos invita a cerrar los ojos: es como cerrar la puerta de nuestro cuerpo y entrar en un espacio privado con Dios, donde no hay nadie más.
Cuando activamos el “modo avión” en el celular, eliminamos distracciones y la batería dura más. En la adoración, al eliminar distracciones, nuestra conexión con Dios se fortalece.
III. La adoración nos renueva
Salmo 56:3-4 – “En el día que temo, yo en ti confío. En Dios alabaré su palabra; en Dios he confiado, no temeré.”
En estos días he tenido una semana complicada —por no decir difícil— y me di cuenta de que me estaba desenfocando, estresando y eso me iba a afectar aún más si no dejaba de pensar en mis preocupaciones. Así que, como no podía enfocar ni en oración, solo le decía al Señor: “Dame paz”. Necesitaba tener paz para avanzar en la semana.
Isaías 26:3 – “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera…”
Creo que este versículo describe muy bien la transformación que Dios realiza en nuestra vida. Cuando venimos a la presencia de Dios y adoramos con el corazón, encontramos paz y dirección. Al entrar en la adoración, enfocamos nuestra mente en Dios y dejamos de lado las cargas y preocupaciones que nos agobian. Pero también el versículo señala que es en aquel cuyo pensamiento persevera en Él; es decir, no se trata solo de la iglesia, sino de estar enfocados en Dios en todo momento. La adoración es un estilo de vida.
La adoración no solo es cantar; es ser transformados por la presencia de Dios. Si sientes que no sucede nada mientras adoras, es posible que tu mente esté preocupada o estresada, y necesites enfocarte más en Dios.
¿Qué cosas te distraen más cuando intentas adorar?
La adoración es un refugio en medio del ruido, un espacio sagrado donde nuestra alma encuentra descanso y dirección. En un mundo que exige nuestra atención constante, elegir enfocarnos en Dios es un acto de amor y entrega. Él siempre está presente, esperando que apaguemos el bullicio exterior y abramos nuestro corazón a su voz. Que cada momento de adoración sea un recordatorio de que en su presencia hay paz, renovación y propósito.
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