Fortalece tu fe en el zarandeo


Fortalece tu fe en el zarandeo

 Marcos 14:66-72

    Siguiendo con nuestra serie creciendo en el zarandeo, continuamos uno de los momentos más difíciles en la vida del Apóstol Pedro. Para todo cristiano, los momentos más complicados  siempre van a ser aquellos en los que nuestra fe se ponga a prueba, sin embargo, al final del día, debemos entender que la vida es una gran prueba de fe.

    

    El problema más difícil para todos es que muchas veces, estos momentos en los que nuestra fe tiene una inflexión surgen de temporadas en nuestra vida en las cuales dejamos que emociones negativas y problemas de la vida nos lleven a flaquear en nuestra fe. La negación no llega de la noche a la mañana sino que se va encarnando en nuestro corazón, muchas veces alimentada por emociones negativas como el enojo y la tristeza, que nos ciegan y nos van alejando más y más de la presencia de Dios, que es la única fuente de fortaleza que puede alimentar nuestra fe para no caer en la tentación de la negación.

 

1.-Mucha confianza en uno mismo.

 

       Lo primero que aprenderemos es que, uno de los primeros pasos a la negación que viene de la perdida de la fe es la mucha confianza en uno mismo, ya que este exceso de confianza en nosotros es el que nos lleva a creer que podemos prescindir del poder de Dios, y que podemos confiar en nuestras propias fuerzas. Cuando creemos que podemos hacerlo todo o que somos nosotros los que tenemos que hacernos cargo de las cosas difíciles es cuando nuestra fe comienza a debilitarse.

 

29 Entonces Pedro le dijo:

—Aunque todos te abandonen, yo no te abandonaré.

30 Jesús le respondió:

—Pedro, no estés muy seguro de eso; antes de que el gallo cante dos veces, tú habrás dicho tres veces que no me conoces.

31 Pero Pedro insistió:

—Aunque tenga que morir, nunca diré que no te conozco. 

Marcos 14:29-31 

 

         ¿Cuantas veces hemos dicho cosas que han salen de nuestra boca con mucha facilidad pero que nos cuesta demostrar realmente cuando se trata de hacerlo? Creo que esta parte de la historia de Pedro está por una razón en la biblia, y es que nos demuestra que, no importa que tan cercanos podamos ser a Dios en algún punto de nuestra vida, nadie esta exento de fallarle e incluso de negarlo.

 

Por eso debemos poner a prueba nuestro corazón, porque no importa cuanto digamos que le amamos o que creemos en él, es con nuestra acciones que debemos demostrar que realmente estamos firmes en él. La fe no depende de nuestras propias fuerzas, no somos nosotros los que determinamos cuanta fe tenemos, sino nuestro acercamiento al Señor el que nos llena de fe y confianza.

 

  Crees que podemos hacer las cosas con nuestras propias fuerzas es el primer paso para perder la fe, porque lo que Dios quiere es que dejemos las cosas difíciles en sus manos para que sea él quien obre en nuestra vida.

    

2. Descuido de la oración

 

          El primer punto nos lleva a este, la mucha confianza en nosotros debilita nuestra fe y confianza en el señor, y a su vez, descuidar no solo la oración sino el acercamiento al Señor es el siguiente paso hacia la negación de nuestra fe.

 

Jesús regresó a donde estaban los tres discípulos, y los encontró durmiendo. Entonces le dijo a Pedro:

«Simón, ¿te has quedado dormido? ¿No pudiste quedarte despierto ni una hora?  No se duerman; oren para que puedan resistir la prueba que se acerca. Ustedes quieren hacer lo bueno, pero no pueden hacerlo con sus propias fuerzas.»

Mateo 14: 37-39

 

     Por las palabras de Jesús entendemos en varias parte de la historia antes de su crucifixión que él sabía perfectamente lo que el futuro le deparaba a sus discípulos. Hace que me pregunte, cuánto de verdad esperaba el Señor que los amigos a los que amaba tanto pudieran soportar la dura prueba que se avecinaba.

 

 De la misma forma, él señor sabe que en este mundo vamos a ser tentados y a sufrir muchas pruebas difíciles, y él ruega para que podamos soportarla. Sin embargo, no vamos a superar estas pruebas con nuestras fuerzas, el valor que tenemos para enfrentar la adversidad no está en que tanto resistamos la prueba o las temporadas difíciles, sino en qué tanto confiamos en el señor y nos acercamos a su presencia para salir victoriosos.

 

 La oración y la búsqueda de sus presencia es la que nos mantiene conectados con la fuente de la fe. Pero cuando estamos molestos, frustrados e insatisfechos con los que Dios ha hecho en nuestra vida, lo primero que hacemos muchas veces es alejarnos de él y todo lo que nos acerca a su presencia. Cuando me sucede, me repito una cosa, que no importa qué tan molesto pueda sentirme humanamente, que no importa que las cosas que quiero no funcionen o cuán herido pueda sentirme, lo único que sé, y que declaro sobre mi vida, es que mi amor a Dios nunca va a flaquear.  

 

   Esa es mi oración. Porque el poder de las palabras que salen de nuestra boca son poderosas, y aunque mi carne se desapegue o desee alejarse del Señor, oro y le declaro a Dios el amor que siento por él, para ligarme a su presencia incluso cuando la prueba es difícil, entonces sé que volveré a él, a la fuente de donde emanan todas las bendiciones de este mundo.

3. Acciones precipitadas

 

Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco. 11 Jesús entonces dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber? Juan 18:10-11

 

          Hasta ahora hemos visto que el exceso de confianza en uno mismo y el desapego de la presencia de Dios son los primeros pasos que nos llevan a la perdida de fe, sin embargo, el punto de no retorno se encuentra cuando comenzamos a tener arrebatos desesperados en los cuales no pensamos bien las cosas. En estos momentos podemos cometer errores de los que podríamos arrepentirnos toda nuestra vida ¿Por qué? Por haber creído que Dios no era capaz de hacer las cosas, y que nosotros necesitamos intervenir.

 

        Cuando se trata del servicio a la casa del padre, a veces nos resulta más fácil luchar por el Señor que entregar nuestra propia vida por él. Es más fácil enviar a otros, es más fácil adiestrar a otros, es más fácil “apoyar” la obra de Dios, pero cuando el servicio demanda más de nosotros, cuando el sacrificio demanda más de nuestro tiempo o de nuestra dinámica de vida es entonces cuando no podemos hacer las cosas. Podemos sacrificarnos por muchas otras áreas de nuestra vida, pero cuando se trata de sacrificar nuestros intereses y en muchas ocasiones, morir a nuestros deseos humanos por la causa del Señor, es entonces cuando no podemos dar el paso.

 

      Para Pedro fue más sencillo creer que podía enfrentarse a quienes buscaban aprender a Jesús, que quedarse quieto y enfrentar la prueba junto con él. Pedro, así como el resto de los discípulos decidieron huir antes que quedarse con Jesús y arriesgar sus propias vidas por su causa, incluso cuando tan solo unos pasajes antes Pedro le había prometido jamás dejarlo.

 

   A través de este pasaje, entendemos varias cosas, una de ellas es el poder de nuestra boca, y que muchas veces, debemos pensar en lo que vamos a decir de decirlo. Que aquello que nos va alejando del Señor siempre viene de las emociones tóxicas que puede desarrollar nuestro corazón. La mucha confianza en uno mismo, la que nos lleva a alejarnos del Señor porque creemos que podemos hacer todas las cosas y a descuidar la oración y la búsqueda de su presencia es la que nos hará perder la fuerza para los tiempos de zarandeo, y cuando creamos que el Señor no tiene el poder suficiente para vencer esas temporadas, será entonces, cuando tomemos medidas desesperadas para hacerles frente, y sin embargo, todo lo que teníamos que hacer desde el principio era quedarnos quietos y confiar en lo que él tenía que decir y hacer, porque las cosas y tiempos difíciles le pertenecen al Señor.


No hay comentarios:

coméntanos si te ha sido de utilidad esta publicación,