La semana pasada discutimos el comienzo de la historia de Jacob y la importancia de conocer nuestro origen, cómo fuimos criados y cuál era el propósito original de Dios para nuestra vida. Continuando con la historia de Jacob y Esaú, hoy aprenderemos algunos consejos para criar hijos emocionalmente fuertes.
La Biblia relata:
"Y crecieron los niños, y Esaú fue diestro en la caza, hombre del campo; pero Jacob era varón quieto, que habitaba en tiendas". Génesis 25. 27
La expresión "crecieron los niños" llama la atención porque nos habla del proceso por el cual todos debemos pasar: el crecimiento de los hijos. Este crecimiento implica muchas cosas; cuando los niños son pequeños, en cierta forma sientes que tienes el control y la autoridad para decidir, para ordenar. Sin embargo, a medida que crecen, hay cosas que poco a poco debes aprender a soltar. Ya no puedes tomar todas las decisiones por ellos ni cuidarlos todo el tiempo. Es importante entender que están creciendo y debes permitirles independencia gradualmente.
Además del crecimiento, viene el desarrollo de personalidades. La Biblia nos muestra cómo estos dos hermanos gemelos eran completamente distintos. Es crucial que aprendamos a reconocer sus fortalezas y debilidades desde temprana edad. Debemos impulsarlos en lo que los hace fuertes y animarlos en las áreas en las que muestran debilidad.
Los primeros en visualizar el futuro de sus hijos deben ser los padres.
Proverbios nos enseña:
"Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él". Proverbios 22.6
Este versículo no solo nos insta a encaminarlos en la fe, sino también a instruirlos en "su camino" único. Cuanto más claro sea este camino para ellos, más sólido será el fundamento que estableceremos para sus vidas.
Además de esto, veremos en la historia de estos dos hermanos tres consejos para formar hijos emocionalmente fuertes.
Evitar las comparaciones.
Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza; mas Rebeca amaba a Jacob. Génesis 25.28
El relato nos muestra las preferencias de los padres hacia los hijos, Isaac y Rebeca, sin anticipar el efecto que esto tendría en la dinámica familiar y en la futura relación entre los hermanos.
Se espera que los padres amen a todos sus hijos por igual, sin mostrar favoritismos. Sin embargo, en la vida real, es común y normal que los padres desarrollen vínculos diferentes con cada hijo, influenciados por sus personalidades, intereses compartidos y otras circunstancias.
Algunos padres conscientes de la importancia de mantener la salud familiar se esfuerzan por tratar a todos sus hijos de manera justa y amorosa, evitando mostrar preferencias. Sin embargo, otros padres, sin conciencia de esto, pueden mostrar favoritismo hacia un hijo, lo que puede causar problemas entre los hermanos.
Esta falta de comprensión sobre la personalidad de los miembros de la familia y las expectativas poco realistas pueden llevar a comparaciones constantes, con la creencia errónea de que motivan a sus hijos a ser mejores. Sin embargo, estas comparaciones pueden tener serias consecuencias, como el daño emocional, la rivalidad entre hermanos y el estrés y la ansiedad. Los hijos pueden sentirse presionados y estresados al no poder cumplir con las expectativas de sus padres, lo que afecta su rendimiento escolar y social.
Valorar lo que tienen
Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo, cansado, 30 dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado. Por tanto fue llamado su nombre Edom. 31 Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu primogenitura. 32 Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura? Génesis 25.29-32
La lucha constante, como mencioné anteriormente, llevó a estos hermanos a caer en la envidia. Si bien Jacob tenía un propósito divino, este debía cumplirse de la manera adecuada; sin embargo, la rivalidad lo llevó a desear lo que tenía su hermano. Así que nos encontramos con Jacob insatisfecho con lo que tenía y a Esaú sin valorar lo que era suyo por derecho.
Como padres, es nuestra responsabilidad recordar constantemente a nuestros hijos el valor de las cosas, ya que muchas veces no están completamente maduros para entenderlo. Esto es especialmente importante en un mundo donde lo valioso no siempre se valora y lo que realmente tiene valor puede pasar desapercibido.
Muchas veces, lo material se puede perder, y esto puede ser doloroso para los hijos que no conocen el verdadero valor de las cosas. Ellos deben aprender a ser felices con lo que tengan sin vivir en el constante deseo de querer lo que otros tienen, como fue el caso de Jacob. Nuestros hijos deben aprender a apreciar y valorar lo que tienen. Debemos enseñarles a vivir en abundancia y a enfrentar tiempos de escasez. Por otro lado, debemos enseñarles a no desperdiciar las cosas realmente valiosas que poseen, como el estudio o el esfuerzo de sus padres en un negocio.
El punto es que si los hijos no aprecian lo que tienen, pueden sentirse insatisfechos todo el tiempo y andar por la vida con la sensación de que algo les falta. Nunca estarán contentos con lo que tienen, incluso cuando sea algo muy especial. También podrían olvidarse de agradecer lo que tienen, lo que puede causar problemas en sus relaciones. Una persona desagradecida no valorará lo que otros hagan por ellos, porque creerán que se merecen las cosas y nunca será suficiente. De esta manera, pueden perder oportunidades de aprender y crecer.
Medir las consecuencias
31 Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu primogenitura. 32 Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura? 33 Y dijo Jacob: Júramelo en este día. Y él le juró, y vendió a Jacob su primogenitura. 34 Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura. Genesis 25.31-34
Ese día, Jacob le quitó a su hermano su mayor bendición, y su hermano no dimensionó la magnitud de su acto. Independientemente de la espiritualidad de este punto en el que Jacob estaba tomando la bendición, este es un terrible trato entre hermanos. Por un lado, Esaú demuestra falta de visión a largo plazo y no está siendo consciente. Parece que para él es un juego. Por otro lado, Jacob se aprovecha del momento vulnerable de su hermano y está haciendo una compra totalmente injusta.
La primogenitura, en la antigua cultura hebrea, tenía un valor significativo. Representaba derechos y privilegios especiales, incluyendo una porción doble de la herencia familiar y el liderazgo en la familia extendida. Era un derecho de nacimiento que otorgaba estatus y autoridad.
Por otro lado, un plato de lentejas era simplemente comida, una necesidad básica para saciar el hambre inmediata. Aunque vital para la supervivencia en ese momento, su valor en comparación con la primogenitura era insignificante.
La transacción entre Esaú y Jacob, donde Esaú menospreció su primogenitura a cambio de un plato de lentejas, nos muestra cómo las personas pueden subestimar el valor de algo de gran importancia a cambio de satisfacer una necesidad inmediata y superficial. En este caso, la falta de visión a largo plazo y la incapacidad para apreciar el verdadero valor de la primogenitura llevaron a Esaú a tomar una decisión que tendría consecuencias duraderas.
Las elecciones que nuestros hijos hagan hoy repercutirán en el futuro. Este pensamiento de valoración y elección puede ser una lección importante para nuestros hijos en su vida diaria y en las decisiones que tomen.
Es importante enseñar a los hijos a mirar más allá de las gratificaciones instantáneas y considerar las repercusiones a largo plazo de sus decisiones.
Debemos animar a nuestros hijos a tomar decisiones basadas en una evaluación cuidadosa de las opciones disponibles y sus consecuencias potenciales. Aprender a sopesar los pros y los contras, considerando tanto el valor inmediato como el valor a largo plazo de sus elecciones, les ayudará a tomar decisiones más sabias y significativas en su vida.
En conclusión, la historia de Jacob y Esaú nos muestra valiosas lecciones sobre la importancia de criar hijos emocionalmente fuertes. Debemos reconocer y nutrir las diferencias individuales de cada hijo, evitando las comparaciones que puedan generar rivalidades y resentimientos. Es fundamental enseñarles a valorar lo que tienen y a considerar las consecuencias a largo plazo de sus decisiones. Al enseñarles la importancia de la reflexión y la toma de decisiones bien estudiadas, estamos equipando a nuestros hijos con las herramientas necesarias para enfrentar los desafíos de la vida y prosperar en el futuro.
Además recordemos que como padres, debemos ser modelos a seguir para nuestros hijos, demostrando con nuestras acciones el valor de la integridad, la gratitud y la responsabilidad. Al brindarles un ambiente donde se sientan seguros para explorar, aprender y crecer, les estamos preparando para convertirse en adultos seguros de sí mismos y capaces de enfrentar los desafíos con confianza. Así, al seguir estos principios y enseñanzas, no solo estamos moldeando el presente de nuestros hijos, sino también construyendo un futuro sólido y prometedor para ellos y las generaciones venideras.
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