Maya y su resistencia a la Fe - Cuento Cristiano

Maya y su resistencia a la Fe

Cuento Cristiano

En un tranquilo rincón del bosque Gilead, vivía una joven cigüeña llamada Maya. Era una criatura extraordinariamente hermosa, con plumaje blanco y negro que destacaba entre la exuberante vegetación del bosque. Sus alas eran amplias y poderosas, y cuando volaba, parecía deslizarse con una elegancia única en el aire.


A pesar de su belleza exterior, Maya tenía una actitud que desconcertaba a su familia: no le gustaba ir a la iglesia con ellos.


Cada domingo, sus padres y hermanos la invitaban a la iglesia "Bajo sus alas", en la que pastoreaba el simpático Ezequiel carpintero.  donde todas las aves ahí se congregaban para adorar a Dios. Sin embargo, Maya prefería volar libremente por el cielo y disfrutar de la belleza de la naturaleza en lugar de escuchar lo que le parecían los aburridos sermones pastor y los cánticos interminables de las aves.


Un día, mientras volaba sola sobre el bosque, Maya descendió suavemente y sin querer se encontró con el simpático pastor Ezequiel en el suelo del  bosque. Ezequiel, con su pequeño pico afilado y su plumaje de tonos rojos, negros y blancos, a pesar de ser muy pequeño irradiaba una sensación de sabiduría y calma. Sus ojos inspiraban confianza y respeto,  mientras observaba el bosque y cuidaba de su rebaño de aves.

Maya también notó a otras aves disfrutando alegremente de la iglesia, compartiendo risas, camaradería y momentos de conexión espiritual. Intrigada por la calidez y la alegría que percibía en el grupo, la curiosidad la invadió. Este encuentro accidental le hizo cuestionar sus ideas sobre la iglesia  y plantearse la posibilidad de que la iglesia podría ser más que lo que ella imaginaba.

Ezequiel conociendo la resistencia de Maya y, con su voz serena y pausada, le preguntó por qué no quería ir a la iglesia.

Maya suspiró y respondió: "No entiendo por qué tenemos que ir a la iglesia. No me divierto allí, y preferiría volar alto y disfrutar de la libertad del cielo".

Ezequiel, con su sabiduría, le dijo a Maya: "Maya, la iglesia es un lugar especial donde aprendemos sobre Dios y su amor por nosotros. La Biblia nos dice en Hebreos 10:25 (Reina-Valera 1960): 'No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca'. Es importante reunirnos con otros creyentes para fortalecer nuestra fe y aprender más sobre Dios".

También Ezequiel, con cariño y paciencia, le dijo a Maya que quizás parte de su descontento en la iglesia provenía de su actitud antes de llegar a la reunión. Le hizo notar que las veces que asistió, lo hizo con una actitud molesta, lo que no le permitía disfrutar plenamente de las reuniones. Le aseguró que las reuniones no eran como ella se las imaginaba; al contrario, eran muy alegres y llenas de amor fraternal. El carpintero le animó a darle una oportunidad a la iglesia, a aprender los cánticos y a participar activamente, prometiéndole que, una vez que los conociera, los disfrutaría plenamente. 

Maya reflexionó sobre las palabras de Ezequiel y decidió darle una oportunidad a la iglesia. A la siguiente reunión, fue con su familia. Al principio, se sentía un poco extraña y distante, pero poco a poco comenzó a prestar atención a las enseñanzas y los cánticos.

Con el tiempo, Maya comenzó a comprender más sobre el amor de Dios y su propósito en la vida. Se dio cuenta de que la iglesia no era solo un lugar para adultos, sino también un lugar donde los animales jóvenes como ella podían aprender y crecer en su fe. Los sermones del pastor carpintero dejaron de ser aburridos; se volvieron cautivadores e interesantes. Cada vez que el pastor hablaba, Maya se sorprendía por la profundidad de sus palabras y cómo parecían tocar su corazón. Era como si el pastor supiera exactamente lo que ella necesitaba escuchar, pero en realidad era porque Dios le hablaba a Maya a través de su palabra.


Maya experimentó un profundo sentido de paz y satisfacción al estar en la iglesia y aprender más sobre su fe. Se dio cuenta de que había encontrado un lugar donde podía crecer espiritualmente y conectarse con Dios de una manera significativa.


Además, Maya comenzó a disfrutar y valorar los momentos de adoración en la iglesia. Amaba las canciones que se cantaban y descubrió que tenía una hermosa voz. Comenzó a prepararse para ser parte del coro de la iglesia y participaba con entusiasmo en los ensayos y presentaciones. 


Maya también compartía lo que aprendía en la iglesia con sus amigos en el bosque. Juntos, crecieron en su comprensión de la fe y el amor de Dios, fortaleciendo sus lazos de amistad a medida que exploraban juntos el camino espiritual.


La historia de Maya nos recuerda que a veces podemos resistir las cosas que no comprendemos completamente, pero a través de la enseñanza y la orientación adecuadas, podemos encontrar significado y propósito en lo que hacemos. La Biblia nos insta a congregarnos y fortalecer nuestra fe, y cuando lo hacemos, experimentamos el amor y la gracia de Dios en nuestras vidas.


Moraleja: La historia de Maya, la cigüeña reflexiva, nos enseña que a veces nuestros prejuicios y resistencia hacia ciertas actividades pueden impedirnos descubrir la belleza y el significado que se esconden en ellas. La iglesia, al igual que otras experiencias en la vida, puede enriquecer nuestra comprensión de la fe y del amor de Dios. La Biblia nos recuerda la importancia de congregarnos y aprender juntos como comunidad de creyentes. Al estar abiertos a nuevas experiencias y perspectivas, podemos encontrar un propósito más profundo en nuestras actividades y experimentar el amor y la gracia de Dios en nuestras vidas. La historia de Maya subraya la importancia de superar nuestras resistencias y permitir que la orientación y el amor divino transformen nuestros corazones, llevándonos a descubrir la verdadera riqueza espiritual que puede hallarse en lugares y experiencias aparentemente comunes.

No hay comentarios:

coméntanos si te ha sido de utilidad esta publicación,