¡Aquí estoy!


 Serie. ¡Aquí estoy!

Aquí estoy

En estos días vino a mí una reflexión sobre nuestra relación con Dios, pues en ocasiones tenemos una visión de Dios como cercano o distante, usamos la expresión sentí la presencia de Dios cuando creemos que está entre nosotros, pero también decimos no sentir nada cuando pensamos que no está con nosotros, cuando las cosas no funcionan como creemos que deberían hacerlo, usamos la expresión ¿Dónde está Dios? ¿Por qué Dios permite? Seguramente en algún momento lo has dicho, esto solo indica que tenemos una visión de Dios como alguien no estable, a veces lo sientes, a veces no, a veces está otras veces no. Indirectamente estamos diciendo que nosotros no nos hemos movido, es Él quien no se deja sentir o quien no está.

En 1990 salió  una canción que seguramente desafió a muchos cristianos a levantarse y servir a Dios, la canción “buscadme y viviréis de Marcos Vidal,  una canción que expresaba muy bien la reflexión a la que Dios me trajo en estos días, la canción comienza con este tipo de interrogantes que nos hacemos sobre el papel o deber de Dios y aparente poca respuesta en las situaciones difíciles de la vida, pero en la segunda parte es precisamente lo contrario, nos damos cuenta que no se trataba de Dios sino de nosotros, de nuestra indiferencia, de nuestra apatía, de nuestra poca o nula búsqueda de su presencia.

La realidad de todo esto es que nos hemos preguntado tantas veces ¿dónde está Dios? cuando en realidad debimos habernos preguntado ¿dónde hemos estado nosotros? Hemos creído que Dios no ha abandonado cuando en realidad nosotros lo abandonamos a él; hemos pensado que no nos oye cuando ha sido exactamente al revés, la biblia dice que en Dios no hay cambios ni sombra de variación. Así la pregunta hoy es ¿Dónde estás? ¿Dónde estás en tu llamado? ¿Dónde estás en el proceso? ¿Dónde estás en la prueba?

La mayoría conocemos la historia de Abraham quien vivió una de las pruebas más difíciles que se describan en la biblia, el día que Dios le pidió que sacrificara a su único hijo. Sin embargo, a través de esa prueba Abraham nos da una gran lección sobre mantenernos en nuestra posición aun por más difícil que sea la situación que estamos viviendo. Abraham mostró su fortaleza y su fe cada vez que pronunció un AQUÍ ESTOY, y cada uno de ellos nos marca una etapa en nuestra vida como cristianos.

Aquí estoy cuando Dios habla

Aconteció que después de estas cosas, Dios probó a Abraham, y le dijo: «¡Abraham!». Y él respondió: «Aquí estoy».  Génesis 22.1 NBLA

El primer ¡aquí estoy! Que debemos expresar es cuando Dios nos habla, porque es aquí donde todo comienza, pero el problema es que no podemos decir ¡aquí estoy! A alguien a quien no escuchamos. Aquí hay surgen preguntas que considero muy importantes ¿has escuchado la voz de Dios? ¿sabes cuándo Dios te está hablando? ¿Cuándo fue la última vez que está seguro de haber escuchado la voz de Dios hablándole? Pero en este caso la más importante es ¿Cómo has respondido al llamado de Dios?

Sin duda hemos dicho que Dios habla continuamente, pero ¿tenemos claro cuando nos habla? ¿Qué tan seguido podemos escucharlo? Escuchar a Dios muchas veces es como hablar por teléfono celular, se complica debido a la señal y el ruido a nuestro alrededor, hay cosas que se oyen más fuerte a nuestro alrededor que la voz de quien nos está hablando. Del mismo modo resulta que Dios puede estarnos hablando pero le ruido de nuestro mundo no nos permite escucharlo, pensamientos de todo tipo nos invaden, actividades que tenemos que realizar, tiempos de distracción que tenemos en el día, malas noticias, problemas, todo eso hace mucho ruido y no podemos escucharlo, por otro lado podemos tener una mala señal porque no nos encontramos en el lugar correcto, así que solo escuchamos por partes entrecortado, por lo que necesitamos estar en la posición correcta y libres de ruidos externos para poder escuchar adecuadamente la voz de Dios. sin embargo, escuchar a Dios es solo una parte la otra parte es ¿Qué respondemos?

Una vez que Dios nos ha hablado ¿Cómo respondemos? Podríamos intentar parecer muy espirituales diciendo que respondemos en obediencia, pero aun en la biblia hay personajes que no respondieron positivamente al llamado de Dios, algunos titubearon y otros como Jonás hicieron totalmente lo opuesto a lo que estaba pidiendo. ¿Qué le has dicho a Dios sobre el llamado de tu vida? ¿Aquí estoy? Somos muy listos cuando se trata de los mandamientos de Dios pues incluso somos selectivos, algunos los marcamos con firmeza, pero con otros somos demasiado flexibles, por lo regular esto es según nuestra propia conveniencia. Así que cuando se trata de nuestro beneficio somos obedientes a los padres o al cónyuge, cuando no nos beneficia entonces lo justificamos de otra forma. ¿Cuál crees que es el llamado que Dios te hizo cuando lo conociste? ¿ya lo olvidaste? ¿Qué has hecho con ese llamado? ¿Cuándo responderás correctamente?

Abraham respondió Aquí estoy y no solo con palabras sino con acciones, pues al día siguiente se levantó temprano como quien está decidido y preparó todo lo necesario para el viaje. Decimos aquí estoy cuando respondemos al llamado de Dios a través de nuestras acciones.

Aquí estoy cuando Dios calla

 Isaac habló a su padre Abraham: «Padre mío». Y él respondió: «Aquí estoy, hijo mío». «Aquí están el fuego y la leña», dijo Isaac, «pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?».  Génesis 22.7 NBLA

Tal vez decir Aquí estoy cuando Dios habla no es tan difícil comparado a decir Aquí estoy cuando Dios calla. Una parte muy difícil de nuestra vida con Dios es cuando nos encontramos en esos tiempos de aparente silencio, donde las cosas se complican tanto que pensamos seriamente renunciar y dejarlo todo.

Esta parte de la historia de Abraham siempre me ha conmovido porque es ese tiempo en el que debería haber tenido una poderosa lucha mental, Dios le dice que sacrifique a su hijo, lo interesante es que no le dice que lo haga ahí mismo, sino que le dice que será en un monte que le mostrará, así que Abraham se levanta temprano prepara todo y  agarra lo que creo yo un rumbo indefinido, pues Dios le mostraría el monte, ahora en el supuesto caso de que Dios le haya dicho el monte desde el principio aun así estaba por lo que dice la biblia a tres días de camino, ¿Por qué tan distante? ¿Por qué no allí mismo? Estos serían tres días difíciles para Abraham caminando con su hijo, comiendo, conversando pues solo iban ellos dos y sus criados.

Esos tres días podían convertirse en una tentación para reflexionar si estaba o no haciendo lo correcto, si realmente quería hacer eso. Estos tres días para Isaac eran unas vacaciones con su padre, para Abraham era un tiempo para despedirse de su hijo, entre más pasaban esos días más pudo haber apreciado lo inteligente, guapo, divertido y soñador que era su hijo. Es como esas películas que te hacen encariñarte con un personaje para que al final te lo quiten y te hagan llorar.

Pero sobre todo durante ese tiempo Dios guarda silencio, no hay explicaciones, no hay más indicaciones, muchas veces quisiéramos que Dios dijera algo mientras nos encontramos en un momento difícil, quisiéramos que nos diera respuestas a todas nuestras interrogantes. Sin embargo, Dios quiere enseñarnos que necesitamos más su presencia que respuestas. Nos enseña a ser dependientes de él en medio del silencio.

Es aquí donde se ve que tan fuerte es nuestra fe, podemos decir: aquí estoy, cuando lo escuchamos, pero decir aquí estoy cuando no nos habla es una muestra de que estamos con él a pesar de cualquier situación. Decir aquí estoy, significa que damos por hecho que él también está, no se trata de convencernos de que Dios está con nosotros, porque eso no está a discusión sino se trata de reafirmar que nosotros seguimos con él ¡Aquí estamos! Es como decir ¡presente! Mientras están pasando lista, que en muchos lugares prácticamente dicen Aquí estoy. 

Tal vez internamente tenemos un problema con el silencio durante las pruebas, porque desde pequeños nos atemorizaban los tiempos más silenciosos cuando íbamos a la escuela que eran precisamente los exámenes. Ese momento en el que queríamos respuestas y solo había silencio sí que nos afectó. Y ese momento se repite, cuando más respuestas queremos más silencio hay a nuestro alrededor. Pero no necesitamos respuestas, solo tener fe, estar convencidos de que Dios está ahí y que nosotros también estamos.

Me llama la atención la respuesta de Abraham a Isaac le dice: Padre mío, porque lo último que decimos cuando alguien nos habla es “aquí estoy” sobre todo cuando la biblia dice que iban juntos, pero ese aquí estoy significa, aquí sigo en el propósito de Dios, significa no he renunciado, significa soy consciente de lo que estoy haciendo. Algunos han podido decir a Dios aquí estoy cuando les ha llamado, pero algunos no han podido hacerlo cuando se han encontrado en el proceso, cuando hay un silencio ensordecedor, cuando no hay respuestas ni soluciones, algunos se les tiene que estar despertando continuamente, o motivando a seguir porque de otra manera ya se hubieran ido o incluso ya se fueron, pero aún hay quienes en medio de la lucha pueden decir ¡AQUÍ ESTOY!

Aquí estoy cuando Dios rompe el silencio

Pero el ángel del Señor lo llamó desde el cielo y dijo: «¡Abraham, Abraham!». Y él respondió: «Aquí estoy».  Génesis 22.11 NBLA

No cualquiera llega hasta este punto, para este momento ya muchos abandonaron, renegaron, pelearon y se fueron. ¿Cuántas personas hemos venir e ir? ¿Cuántos comenzaron con nosotros la carrera y cuantos ya no siguen? Esa es la diferencia en la fe en muchos, muchos son los que pueden decir que creen, pero pocos son los que pueden decir ¡aquí estoy!

Abraham se mantuvo firme hasta el último, último segundo. Llegó al lugar del sacrificio, ató a su hijo, esa parte es un misterio para nosotros pues ya era grande y su hijo era un adulto algunos lo mencionan más joven, pero sin duda tenía la suficiente fuerza para resistirse.  Lo cierto es que Abraham llegó al punto de tener a su hijo atado sobre la leña del sacrificio con su cuchillo en la mano, hasta que el ángel de Dios lo detuvo. Todo sucede tan rápidamente, pero cuando el ángel llama a Abraham ¿Qué creen que respondió? ¡Claro que Sí!  Aquí estoy.

Dios no le permitió continuar pues se trataba de una prueba, por lo que ahora recibiría una gran bendición de parte de Dios por tal manifestación de obediencia.

Tal vez podemos decir aquí estoy en el llamado de Dios, durante el proceso, pero somos realmente aprobados cuando logramos decir: ¡Aquí estoy! Al final del proceso. Cuando seguimos podemos decir que, a pesar de lágrimas y tristeza, aquí estamos, cuando en medio de la crisis y con todas las excusas para renunciar ¡Aquí estamos! Cuando hemos sufrido en silencio y nadie se ha dado cuenta, pero ¡Aquí estamos!  

Algunos saben darse cuenta cuando Dios habla, muchos saben darse cuenta cuando Dios calla, pero muy pocos han sido afortunados de estar cuando Dios rompe el silencio. En la biblia hay un tiempo de silencio entre el antiguo y el nuevo testamento durante muchos años no hubo mensajes ni nada parecido hasta que llegó Jesús al mundo y el día que el cielo se abrió y Dios hablo estaba rompiendo ese silencio.

¿Cuántos pueden decir aquí estoy? No se trata solamente de presencia física, se trata de estar en todos los sentidos, principalmente Dios sabe cuándo alguien está o no está, pues pesa los corazones. Escuchemos la voz de Dios en este día y digamos ¡aquí estoy! Entendamos el silencio que ha guardado y digamos ¡aquí estoy! Aguardemos hasta ese momento asombroso en el que romperá el silencio y digamos ¡Aquí estoy!


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