LA MENTIRA MAS EVIDENTE

LA MENTIRA MÁS EVIDENTE

El que esconde sus rencores, en el fondo es mentiroso. Proverbios 26.24

A nadie le agradan las mentiras ni convivir con personas mentirosas, si descubres que alguien miente difícilmente le creerás cada vez que platique contigo, pero lo peor aquí no son las personas mentirosas, lo más grave es cuando las personas tratan de mentirles a los demás y al final se engañan a sí mismos, la mentiras no solo son las palabras que se dicen, sino también las acciones, las personas que fingen una vida técnicamente están mintiendo, muchas veces las personas que alardean de ser felices es porque precisamente se sienten fatales por dentro, cuando alguien se toma el tiempo en una persona para primero pensar que escribirle, segundo articular una frase, y tercero tomarse el tiempo para escribirle, diciendo que “no le importa x persona” evidentemente si le importa y piensa en ella todo el tiempo, y ocupa su espacio. Cuando alguien “no importa” es así exactamente “NO IMPORTA” no está en tu mente, no te lastiman sus comentarios, no te llama la atención lo que haga.

El proverbista nos dice porque alguien miente trata de mentir o se miente a sí mismo, la razón es que: tiene rencor en su alma, su rencor es por pensar que esa persona es feliz y trata de fingir que también lo es, esta es la razón por la que muchos no tienen por qué dejarse llevar por lo que ven en los perfiles de los demás, la felicidad de una persona no se demuestra en una fotografía o una frase, la felicidad de las personas se refleja en la vida real, y se cimienta por su relación familiar primeramente.

Las heridas emocionales no se curan con el desahogo en el Facebook, al contrario se acrecientan y hacen a la persona más infeliz y amargada, las personas deben buscar sanar su corazón, si necesitan desahogar lo que siente deben ir a una persona real no virtual madura y de confianza, para hablar, y liberarse de toda amargura, especialmente una persona cristiana que le pueda ayudar, aunque esta sea la primera barrera a vencer, RECONOCER QUE TIENE AMARGURA Y QUE NECESITA AYUDA DE LA IGLESIA.