Aprendiendo de Adan y Eva

 Comenzamos una nueva serie llamada "Parejas Sanas, Relaciones Fuertes". En este año de sanidad, reconocemos que una de las áreas que más necesita atención son las relaciones. La inestabilidad en las relaciones a menudo se atribuye a la falta de comprensión y manejo de las emociones por parte de quienes las conforman, lo que nos lleva a reflexionar sobre la importancia de abordar nuestro pasado emocional.

 

Las parejas pueden volverse inestables cuando los individuos que las componen no han sido enseñados a lidiar con sus emociones. Las complejidades de las relaciones humanas no tienen claves mágicas ni secretos para garantizar la felicidad. Sin embargo, la construcción de relaciones sólidas implica una serie de acciones que ambos deben asumir en beneficio de la relación.

 

El aprendizaje constante es esencial en este proceso. Puedes esforzarte hoy para mejorar tu relación, pero este esfuerzo debe ir de la mano con la disposición y participación de la otra persona. Mejorar una relación no es un trabajo unilateral; ambos deben comprometerse y contribuir.

 

Aunque no hay fórmulas exactas ni secretos infalibles, hay pasos que, al ser adoptados, pueden favorecer la mejora de la relación. La biblia no es muy profunda en temas de comportamientos sobre parejas, ya que su propósito es el de mostrarnos la fe y el conocimiento de Dios, sin embargo en sus historias podemos encontrar algunos ejemplos que nos resultan clave para aplicar en nuestras vidas.

 

El ser humano puede avanzar con las nuevas tecnologías, pero su comportamiento sigue siendo el mismo; no cambia. En la crisis de la primera pareja de la Biblia, podemos ver algunos puntos que hasta el día de hoy siguen afectando las relaciones y que nos sirven para aprender y saber qué cambios podemos considerar en nuestras vidas.

 

El ser humano lucha con la necesidad de querer controlar.

 

Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Génesis 3.6

 

Desde el principio, la tentación del hombre fue su deseo de poder. Fueron tentados con el deseo de tener el control por sí mismos, incluso para llegar a ser más como Dios. No sé cómo fue la forma en que Eva convenció a su marido de tomar el fruto, pero lo hizo. Ya sea mediante presión o convencimiento, lo llevó a cometer la misma falta que ella. De hecho, el texto dice que él obedeció la voz de ella, lo cual no es el problema, sino más bien el hecho de que la obedeció por encima del mandamiento que él ya había dado.

 

Ese deseo de controlar todo a nuestro alrededor es la causa de muchos conflictos en nuestras vidas. Esto es muy sutil; las personas no pueden notarlo a simple vista, ya que estamos acostumbrados a experimentarlo todo el tiempo, en el trabajo, en la escuela, en la familia. Estamos acostumbrados a controlar y ser controlados; el problema es cuando en las relaciones se vuelve una crisis. Algunas personas se vuelven controladoras, otras viven en conflicto luchando por el control, y otras más viven sometidas al control. Sea como sea, este deseo humano hace que muchas personas sean infelices.

 

Una persona que quiere controlar a otra o, dicho de otra manera, cambiar o formar a su manera sin lograrlo se verá frustrada porque vivirá en el continuo intento de querer controlar o cambiar lo que es imposible.

 

Las relaciones, al principio, son muy flexibles. El enamoramiento hace que las personas estén dispuestas y atentas, pero una vez que este termina, ya no es divertido hacer algo que la otra persona creía que era agradable. Por ejemplo, alguien, por amor, puede acompañar a otra a un partido o al cine, y hacer algo que no le gusta, pero lo hace porque el enamoramiento le da el interés y la buena actitud. Sin embargo, si eso se repite una y otra vez, llegará el momento en el que ya no sea agradable sino incluso incómodo. Y cuando se niegue, es cuando la crisis en la relación aparecerá. Entonces vendrán los reclamos y reproches. Se recordará que antes lo hacían y disfrutaban, pero se desconoce que al principio era un acto impulsado por el enamoramiento. Esa es la razón por la que las personas con el tiempo se cansan de hacer cosas, porque ahora las hacen desde el control y no desde la relación romántica.

 

Cuando nos damos cuenta de que a veces queremos controlar las cosas en nuestras relaciones, es un primer paso importante. Pero no se trata solo de darse cuenta; también es acerca de aceptar a nuestra pareja tal como es y soltar la necesidad de controlar todo.

 

Aceptar a tu pareja significa entender y apreciar sus diferencias en lugar de tratar de cambiarlas. Comunicarnos abierta y honestamente es clave. Hablar sobre lo que pensamos y sentimos sin juzgar ayuda a entenderse mejor.

 

La empatía, que es ponernos en el lugar del otro, también es vital. Intentar entender los sentimientos y puntos de vista de nuestra pareja fortalece la conexión emocional.

 

En resumen, soltar el control en una relación implica aceptar a la otra persona, hablar abiertamente y ser empáticos. Esto crea relaciones más fuertes y felices.

 

El ser humano debe aprender el poder de la elección.

 

Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella .Génesis 3.6

 

Adán y Eva son un modelo en el que debemos vernos reflejados. Imaginen por un momento cómo sería si ellos no hubieran comido el fruto; todo sería completamente diferente. El punto es que nadie los obligó ni la serpiente a Eva, ni Eva a Adán. Ambos tomaron sus decisiones, y sus decisiones trajeron consecuencias.

 

En la vida normal, sucede exactamente lo mismo. No estamos obligados a nada, y si lo estamos, debemos escapar o denunciar, pero fuera de eso no estamos obligados. En el tema de parejas, las parejas no están obligadas a discutir; son elecciones que ellas toman. Una decide atacar a la otra, y la otra decide responder a la agresión. Todo, desde gestos, muecas, críticas, en la relación, todo es nuestra elección. Si tuviéramos más control sobre eso, tendríamos mejores relaciones.

 

Una pareja que enfrenta una situación estresante de crisis financiera. En lugar de optar por discutir, podrían elegir sentarse juntos, hablar abiertamente sobre sus preocupaciones y trabajar juntos para encontrar soluciones. Esta elección transforma el conflicto potencial en una oportunidad para fortalecer su relación.

 

La Biblia dice:

 

Proverbios 16:32: Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; Y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.

 

Este versículo es un ejemplo del poder de la elección. En una situación determinada, tenemos el poder de elegir cómo responderemos de acuerdo a nuestras emociones. Este pensamiento ayuda a las personas al reconocer que tienen control sobre sus acciones y decisiones. En ocasiones tenemos que hacernos  preguntas como '¿Cómo quiero responder en esta situación?' o '¿Esta elección contribuirá positivamente a mi relación?'. pero muchas veces actuamos antes de pensar.  ser responsables de nuestras decisiones, nos da la capacidad de tomar acciones que nos ayuden a cambiar. Entender nuestras elecciones nos ayuda a ser más reflexivos sobre nuestras acciones. Ya que cuando no lo hacemos, caemos en el error de responsabilizar a los demás por nuestras propias malas elecciones o, por otro lado, nos culpamos a nosotros mismos y nos castigamos por algo que es completamente ajeno a nosotros. ¿Cómo lo sabemos? Simplemente nosotros no lo elegimos.

 

El ser humano debe cuidar su comportamiento en la forma en que se relaciona.

 

Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. 8 Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. 9 Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? 10 Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. 11 Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol del que yo te mandé no comieses? 12 Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí. 13 Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí. Génesis 3.7-13

 

 

Aquí llegamos a un punto muy importante: el afán de control y el desconocimiento de nuestras elecciones nos llevan a comportamientos que hunden más nuestras relaciones. Comenzando desde la crítica, quien quiere arruinar una relación se dedica a criticarla, a hablar de todo lo malo y los defectos. Piense en una relación donde el hombre continuamente critica las tareas de la mujer o viceversa, piense en lo agobiante que debe ser eso para la relación. Otro comportamiento destructivo es la culpa, tal como lo vemos en la historia de Adán y Eva La historia no es solo un relato antiguo, sino un espejo que refleja nuestras elecciones y sus consecuencias en las relaciones modernas.. La culpa es un mecanismo de defensa que la primera pareja asume para evadir responsabilidades. En una relación que está apagándose, hay una gran cantidad de crítica acompañada de culpa, dando paso a la queja. Para este momento, tenemos una combinación altamente tóxica; no hay armonía en una relación llena de crítica, culpa y queja. Una vez desencadenadas estas acciones, vienen otras más, como resistirse, amenazar y castigar. No son las únicas, pero sí las más dañinas.

 

De esta forma, nuestras acciones o comportamientos poco a poco van consumiendo nuestras relaciones. Si no reflexionamos sobre todo esto, seguiremos viviendo un interminable conflicto en nuestras relaciones, bajo el poder del control, desconociendo nuestras elecciones y actuando de forma dañina.

 

Por otro lado, cuando somos conscientes, elegimos hacer los cambios que traen salud a nuestras relaciones. Buscamos apoyar en lugar de criticar; eso edifica una vida en lugar de aplastarla. También aprendemos a alentar en lugar de culpar, y así con las demás acciones: escuchar, aceptar, confiar, respetar y negociar. Estas parecen ser acciones muy insignificantes; sin embargo, producen cambios radicales en las relaciones de aquellos que eligen cambiar.

 

En nuestra serie Parejas Sanas, Relaciones Fuertes, comprendemos que las relaciones necesitan atención y comprensión emocional. No hay fórmulas mágicas, pero acciones cotidianas fortalecen los vínculos. El relato de Adán y Eva revela un deseo humano arraigado de control, afectando las relaciones de hoy.

 

Reconocer nuestras elecciones es esencial. Al liberarnos del deseo de control, aceptar a la pareja y comunicarnos abiertamente, construimos relaciones más fuertes y saludables. La historia de Adán y Eva refleja nuestras elecciones y destaca la responsabilidad que conlleva. La crítica, culpa y queja, si no se reflexionan, pueden dañar relaciones, pero la conciencia y el compromiso con cambios positivos conducen a una transformación significativa.

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