El poder de la oración de una madre

El poder de la oración de una madre

Hoy nos estaremos enfocando en la historia de Ana (1 Samuel 1). Como muchos sabemos, ella era una mujer amada por su esposo; él le daba lo mejor a ella, pero Ana sentía que algo le hacía falta. Se sentía triste y sola porque veía que Penina, la segunda esposa, podía tener hijos y ella no, ya que era estéril. Por ese motivo Penina la molestaba, Ana se entristecía y eso causaba que llorara y no comiera.

Pero Ana hace algo que todos los padres hacen, aunque creo que a veces las madres dan un extra en ese aspecto: orar por su hijo.

Como muchas veces se dice, nosotras los cargamos en nuestro interior por nueve meses, y durante todo ese tiempo se crea una conexión especial entre los dos. Por ejemplo, algunos datos que tal vez ya saben, como:

  • El corazón del bebé y el de la madre llegan a sincronizarse durante el embarazo; laten al mismo tiempo.
  • El estado emocional de la madre también influye en el desarrollo emocional del bebé antes de nacer.
  • Los sonidos más constantes que el bebé escucha durante ese tiempo son el latido del corazón y la voz de su madre.

Y como ya sabemos, cuando el bebé nace llora; lo primero que se hace es ponerlo en los brazos de su mamá, y el sonido de su voz y su corazón hacen que se tranquilice.

Entonces, esa conexión tan especial hace que nuestra oración por nuestros hijos sea más intensa y dedicada. Por eso veremos algunos aspectos de cómo es la oración de una madre, el poder y el efecto tan increíble que tiene sobre los hijos.


1. La oración de una madre es sincera

"Ella, con amargura de alma, oró a Jehová, y lloró abundantemente."
—1 Samuel 1:10

Como mencionaba al principio, yo sé que tanto madres como padres aman y oran por sus hijos, pero las madres tienen un apego muy especial. Conocen perfectamente a sus hijos e hijas, y creo que no hay oración más sincera, con tanto amor y pasión, como la que una madre puede hacer.

Ana oró con el alma y con el corazón, se aferró a pedir su más grande sueño: tener un hijo. Ella se humilló delante de la presencia del Señor; como dice la palabra, desgarró su alma y lloraba abundantemente. ¿Cuántas hemos orado así por nuestros hijos e hijas?

El ejemplo más grande de una oración así lo podemos ver en la vida de Jesús. Cuando ora antes de ser entregado y crucificado, dice la palabra que su oración fue tan intensa que sudó sangre. Jesús sabía que lo que venía no era cualquier cosa, comenzó a orar con el espíritu, con el alma y de una manera sincera.

Ana es un ejemplo para muchas mujeres de una madre de fe, con convicción, que se aferró a la oración hasta ver una respuesta. Y posiblemente aún no ves la respuesta en la vida de tus hijos, eso que tanto anhelas que suceda en sus vidas. Tal vez no lo has hecho de la manera correcta. Por eso, hoy es el día para que te levantes con una oración sincera, una oración a otro nivel, dejando a un lado esos pensamientos que te hacen dudar del poder de Dios. Hoy cree que Él puede hacerlo, que Él tiene a tus hijos e hijas en sus manos, y comienza a orar de una manera sincera.


2. La oración de una madre tiene propósito

"E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza."
—1 Samuel 1:11

Todos oramos en algún momento por muchas cosas en nuestra vida: oramos por la comida, por un día bendecido, para que nos vaya bien en el trabajo, entre otras cosas. Pero hay oraciones que destacan, que van más allá de un simple momento o una petición sencilla. Son oraciones que determinan el presente y el futuro, oraciones con un propósito específico, como lo fue la oración de Ana.

Cuando tú oras, ¿con qué propósito lo haces?, ¿para hacer promesas o votos? Ana oró y prometió entregar a ese hijo que tanto anhelaba, lo que tanto quería, ese bebé que tanto soñaba.

Volvemos a tomar el ejemplo de la oración de Jesús, porque creo que es la oración más genuina que podemos encontrar en la Biblia, y también una oración con uno de los propósitos más grandes. La oración del Señor fue para que el Padre le diera la fuerza, la valentía y el corazón para cumplir el propósito por el cual Él había venido al mundo. Y esa oración fue crucial e importante para la salvación no solo de las personas de esa época, sino también para nuestra salvación, y para la salvación de las personas que nacerán en el futuro hasta el día que Jesús regrese.

La oración por tus hijos no debe estar limitada a un tiempo o a un momento. La oración por tus hijas debe estar enfocada en su presente y su futuro: ¿qué es lo que quieres para ellos, para su descendencia, para su vida espiritual? Porque muchas veces nos preocupamos por lo material, que está bien y es válido, pero a veces le damos más importancia a lo material y no a su eternidad.

Es momento de que comiences a enfocar tus oraciones en un propósito específico para la vida de tus hijos. Ana hizo votos para entregarlo a Dios. Ora para que tus hijos sean grandes profesionistas, tengan títulos y sean exitosos, pero que a través de todo eso la imagen y el poder de Dios se refleje en ellos de aquí a la eternidad.


3. La oración de una madre va acompañada de dirección

"Y matando el becerro, trajeron el niño a Elí. Y ella dijo: ¡Oh, señor mío! Vive tu alma, señor mío, yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti orando a Jehová. Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí. Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová."
—1 Samuel 1:25-28

Aquí podemos ver cómo es que Ana no hace solamente una oración; le da dirección para que el propósito sea cumplido en la vida de su hijo. Ella no solo prometió entregar a su hijo: ella cumplió su promesa y lo llevó personalmente. Porque también tenemos que aceptar que hemos hecho oraciones donde hemos derramado lágrimas y el Señor ha cumplido su promesa, pero ni así nosotros cumplimos nuestras promesas.

Ana pudo haber dicho: “Es mi hijo, yo lo cargué nueve meses, a mí me dolió. ¿Por qué tengo que entregarlo? El Señor sabe que yo lo quiero y que es mío.” Pero no, Ana fue fiel a sus votos y encaminó al niño hacia su propósito.

Y eso lo podemos ver en la vida de María, la madre de Jesús: cómo es que Dios escogió a una mujer que tuviera la fuerza, la firmeza, la fe, la sabiduría y el entendimiento para llevar a su hijo hacia su propósito. Sabemos que llega un momento en la vida de Jesús donde Él sabe para qué vino al mundo, pero como todos, Él fue un niño y tuvo que ser direccionado.

Vemos que la palabra de Dios está llena de consejos para guiar a nuestros hijos y poder encaminarlos a un propósito. Y un versículo que queda perfectamente aquí es el Salmo 127:4:

"Los hijos que nos nacen en la juventud son como flechas en manos de un guerrero."
—Salmos 127:4

¿Qué haces con una flecha? Buscas un objetivo y disparas. Pero ¿qué tienes que hacer para que llegue a ese objetivo? Tienes que darle dirección, tienes que guiar la flecha y darle el impulso necesario para que llegue hasta donde quieres.


¿Cuáles son los sueños que tienes para tus hijos? ¿O sabes cuáles son los sueños personales que ellos tienen? Tal vez ya oraste con todo tu corazón, tal vez ya hiciste tus votos, pero ¿qué estás haciendo para que eso se cumpla en sus vidas?

Llegó el tiempo de que nuestras oraciones sean sinceras y con el corazón, de orar con un propósito específico para la vida de nuestros hijos y encaminarlos hacia ese propósito que Dios tiene para ellos.

Adelaida Ramirez 


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