enero 15, 2025

La Bendición de Dios nos da una nueva identidad

 La Bendición de Dios nos da una nueva identidad

Toda la historia de Abraham es una historia de bendición y prosperidad, y es por eso que creemos que Dios puede bendecirnos y prosperarnos. Sin embargo, es importante entender la bendición de Dios en su contexto completo. La bendición de Dios no se trata únicamente de riquezas materiales, sino de una bendición integral sobre toda nuestra vida: espiritual, emocional, relacional y, en algunos casos, material.

El Señor te bendecirá abundantemente en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu ganado y en el fruto de tu tierra. (Deuteronomio 28:11).

En Deuteronomio leemos que Dios promete prosperidad en diversas áreas, como la familia, el trabajo y los recursos. Esta visión de prosperidad es amplia y no está limitada solo a lo material. Así que cuando hablamos de la bendición de Dios estamos hablando de toda su bendición integral.

Jesús también redefine la prosperidad espiritual: "He venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia" (Juan 10:10). Esto incluye paz, gozo y comunión con Dios.

Por supuesto, la prosperidad está ligada a la obediencia y al propósito de Dios. Requiere un corazón obediente a Dios y que sea utilizada con el fin del propósito de Dios. Dice la Biblia:


"Bienaventurado el hombre que teme al Señor y se deleita en Sus mandamientos. En su casa habrá abundancia y riquezas" (Salmo 112:1-3).

Abraham es un hombre bendecido por Dios en la Biblia, y eso se debe principalmente a su obediencia inquebrantable a Dios. Lo vemos cuando Dios lo llamó a salir de su tierra y cuando no se rehusó al sacrificio de Isaac. En Génesis 17, Dios le dice:

"Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto" (Génesis 17:1).

El llamado de Abraham era continuamente desafiado por Dios. Ahora, Dios le estaba pidiendo que anduviera en perfección, lo que nos recuerda que el camino a la prosperidad tiene sus desafíos y demandas. Pero al mismo tiempo, la revelación de Dios para Abraham fue a través del nombre El Shaddai, o sea, el Todopoderoso. Esta revelación le daría a Abraham la seguridad de que con Dios a su lado nada le haría falta.

De este nuevo encuentro de Abraham con Dios encontramos algunas verdades clave que nos pueden inspirar en nuestro camino hacia la bendición de Dios. Como lo dice el siguiente texto:

Entonces Abram se postró sobre su rostro, y Dios habló con él, diciendo: "He aquí, mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes. Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes" (Génesis 17:3-5).


1. La bendición de Dios transforma nuestra identidad

Como ya dijimos, la bendición no es solo un acto material o un beneficio temporal; es un acto transformador de parte de Dios que actúa en todas las áreas de la vida, como en Abraham, a quien Dios le dio una nueva identidad dándole un nuevo nombre que estuviera acorde con el propósito y el carácter de Dios.

Me encanta esto porque el cambio de nombre revela cómo Dios nos ve. Dios no nos define por nuestro pasado o nuestras limitaciones, sino por el propósito eterno que ha planeado para nosotros. Dios le cambió el nombre a Abraham, quien antes era Abram. Esto muestra cómo Dios veía en él no solo a un hombre, sino a un "padre de multitudes," aun cuando Abraham no tenía hijos en ese momento. No es cómo nos vemos, sino cómo Dios nos ve.

El nuevo nombre también nos conecta con las promesas de Dios. Cada vez que lo escuchamos, nos recuerda lo que Él hará en y a través de nosotros, haciéndonos vivir con esperanza y expectativa.

Aunque Abraham no era "padre de multitudes" en el momento en que Dios le cambió el nombre, Dios ya veía en él lo que aún no había sucedido. De igual manera, Dios ve en ti más de lo que puedas ver en ti mismo. El cambio en nuestras vidas no es solo cuando creemos en Dios sino cuando le creemos a Dios, deja de verte como alguien con tus limitaciones pasadas y empieza a verte como alguien llamado a cumplir un propósito divino.


2. El cambio de nombre es un llamado a dejar atrás el pasado

Además, recibir un nuevo nombre es un llamado a abandonar las etiquetas, limitaciones y pecados que nos definían antes. Por ejemplo, Jacob, que significa "usurpador," tuvo que dejar atrás su carácter engañoso para convertirse en Israel, "príncipe de Dios" (Génesis 32:28). También, este acto simboliza el inicio de una nueva etapa en nuestra vida, una marcada por el propósito de Dios en nuestras vidas. Es un recordatorio de que Dios nos da la oportunidad de empezar de nuevo.

A veces no somos concientes de que cargamos etiquetas negativas de nosotros mismos, cuando hablo con algunos hermanos escucho que se refieren así mismos de una forma regularmente y es posible que no se den cuenta pero llevan una etiqueta la cual deben dejar atrás.

¿Cómo puedes identificar una etiqueta negativa en tu vida?

Observa cómo reaccionas ante tus propios errores o las críticas de los demás. Si te sientes mal, te molestas o entristeces, es muy probable que estés lidiando con una etiqueta que has llevado en tu vida y se reactiva cuando alguien te la recuerda.

¿Cómo te liberas de ellas?

Cuando nos damos cuenta que tenemos una etiqueta negativa, debemos reemplazarla con la identidad que Dios nos ha dado. Dios no nos define por nuestros fracasos, nuestro pasado o nuestras debilidades. Él nos llama “hijo”, “perdonado”, “amado”.

Es importante orar a Dios romper con el nombre negativo que hemos llevado cargando por mucho tiempo y aceptar el nombre nuevo que Dios nos ha dado.

Si quieres puedes orar en este momento "Señor, reconozco que he llevado etiquetas  que me han limitado y definido en lo que no soy. Hoy te pido que me liberes de ellas y que me ayudes a abrazar la identidad que Tú me has dado, ayúdame a verme como tú me ves. Gracias por ver lo mejor en mí y por darme un futuro lleno de esperanza. En el nombre de Jesús, amén."


3. El nuevo nombre nos recuerda lo que Dios espera de nosotros

El nuevo nombre también nos recuerda lo que Dios espera de nosotros y que debemos esforzarnos para estar a la altura de su plan en nuestra vida. No es solo un título, sino una responsabilidad. Abraham tuvo que caminar como "padre de multitudes," confiando en la promesa, incluso cuando aún no veía el cumplimiento. No es fácil declarar y decir lo que somos en Dios y lo que Él ha dicho de nosotros, especialmente cuando no lo vemos manifestarse, pero es un acto de fe creerlo y declararlo.

Creo que algunos han recibido una revelación personal de Dios de un cambio de nombre y lo han creído fielmente. Algunos otros tal vez lo sienten en su espíritu, sienten que Dios les habla de otra manera, y aun cuando algunos no hayan recibido o sentido esta revelación, la Biblia dice que Dios nos ha dado el derecho de ser llamados hijos de Dios. Ese es el nombre nuevo que Dios nos ha dado a todos.

Si eres "hijo de Dios", actúa con la seguridad, confianza, y propósito que esa identidad te ha dado. Cree con seguridad que, aunque no siempre veas los resultados inmediatos, Dios está trabajando en ti y a través de ti para cumplir Su propósito.

Lee la biblia y apropiate de sus promesas, hay muchos versículos que tienen promesas poderosas para todos como "Soy más que vencedor en Cristo" (Romanos 8:37) o "Dios tiene planes de bien para mí, no de mal" (Jeremías 29:11). confiésalos en fe, sabiendo que tus palabras tienen poder y que declararlas es una forma de afirmar tu identidad en Cristo, sin importar lo que veas en el presente.


 

Si aprendes a caminar en esta vida abrazando esa identidad, tu vida puede ser realmente bendecida por Dios. No se trata solo de un cambio de nombre literal, sino de una transformación profunda que se refleja en todo lo que somos. Al aceptar el nombre que Dios nos ha dado y caminar en Su propósito, viviremos una vida llena de esperanza, fe y abundancia.

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