junio 19, 2025

Timoteo el niño miedoso


Timoteo el niño miedoso

"Es más fácil construir niños fuertes que reparar adultos rotos"

No soy la persona más mayor del mundo, tampoco soy madre, pero he aprendido algunas cosas en mi carrera sobre el crecimiento del niño y los factores que pueden afectarlo, ya sea en casita al no prestarles atención, haciendo comparaciones, con escasez, poco tiempo, poco amor, poca comprensión, con daño físico o palabras malas que llegan al corazón. Pero, incluso aun dándole al niño amor, tiempo, recursos, diciéndole que es el niño o niña más hermoso del mundo y en general haciendo todo por tener a tu niño feliz, siempre algo lo va a afectar, tal vez no en casa, pero sí afuera, como en la escuela. Siempre va a haber alguien que lo saque de esa burbuja feliz donde tu niño se encontraba, alguien que le dirá que es feo, y mientras tú en casa le ayudas a tu niño a aprender algo que le cuesta, alguien allá afuera le dirá que es un tonto y que no es suficiente.

Porque lastimosamente no podemos cuidarlos de todo, de algún “trauma”, porque los hay de todo tipo. Pero si hay uno que podríamos creer que no es posible que en un entorno como este se desarrolle algo así... pero yo, como hija de pastores, puedo decir que sí. Y hoy hablaremos sobre los factores negativos en el crecimiento del niño cristiano, para aquel niño que creció en la iglesia asistiendo a la escuelita dominical, para aquellos que desde el vientre, sus madres compartían la palabra de Dios, o para aquellos padres que traen a sus hijos y les hablan sobre la palabra.

Y así, continuando con la serie "Sanando el niño interior", poco se habla sobre el cómo es crecer dentro de la iglesia: las limitaciones, dudas, el cumplimiento de expectativas que a veces los mismos padres no cumplen, dolores y miedos.

Lo que debería ser un lugar seguro y un espacio sano, se convierte en un lugar de miedo y creador de inseguridades para muchos de estos niños. Y lo que se busca es sanar todo aquello que puede llegar a doler y evitar en el futuro lidiar con adultos rotos. Muchos aún no somos padres, pero a lo mejor vivimos una de estas situaciones y en el fondo sigue doliendo, crecer bajo la expectativa de otros y no poder equivocarse por escuchar un "¿Y eso que va a la iglesia?" o "¿Y eso que es hijo de...?". Entre esa razón hay mil más... ¿Mucho peso para un niño de 6 o 12 años, verdad?

Y si buscamos a alguien en la Biblia que haya crecido en un ambiente cristiano y del cual podamos profundizar, es Timoteo. Un joven que creció rodeado de la fe, que fue enseñado desde pequeño con las Escrituras. Pero que también tuvo sus batallas internas silenciosas, como todos, con miedos e inseguridades de no cumplir expectativas al venir de una cuna cristiana, como lo es la realidad de muchos de nosotros los jóvenes que tenemos una vida similar.

Pero hoy vamos a hablar de cómo Timoteo se volvió un hombre muy valiente, que fue guiado a través de Pablo, quien lo direccionaba con la ayuda del Espíritu Santo.

LA FE CON LA QUE CRECIMOS

2 Timoteo 1:5
"Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también."

Como dice el versículo, Timoteo creció rodeado de una fe poderosa, de la típica abuela y madre que llevan a su niño a la iglesia desde chiquito, porque ellas han creído de verdad y no falsamente; que no es solo costumbre, sino un estilo de vida para ellas. Esto nos habla de cómo esa fe no solo estuvo en su madre y abuela, nos habla del poder que tuvieron para guiar a Timoteo por ese camino y que él realmente viera y creyera, caminando por los mismos pasos.

Pero luego nos encontramos el pelo en la sopa en Hechos 16:1-3:

Hechos 16:1-3
"Después llegó a Derbe y a Listra; y he aquí, había allí cierto discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente, pero de padre griego."

La Biblia nos dice que Timoteo era hijo de padre griego, y a lo mejor no nos habla de si esto causaba algún tipo de problema en la crianza que tuvo Timoteo, pero si lo pensamos, esto suele suceder más frecuentemente de lo que creemos: padres, parejas que no comparten las mismas creencias. Y aunque no nos diga que hubo problemas en casita por esas razones, sí pudieron haber confusiones en la cabecita de un pequeño Timoteo, viviendo y escuchando cosas de dos mundos diferentes, aprendiendo sobre Dios pero escuchando a su padre hablar sobre la filosofía griega y otros dioses, pensando en: ¿Por qué papá cree en algo que mamá no?

Aun así, las enseñanzas de su madre y abuela llegaron al corazón de Timoteo, convirtiéndose en alguien de fe y con el amor de Dios en su corazón.

Otro de los factores que pudo afectar a un pequeño Timoteo es el lugar en el que creció y las personas externas a su familia con las que se rodeaba. Viviendo en Listra, un lugar donde no se hablaba sobre la palabra de Dios, sino de otros dioses, entre muchas fiestas donde se adoraba a estos. Mientras los niños de su alrededor crecieron aprendiendo sobre mitología, Timoteo creció aprendiendo sobre la palabra de Dios. Seguramente se sintió raro, ver que los niños de alrededor no eran como él, hablaban otras cosas y no creían lo mismo. Debió sentirse solo e incluso aislado del resto, como es la realidad para muchos niños y jóvenes cristianos. Escuchar que sus amigos van a misa, que tuvieron su primera comunión, o que otros pueden salir a pasear los domingos pero no los sábados porque ese es día de iglesia. Muchos niños vivimos un rechazo por decir en qué creíamos y lo que nos habían enseñado. Y otros, más específico, por decir que nuestros padres eran líderes de una iglesia; escuchar a los demás diciendo que ser pastor no era una profesión (lo cual es una realidad para muchos pastores). Para mí, decir que mis papás estudiaron en el instituto bíblico y escuchar que eso no era estudio; escuchar a los demás decir que mi religión y el lugar donde había crecido y en lo que había creído toda mi vida estaba mal; que los demás me hicieran de lado y no volvieran a tratarme igual por ser cristiana, o estar bajo las miradas de todos esperando el momento donde me equivoque, porque los niños que van a la iglesia debemos ser perfectos.

Algunos niños que crecen en la iglesia enfrentan cosas como:

° La presión de ser el ejemplo perfecto, incluso cuando no entienden del todo lo que sienten o lo que creen.
° La culpa como motor espiritual, en lugar del amor y la libertad en Cristo.
° La falta de espacio para ser uno mismo, porque desde chicos se espera que encajen en un molde.
° Los malos comentarios o bullying por decir en lo que creen.

Por decir algunos, puede llegar a ser mucha presión para quienes toda su vida han estado cubiertos por la iglesia, con miedos e inseguridades de no poder darse el lujo de equivocarse y que las demás personas los traten como adultos expertos en la palabra de Dios, esperando que sean capaces de todo. Muchos niños, desde pequeños, son explotados en algunas iglesias, he ahí los niños virales en Internet en vídeos predicando y hablando cosas aprendidas, imitando a sus líderes, pero realmente no son lo suficientemente grandes para comprender completamente de lo que hablan. Y hacen que lo repitan una y otra vez solo para sorprender a la gente, hasta que llega el momento en el que el niño crece y se agota después de una vida así. Y si bien le va, deja de hacer ese contenido y se retira, pero no deja su fe de lado. O muchos otros que sufren abusos de estos y dejan completamente todo este ámbito que los dejó completamente agotados de todo lo que tenga que ver con la iglesia, y se alejan hasta dejar todo en el pasado e intentar vivir una vida diferente por el peso que cargaron desde pequeños, por no haber respetado su infancia y no dejarlos ser niños, al exigirles más de lo que pueden dar a su edad.

NO ERES CHIQUITO POR NO SER EL MÁS GRANDE

Como segundo punto hablaremos sobre nuestro Timoteo más grande, ya no del niño al que madre y abuela le hablaban sobre la palabra, hablamos sobre un Timoteo mayor, acompañado del apóstol Pablo, un Timoteo que estaba por empezar a predicar y enseñar. En aquel tiempo, a quienes se les escuchaba hablar sobre la palabra eran los ancianos, hombres sabios y estudiados. Timoteo era apenas un hombre de 34 a 38 años, que para esa época una persona de hasta 40 años — e incluso actualmente — se considera una persona muy joven, con falta de estudios y experiencia. Y Timoteo, el cual según la Biblia nos dice que era callado y tímido, podemos asumir que era una persona introvertida.

2 Timoteo 1:6-7. Era sensible, obediente y constante.

Pero fiel y con Dios en su corazón. Aunque vemos a Pablo alentándolo siempre a no tener miedo y avivar su don, ya que él veía más de lo que Timoteo podía llegar a ver. Y en 1 Timoteo 4:12 nos dice:

1 Timoteo 4:12
"Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza."

Timoteo había tenido toda una vida en el camino de Dios, desde pequeño, y nunca se alejó de Él. Lo que Timoteo podía predicar y enseñar era más grande que su miedo, y no era menos que algún otro pastor ni anciano. Era un hombre con el avivamiento de Dios en su corazón y con el don escondido de hablar y predicar a los demás. No necesitaba el nombre de Pablo ni todo el conocimiento del anciano más viejo. Timoteo tenía a Cristo en su vida, un llamado y la disposición para lograrlo, y en 2 Timoteo 1:7:

2 Timoteo 1:7
"Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio."

No importa si eres niño, joven, adulto o anciano, si Dios te ha dado algo, no lo escondas. No calles lo que Dios puso en ti por miedo a equivocarte, por no estar lo suficientemente preparado o porque alguien menospreció tu trabajo. Dios no nos ha dado un espíritu de retroceder, sino de avanzar con poder, amar con firmeza y sostener un dominio propio.

Sé firme al camino por el que Dios te ha guiado y con el don que te ha regalado, y no dejes que nadie lo minimize o menosprecie. Afirma tus pasos, abraza tu llamado, y demuestra con tu vida que Dios no se equivocó al confiar en ti.

DIOS TE AMA POR SER TU

Por último, tomando el versículo de 1 Timoteo 4:12, pero específicamente esta parte:

1 Timoteo 4:12 ".... sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza."

Estos puntos pueden ser mucha carga para quienes crecen en la iglesia, como lo siguiente

1. En palabra esto significa: Hablar con verdad, con amor, sin ofender ni criticar. Ser cuidadoso con lo que se dice. Pero el problema es que muchos niños sienten que no pueden hablar libremente, que si dicen algo fuera de “lo correcto”, decepcionan. Eso puede hacerlos guardar sus emociones, dudas o enojos por miedo a “hablar mal”.

2. En conducta esto  significa: Vivir con buen testimonio, actuar bien incluso cuando nadie te ve. Pero el problema es que a veces se les exige ser “el ejemplo perfecto” todo el tiempo. Si cometen errores normales de su edad, los corrigen más fuerte o los juzgan, como si no tuvieran derecho a equivocarse. Esto puede crear ansiedad y miedo a ser ellos mismos.

3. En amor esto significa: Amar a todos, servir, perdonar, ayudar incluso cuando no recibes nada a cambio. Pero el problema es que muchos niños aprenden que deben aguantar todo "con amor", incluso maltratos, burlas o injusticias. Esto puede hacerlos sentir que sus límites no importan o que deben poner a los demás siempre por encima de sí mismos.

4. En espíritu esto significa: Tener pasión por Dios, estar conectados espiritualmente, ser sensibles a su voz. Peo el problema es que si no sienten ese “fuego”, pueden pensar que algo está mal con ellos. Se sienten obligados a fingir entusiasmo espiritual o a actuar como si todo estuviera bien para no decepcionar a los adultos.

5. En fe esto  significa: Confiar en Dios incluso cuando no hay respuestas, seguir creyendo en lo difícil. Pero el problema es que muchos jóvenes no se sienten con permiso para tener dudas. Si preguntan, los corrigen. Si confiesan que se sienten lejos de Dios, los hacen sentir mal. Aprenden a callar sus luchas en vez de procesarlas con ayuda.

6. En pureza esto significa: Tener un corazón limpio, actuar con sinceridad, sin doble cara ni malas intenciones, y sin caer en tentaciones. Pero el problema es que la pureza a veces se enseña como perfección externa, y eso puede generar culpa excesiva por cosas normales: emociones, pensamientos o errores. Algunos crecen con la presión de ser intachables, sin espacio para fallar o aprender

Pero cuando tenemos a Dios en nuestro corazón, cuando sanamos y comprendemos el porque estamos aquí y dejamos a Dios obrar a través de nosotros, podemos ver las cosas de una diferente manera, ser ejemplo no se vuelve una carga si no un estilo de vida, aún equivocándonos. No somos perfectos, pero Dios no nos ama solo por lo que hacemos, si no, por quienes somos y por caminar a su lado desde el principio.

Muchas veces pensamos que para ser ejemplo hay que tener una larga edad, experiencia y una gran trayectoria, que claro que suma muchos puntos, pero no nos hace menos, y eso es lo que Pablo nos dice y le dice a Timoteo: “sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.” No se necesita tener años en el ministerio para ser ejemplo; podemos serlo desde ahora, porque cómo vivimos cada parte de nuestra vida es lo que puede hacer una diferencia.

Tal vez también creciste en la iglesia, aprendiendo versículos y escuchando sobre hombres valientes como Sansón o David, y cada domingo que la gente te veía crecer se pudo llenar de expectativas y, con ello, a ti te llenaron de inseguridades y miedos: miedos de no ser lo que esperaban y de perder puntos por comportarte como niño y no ser perfecto o no dar un buen ejemplo, porque cuando eres niño y joven cometemos muchas equivocaciones. Pero hoy Dios nos quiere abrazar y darle un beso a ese niño dormido entre dos sillas, cansado de algún congreso cristiano o de estar parado ocho alabanzas seguidas, porque para Dios no es en vano todo lo que uno ha vivido; las cargas y pesos con los que muchos crecimos, el perderte de cosas por ir a la iglesia o el bullying de los demás niños por hablar de lo que creemos, creyendo que el temor de Dios era de verdad un miedo genuino, y las muchas veces que creímos que tanto tiempo de estar en la iglesia no había valido la pena porque Dios no nos daba lo que pedíamos.

Todas esas heridas, confusiones y dudas Dios las ha visto y no las hace de menos. Hemos sido sus hijos toda la vida y hemos estado aquí fielmente, creciendo y cometiendo errores como cualquier ser humano, pero también de rodillas pidiendo perdón.

Pero hoy recordamos que el crecer en una iglesia no hace menos tu testimonio. Dios nos ama desde antes de venir al mundo y sabe que tenemos un gran propósito. Nos ama no solo por lo que hacemos, sino por quienes somos. Él entiende nuestro dolor y hoy nos quiere ayudar a quitarnos un peso de los hombros, tal vez no solo a nosotros de ahora, sino al niño pequeño que fuimos.


Vasti Domínguez 

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