Crecimiento sostenible de la iglesia
Durante estos días estamos hablando sobre el inicio de la primera iglesia, y es esencial recordar que este comienzo no ocurrió sin antes haber un derramamiento del Espíritu Santo sobre ellos.
Aunque hoy en día no podemos hacer una copia exacta del formato de aquella primera iglesia, debido a las diferencias en tiempo, cultura, avances y lenguaje, aun así en ella encontramos estrategias valiosas que aún podemos aplicar en nuestros tiempos y que resultan clave para el desarrollo natural de la iglesia.
Es decir, los primeros discípulos no tenían un manual de “cómo hacer iglesia”. Más bien, fueron las experiencias que vivieron las que nos sirven de guía hoy.
El capítulo seis de Hechos es increíblemente enriquecedor sobre la dinámica de una iglesia en crecimiento. Aunque me limitaré a tres puntos, la realidad es que encontramos más lecciones de las que imaginamos.
En aquellos días, al aumentar el número de los discípulos, se quejaron los judíos de habla griega contra los de habla hebrea de que sus viudas eran desatendidas en la distribución diaria de los alimentos (Hechos 6:1).
El pasaje inicia con la crisis, el motivo por el cual se estaban dando algunos conflictos en el interior de la iglesia, ya que los judíos griegos se quejaban sobre la preferencia que había hacia las viudas judías de la región local. Este conflicto nos recuerda algunas cosas: 1) las iglesias no son perfectas y está dentro de lo normal tener conflictos; 2) los temas de distribución de recursos o dinero suelen ser de los principales puntos de conflicto; 3) los conflictos a veces no vienen desde afuera, sino desde adentro.
Ante esto, los discípulos tuvieron que tomar decisiones clave para resolver esta crisis. Y estas son las lecciones que nos dejan.
Hacer lo justo
Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: "No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios para servir a las mesas" (Hechos 6:2).
Es inevitable que la iglesia, en su proceso, comience a experimentar cambios, y es necesario hacer los ajustes necesarios a medida que surgen nuevas necesidades. Esta necesidad se hizo evidente a la comunidad, y los apóstoles tuvieron que ser claros y directos.
Creo que, en cierta medida, entiendo la expresión "no es justo". Creo que todos en algún momento lo hemos dicho, cuando sentimos que estamos realizando tareas que otros podrían hacer, como cuando una mamá cocina y después está lavando los trastes, podría decir: "No es justo", es decir, yo cociné, alguien más debería lavar los trastes. Los apóstoles perciben un desequilibrio al tener que ser ellos mismos quienes se encargan de tareas que, aunque son importantes, no son su responsabilidad principal. Creo que ese es el grito desesperado de muchos pastores cuando, al mirar la iglesia, ven que hay tanto por hacer y muy pocas manos disponibles.
Quiero que se entienda que no se trata de que el servicio a las mesas u otras tareas sea menos digno, sino de justicia en el sentido de asignar a cada persona las tareas que mejor se alinean con su llamado y dones. Una pequeña tarea podría no ser un problema, pero cuando nos damos cuenta de que surgen muchas pequeñas tareas, se hace una gran carga.
Los apóstoles dejan claro que su misión central es enseñar y predicar, así como mencionar más adelante la oración. Cito una frase extraordinaria de Matthew Henry:
“No estaban dispuestos a dejar de predicar por el dinero colocado a sus pies, como no dejaban tampoco de predicar por los azotes colocados a sus espaldas”.
Esto nos enseña que, como pastores o líderes, debemos discernir nuestras prioridades y concentrarnos en nuestras responsabilidades principales, sin distraernos en tareas que pueden delegarse.
Tal vez hoy yo entiendo esta realidad, pero necesito que las personas también sean conscientes de esto. Todos podemos realizar diversas tareas; así es como funciona el cuerpo de Cristo.
Por supuesto, aunque los apóstoles priorizan su rol en la enseñanza, la solución que proponen no ignora la importancia de atender las necesidades materiales de la comunidad.
Saber resolver
"Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo" (Hechos 6:3).
Lo que primero me llama la atención es la forma en que la comunidad se ve involucrada en resolver esta situación. Es decir, por lo regular, sucede que en la iglesia surgen muchas necesidades y personas que pueden notar áreas que requieren atención. Los apóstoles les indican a ellos que pueden resolverlo.
Aquí entra una distinción muy importante entre iniciativa y tareas. Creo que en la iglesia algunas tareas son tan claras que no deberían requerir permiso o instrucciones específicas. Como un hijo que toma la escoba de su casa y comienza a barrer: barrer es una necesidad evidente que no perjudica a nadie y beneficia a todos. Este tipo de actitud de iniciativa es valiosa y muestra un sentido de pertenencia y responsabilidad. Pero esto sucede cuando se tiene la disposición a servir, y por supuesto, para esto hemos demostrado que vamos por delante, pero hay un tiempo en el que tenemos que fijar prioridades, como ya dijimos en el punto uno.
Por supuesto, también hay tareas que sí necesitan permiso o coordinación, ya que pueden tener un impacto mayor o interferir con otras actividades.
Como iglesia necesitamos que cese la inactividad de las personas. No saber cuándo pueden ayudar o incluso el miedo a que se les llame la atención. Hoy deben saber que tienen la libertad de ayudar en tareas pequeñas, que para toda la comunidad son de gran bendición.
Retomando el versículo, vemos las características clave que los discípulos buscaban en aquellos que servirían en la iglesia:
1. Selección basada en el carácter: La iglesia debe buscar personas "de buen testimonio", lo que marca la importancia de la integridad y la reputación. No se trata solo de habilidades, sino de ser ejemplo para otros en su conducta. Yo sé que la gente con habilidad es muy útil, pero todo lo que se puede construir con un talento no se compara con lo que se puede destruir con un mal testimonio.
2. Selección basada en la llenura del Espíritu Santo: Las personas no solo deben tener buen testimonio, sino también ser "llenos del Espíritu Santo", lo que implica una relación cercana con Dios y vida guiada por Su Espíritu Santo. Es necesario que constantemente hagamos oración pidiendo Su llenura.
3. Selección basada en sabiduría para el servicio: Este punto, al igual que los anteriores, es muy importante porque el trabajo que se les encomendaría requería discernimiento y habilidades para manejar diversas situaciones de manera justa y eficaz. Muchas veces no podemos estar ahí y necesitamos que quienes se hacen cargo de una tarea decidan y hagan lo que creen más conveniente. A veces es cansado designar la tarea a alguien que durante todo el día está preguntando cosas que ya tiene la respuesta, pero tal vez su inseguridad le hace preguntar, cuando debería decidir.
Aceptar con agrado
"Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra. Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía; a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos" (Hechos 6:4-6).
El versículo 4 solo refuerza el deseo principal de los apóstoles, así que hay dos cosas más que encuentro que quiero unir en un solo acto. Amo esa expresión que dice “agradó a la multitud”, porque no solo se trató de que aceptaron el plan de los apóstoles, sino que estaban satisfechos con la resolución, lo que refleja el espíritu correcto de una iglesia que funciona perfectamente. La iglesia no debe moverse bajo la obligación o presión de sus líderes, sino a través de la unidad, que al final es por el bien de la propia comunidad.
Tan de acuerdo estuvieron que la selección de los servidores se dio lo más pronto posible. Cómo la multitud llegó al acuerdo de esos siete no se sabe, pero la iglesia tenía un espíritu motivado y se organizaron muy bien para hacer la elección de los siete.
Algunos nombres resaltan, como Esteban y Felipe, de quienes el libro de Hechos da una atención especial a sus vidas.
Si todos están de acuerdo, entonces no hay inconveniente en imponer las manos sobre los nuevos diáconos o servidores de la iglesia. Ese acto de imponer las manos es muy importante porque reviste de autoridad ante la multitud a los nuevos servidores.
El crecimiento de la iglesia no es solo una cuestión de números, sino de corazones transformados y vidas comprometidas con el servicio. Cada miembro tiene un papel clave en la edificación del cuerpo de Cristo, y cuando nos unimos, el Señor obra de manera poderosa. El verdadero crecimiento llega cuando, en unidad, nos dedicamos a servir con fe, tomando decisiones sabias y justas para avanzar de acuerdo a Su propósito. Al ver la iglesia crecer no solo en cantidad, que es lo que todos quisiéramos, sino en madurez y servicio, podemos estar seguros de que, como dice la Escritura:
“Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe”. Hechos 6.7
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